Pasear a un perro puede hacerse eterno. No hay manera de avanzar sin interrupciones. Se paran a oler farolas, esquinas, puertas, hojas, bancos, bolsas y hasta charcos. Da igual la hora o el trayecto: ellos deciden el ritmo. Para muchos dueños, esto convierte cada paseo en una sucesión de frenazos sin rumbo. Pero en el caso de Graham, un golden retriever de dos años, esa costumbre tiene un destino muy concreto.
Lo suyo no son los postes ni los restos de comida. Graham va directo a las flores. Y no una, sino todas. Cada vez que sale, se detiene en cualquier planta que tenga pétalos, hojas vistosas o algo que le huela bien. Su responsable ha grabado varias de esas escenas y las ha compartido en TikTok, donde la imagen del perro oliendo flores con absoluta entrega ha acumulado miles de visualizaciones.
Amor por las flores
Las redes no tardaron en encariñarse con la rutina de este golden
El vídeo dura apenas unos segundos, pero ha bastado para generar una oleada de comentarios que celebran ese gesto tan metódico. Entre los mensajes, algunos usuarios aseguran que sus propios perros hacen lo mismo, mientras que otros destacan el tipo de vínculo que se crea con ellos cuando pasean sin prisas. La cuenta oficial de Nat Geo Animals publicó que Graham estaba “disfrutando de las pequeñas cosas de la vida”.
En las respuestas se mezclan observaciones veterinarias, experiencias personales y alguna que otra confesión emocional. Desde Pure Leaf apuntaron que “Graham solo necesitaba un momento de revitalización”. PetSmart, por su parte, escribió que “valora las cosas pequeñas”. Y entre los usuarios, alguien comentó que pasear con su golden siempre le recuerda “pararse a oler todo”.
Una de las frases más repetidas hace referencia a esa idea extendida de que los perros enseñan a vivir el presente. Algunos la trasladan a su día a día. Una persona explicó que su perra transforma cada paseo en lo que ha bautizado como “olfateoaventura”. Otra afirmó que “las caminatas lentas también son salud”.
El vídeo de Graham, en este caso, ha servido como punto de encuentro para quienes encuentran en esos parones constantes una forma distinta de ver el tiempo. Sin buscarlo, se ha convertido en el ejemplo perfecto de lo que representa detenerse. Al final, el perro no hace más que seguir su instinto. Y eso, sin querer, le ha dado fama.
