El verano trae consigo cambios en la rutina de toda la familia, y también en la de nuestras mascotas. Muchos dueños se alarman cuando ven que su perro rechaza parte de la comida o reduce de forma notable la cantidad que ingiere. Sin embargo, la veterinaria Carmen Arteaga aclara que este comportamiento puede ser completamente normal y no siempre está vinculado a una enfermedad.
Según explica la especialista, con el calor los perros suelen bajar su nivel de actividad y, al gastar menos energía, necesitan también menos alimento. A esto se suma un detalle fisiológico importante: el proceso de la digestión eleva ligeramente la temperatura corporal, por lo que en los días más calurosos algunos animales optan por evitar comidas copiosas para no sobrecalentarse. “En esas situaciones, muchos prefieren hidratarse antes que comer, y aceptan mejor la comida húmeda y fresca”, señala Arteaga.
No obstante, conviene prestar atención a ciertos signos que sí pueden indicar un problema. La veterinaria advierte que hay que preocuparse si la falta de apetito es muy marcada, si el animal presenta apatía, pérdida de peso, vómitos o diarreas, o si además de la comida también rechaza el agua. En esos casos es recomendable acudir al veterinario para descartar cualquier patología.
Muchos perros prefieren hidratarse antes que comer, y aceptan mejor la comida húmeda y fresca
Para mejorar el bienestar de los perros durante los meses de calor, Arteaga ofrece algunas recomendaciones prácticas. Una de ellas es ofrecer la comida en las horas más frescas del día, como primera hora de la mañana o a última de la tarde. También sugiere evitar paseos intensos antes de dar de comer, ya que el esfuerzo físico unido al calor puede reducir aún más el apetito. Además, aconseja introducir comida húmeda o con mayor contenido en agua, que resulta más apetecible y ayuda a mantener un buen nivel de hidratación.
Un perro comiendo pienso del comedero.
La veterinaria recuerda que los dueños no deben interpretar siempre una reducción en la cantidad de comida como una señal de alarma. “El calor modifica los hábitos de los perros, igual que ocurre con las personas. Lo importante es observar el estado general del animal y estar atentos a cualquier síntoma que indique que no se trata solo de una adaptación al verano”, apunta.
Lo importante es observar el estado general del animal y estar atentos a cualquier síntoma que indique que no se trata solo de una adaptación al verano
Con pequeños cambios en la rutina diaria y un poco de observación, es posible garantizar que el perro se mantenga sano y con energía durante los meses más calurosos. La clave, según Arteaga, es diferenciar entre una reacción normal al calor y una pérdida de apetito que realmente requiera atención veterinaria.

