La expresión de un goldendoodle durante una sesión de pintura otoñal resume lo que muchos sienten ante los planes que no les interesan: “Tiene la misma energía que alguien atrapado en una reunión interminable”
Compañero universal
Miles de usuarios vieron en su gesto la misma actitud que adopta cualquiera cuando le toca participar en algo que no le apetece
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El momento en que el goldendoodle levanta una ceja y aparta la mirada se ha convertido en la imagen perfecta del cansancio
La paciencia de muchos perros ante las ideas de sus dueños se ha convertido en una fuente inagotable de momentos divertidos. A menudo se dejan vestir, posar o participar en actividades que no terminan de entender, pero que soportan con un temple que los hace aún más entrañables.
Esa tolerancia, tan reconocible para quienes conviven con un animal, suele reflejarse en miradas que lo dicen todo: desde la resignación más tranquila hasta el desconcierto más evidente. Dentro de ese abanico de expresiones caninas aparece la de un goldendoodle llamado Luca, que ha pasado a representar a todos esos perros que asisten con estoicismo a los planes creativos de sus humanos.
Siempre reacciona igual
Luca se convierte en el emblema de la paciencia canina
El vídeo en el que aparece muestra a Luca con un pañuelo naranja con dibujo de calabaza mientras su dueña prepara una manualidad típica del otoño. La idea consistía en pintar una calabaza blanca usando la huella del perro como parte del adorno.
Durante la grabación, difundida por su dueña en redes sociales, se ve cómo ella le toma una pata, la moja con pintura y la acerca con cuidado al fruto. Desde el primer momento, el animal mantiene una mirada fija que recuerda a quien intenta escapar mentalmente de una situación incómoda. Cuando finalmente estampa la huella, alza las cejas y mira de reojo con un gesto que muchos interpretaron como puro cansancio ante tanta creatividad en casa.
La autora del vídeo explicó entre risas que su perro “pone esa cara cada vez que intento hacer algo manual con él”. Según añadió, el animal parece entender que su papel es aguantar hasta que todo termina.
El clip capta a la perfección el instante en que el goldendoodle levanta una ceja como si dijera que aquello no era lo que esperaba para una tarde tranquila. Esa expresión, unida al movimiento pausado de su cabeza, convirtió la escena en un ejemplo perfecto del humor que los animales generan sin proponérselo.
La secuencia completa acaba con la calabaza decorada sobre la mesa y el perro mirando hacia otro lado, como si rehusara admirar su propia obra. El contraste entre la paciencia del animal y la alegría de su cuidadora provocó las carcajadas inmediata de quienes lo vieron.
Varios internautas destacaron la humanidad de su gesto. Uno escribió que “parece el compañero de trabajo al que obligan a participar en una actividad del equipo”. Otro comentó que “tiene la misma cara que yo cuando me apuntan a algo sin preguntar”. Entre los mensajes más repetidos se leía la sensación general de ternura: un perro que, pese a su evidente falta de interés, sigue acompañando con calma cada intento de su humana por hacerlo partícipe del espíritu otoñal.