La cómica odisea de un golden retriever que intenta liberar a su inseparable pez de plástico del agua: “Decidí dejar que resolviera el problema por sí mismo”

Objetivo cumplido

El animal apoyó sus patas delanteras sobre el borde del cesto sin advertir que hacía más difícil soltarlo

El hilarante rostro que se le queda a un golden retriever después de haber recibido unos estiramientos en su cuerpo: “Su carita de felicidad”

Nadie quiso ayudar al perrito a liberar su juguete

Nadie quiso ayudar al perrito a liberar su juguete

El verano suele traer horas enteras de juegos en el agua, con chapuzones que parecen no tener fin y algún que otro imprevisto que cambia el rumbo de la diversión. Eso mismo le pasó a un golden retriever llamado Oatmeal, que se encontró con un problema que le tuvo entretenido a la orilla de la piscina más tiempo del esperado.

Todo giraba en torno a su juguete preferido, un pez payaso de plástico llamado Swim Shady, que quedó atascado entre la cesta del filtro y la pared de la piscina.

Paciencia canina

El perro complica la situación mientras intenta recuperar un juguete atrapado 

El perro se quedó mirando fijamente el juguete atrapado, apoyando sus patas delanteras sobre la cesta, sin ser consciente de que con ese gesto estaba complicando más la situación. Su dueña lo observaba a distancia y explicó que el animal estaba esperando pacientemente a que su compañero de juegos consiguiera soltarse. “Está esperando a que se libere”, señaló entre risas mientras lo grababa.

Lejos de rendirse, Oatmeal intentó sacar al pez a su manera, moviendo las patas con golpes rápidos que recordaban más a los gestos de un gato que a los de un perro. Su dueña, que no pensaba intervenir en ese momento, le animó a que probara con la boca, aunque él prefirió insistir con sus zarpazos. ”Decidí dejar que resolviera el problema por sí mismo”, garantizó.

El esfuerzo tuvo recompensa. Tras varios intentos, Swim Shady salió de su encierro y el perro no dudó en agarrarlo con los dientes para ponerlo a salvo. El cambio de actitud fue inmediato: dio media vuelta y se alejó de su dueña como si quisiera dejar claro que había resuelto la situación sin ayuda.

Con el juguete recuperado, Oatmeal salió de la piscina y se sacudió con tanta energía que terminó empapando a su dueña, que estaba al otro lado del borde. Una forma bastante elocuente de cerrar la pequeña batalla con su pez de plástico.

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En redes sociales, varios usuarios comentaron la escena con humor, destacando la paciencia y la insistencia del perro. Uno de ellos escribió: “Me encanta cómo parece que lo analiza todo antes de mover una pata”. Otro añadió: “Tiene la misma estrategia que mi gato cuando ve algo atrapado”.

La anécdota dejó claro que Swim Shady seguirá siendo el gran protagonista de los chapuzones de Oatmeal, aunque todo indica que la próxima vez no se conformará con mirar durante tanto tiempo.

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