Un perro puede pasarse minutos esperando algo que nunca llegará, convencido de que la paciencia tiene recompensa. Eso es lo que le ocurrió a un golden retriever al descubrir una estatua con una pelota en la mano. Para él no era un objeto de bronce, sino un nuevo compañero dispuesto a lanzar el mejor juego de su vida. Y ahí se quedó, atento y expectante, como si en cualquier momento ese brazo metálico fuese a moverse.
El detalle de la estatua era inconfundible: un hombre agachado con gesto de lanzar, la pelota firmemente sujeta. Al perro no le hizo falta más para interpretar la señal. Su cuerpo se tensó, la mirada fija en el supuesto lanzador y el rabo sin parar de moverse. El dueño, intentando mantener el orden, le pidió que se sentara. El animal obedeció al instante, pero regresó a la espera con la misma ilusión.
Apasionado
Un perro confunde una figura inmóvil con el inicio de un juego interminable
La situación, recogida en un vídeo, dejó ver la entrega con la que el perro aguardaba un lanzamiento que nunca llegaría. Y esa escena fue lo que más destacó de todo el clip: un golden retriever entregado por completo a un juego imposible, sin un ápice de desánimo.
La escritora Dean Koontz resumió en una entrevista la manera en que esta raza percibe el mundo cuando dijo que “piensan que también son humanos y que casi todos los que conocen pueden convertirse en compañeros de aventuras”. Esa visión explica en buena parte la actitud de este perro frente a la figura inmóvil.
El bronce no cedió ni un milímetro, pero el golden retriever no perdió la esperanza. Cada encuentro con la estatua promete ser igual: el mismo entusiasmo, la misma confianza en que esta vez sí habrá lanzamiento. Ningún reproche por las veces anteriores, ninguna frustración acumulada.
En los comentarios del vídeo hubo internautas que se indignaron, con mensajes como “Dejad de torturar a ese cachorro peludo”, mientras otros bromeaban con frases del estilo “Tirad esa estatua ahora mismo”. Entre unas y otras, la mayoría coincidía en destacar la dulzura y la paciencia del perro.
Ese carácter optimista, la fe ciega en que siempre habrá una pelota más, un premio más o un amigo nuevo, es lo que convierte a los golden retriever en un ejemplo de alegría constante. Hasta frente a un compañero que nunca se moverá, mantienen intacta la ilusión.
