A veces los perros reaccionan de formas insospechadas ante nuevos sabores, sobre todo cuando descubren algo que parece hecho para ellos. Algunos muestran cautela, otros se lanzan sin pensarlo, y hay quienes convierten esa primera prueba en toda una conquista culinaria.
Ese fue el caso de Dyce, un rottweiler que descubrió la calabaza cocida y decidió que no solo le gustaba, sino que el plato en el que venía también debía ser suyo.
Se la quedó todo
La cautela inicial del perro dio paso a un entusiasmo que sorprendió a su dueña
La escena comenzó con cierta prudencia por parte del perro. Su dueña le ofreció un trozo de calabaza y Dyce, desconfiado al principio, se acercó con curiosidad. Bastó un primer bocado para que cambiara su actitud por completo. En cuestión de segundos, el escepticismo se transformó en un flechazo, y aquel puré anaranjado pasó a convertirse en su nueva obsesión.
A partir de ahí, su reacción fue desmedida. Según explicó su dueña en la publicación del vídeo, “se volvió loco en cuanto la probó”. El animal no tardó en devorar lo que quedaba en el plato, ignorando por completo que ella intentaba darle otro trozo con un tenedor. Cuando ya no quedó ni rastro del alimento, Dyce decidió que la fuente de aquella delicia debía pertenecerle también y se lanzó a morder el plato para quedarse con él.
El gesto pilló por sorpresa a su cuidadora, que aún sostenía el utensilio. Durante unos segundos ambos tiraron del mismo objeto hasta que ella comprendió que el perro no iba a soltarlo. En su cabeza, aquel plato estaba marcado por algo que había descubierto como extraordinario.
Finalmente, Dyce consiguió su objetivo. Se alejó triunfante, con el plato entre los dientes, dispuesto a guardarlo como si fuera un tesoro. Su dueña, resignada y divertida a partes iguales, se quedó sin calabaza y sin vajilla, pero con la certeza de que su perro había encontrado un nuevo placer gastronómico.
