Loading...

Lídia López, especialista en comportamiento felino: “Lo que interpretamos como pereza, tranquilidad o carácter poco juguetón puede ser, en realidad, la forma más silenciosa que tiene un gato de pedir ayuda”

Cuidados 

Los felinos son animales que rara vez piden ayuda de manera evidente; su instinto de supervivencia les empuja a ocultar el dolor hasta que no pueden más

Los gatos rara vez piden ayuda de forma evidente. Su instinto de supervivencia los empuja a ocultar el dolor hasta que ya no pueden hacerlo más.

Getty Images

Los gatos son verdaderamente los maestros del disimulo. A diferencia de los perros, que cuentan con la protección del grupo y pueden permitirse mostrar debilidad para recibir ayuda, los felinos han evolucionado como animales solitarios. Aunque los domésticos son sociables y pueden formar grupos complejos, el instinto de supervivencia es más fuerte y les empuja a esconder su malestar. 

En la naturaleza, un gato enfermo o dolorido se convierte en una presa fácil para el depredador y, por eso, han aprendido a ocultar cualquier señal de vulnerabilidad. Este instinto, tan útil para sobrevivir en libertad, puede complicar las cosas en el hogar: dificulta enormemente que los tutores detectemos cuándo algo no va bien. Lo que a veces interpretamos como pereza, tranquilidad o un carácter poco juguetón puede ser, en realidad, la forma más silenciosa que tiene un gato de pedir ayuda.

Lee también

“Cuando alguien muere, sus gatos no deberían morir con él, tienen que heredar su amor”: el drama del abandono cuando fallece el tutor de un animal de compañía

Montse Casaoliva

En la naturaleza, un gato enfermo o dolorido se convierte en una presa fácil para el depredador y, por eso, han aprendido a ocultar cualquier señal de vulnerabilidad. 

Getty Images/iStockphoto

La clave para comprender si algo está ocurriendo no es buscar grandes cambios, sino observar los pequeños: un gato que deja de subir a lugares altos o que titubea al hacerlo, que pasa más horas escondido, que se acicala menos o, por el contrario, se lame de manera insistente, está expresando algo. Un felino que se relaciona con nosotros de manera diferente también comunica un cambio. Y, aunque a veces lo normalizamos, un gato que vomita con frecuencia no está “haciendo algo típico”, sino que muestra un síntoma que debe atenderse.

Síntomas y herramientas 

A medida que envejecen, especialmente a partir de los siete años, es más habitual que aparezca artrosis. Se estima que, alrededor de los trece años, cerca del 90% presenta algún grado de degeneración articular. Sin embargo, la mayoría no recibe diagnóstico porque sus síntomas son tan discretos que pasan inadvertidos para su tutor.

Un gato con dolor articular no suele cojear. En su lugar, se limita a modificar pequeños aspectos de su rutina: deja de saltar a los estantes altos o lo hace con cautela, baja de los muebles alargando el cuerpo para evitar el impacto, juega menos, se muestra más rígido o reduce el acicalado en la parte posterior del cuerpo, ya que girarse le resulta incómodo. Son cambios que muchos tutores atribuyen al envejecimiento, cuando en realidad son signos de dolor.

En la naturaleza, un gato enfermo o dolorido se convierte en una presa fácil para el depredador y, por eso, han aprendido a ocultar cualquier señal de vulnerabilidad

Lídia LópezEspecialista en comportamiento y bienestar felino

Algo parecido ocurre con otros síntomas que vemos, pero no siempre interpretamos. Un gato que empieza a beber más agua de lo habitual puede estar mostrando los primeros signos de enfermedad renal o diabetes. Un aumento repentino del apetito, acompañado de pérdida de peso, vocalización excesiva o mayor inquietud o actividad, puede indicar hipertiroidismo, una enfermedad muy común en gatos mayores. Y un felino que duerme más horas, evita el contacto o prefiere esconderse puede estar experimentando dolor físico o estrés emocional. Ninguna de estas señales debe normalizarse.

La mejor herramienta para detectar estos cambios a tiempo es la observación cotidiana. Conocer cómo es nuestra mascota cuando está bien (cómo se mueve, cómo juega, de qué manera nos busca, cómo duerme, cómo se relaciona…) es lo que nos permitirá reconocer cuándo algo se altera. Por eso, llevar un registro puede marcar una diferencia enorme. Anotar la cantidad y tipo de alimento, el peso, los episodios de vómitos, el uso del arenero, los cambios en el juego, en el sueño o en la interacción social, nos da una fotografía continua de su bienestar.

En hogares con varios gatos, pesar a cada uno periódicamente es, en algunos casos, la manera más eficaz de saber si están comiendo lo necesario. Y registrar visitas, análisis veterinarios y tratamientos permite tener una visión global que facilita la detección precoz de cualquier problema.

La clave para comprender si algo está ocurriendo no es buscar grandes cambios, sino observar los pequeños o cotidianos detalles 

Lídia LópezEspecialista en comportamiento y bienestar felino

Con esta idea en mente, creé El Diario Felino, una herramienta diseñada para ayudar a los tutores a realizar este seguimiento sin esfuerzo y con claridad. No se trata solo de anotar datos, sino de aprender a mirar de otra forma: con atención, constancia y empatía. Cuando tenemos un registro, los cambios dejan de ser imperceptibles. Se vuelven evidentes.

Clara lo comprendió con su gato Félix. “Comenzó a vomitar de vez en cuando, y al principio pensé que era normal. Pero empecé a anotar cuándo ocurría, y también observé que bebía más y se quedaba largos ratos sobre el bol del agua. Eso fue lo que me hizo acudir al veterinario”, me cuenta. Gracias a esa observación, el problema renal se detectó pronto y Félix pudo ser tratado a tiempo.

Marta vivió algo parecido con Simón. “De repente empezó a robarme comida de mi plato, además, empezó a comer como si no hubiera comido en días y maullaba muchísimo. Yo pensaba que simplemente estaba más activo, hasta que me di cuenta de que también estaba perdiendo peso. Si no hubiera estado registrándolo, quizás no me habría dado cuenta tan rápido”. El diagnóstico fue hipertiroidismo y, gracias a la intervención temprana, Simón ahora está estable.

Un gato que empieza a beber más agua de lo habitual puede estar mostrando los primeros signos de enfermedad renal o diabetes. 

Getty Images
Lee también

Los gatos rara vez piden ayuda de forma evidente. Su instinto de supervivencia los empuja a ocultar el dolor hasta que ya no pueden hacerlo más. Por eso, nuestra atención es su mayor protección. Observar, anotar y no normalizar lo que cambia es un acto de amor.

Cuidar de un gato no significa solo alimentarlo, limpiar su arenero o jugar un rato. Significa aprender a leer lo que no dice, entender que sus silencios también comunican. Detrás de su aparente calma puede haber una llamada de auxilio silenciosa y cuando aprendemos a escuchar esa voz, es cuando realmente comenzamos a cuidarlos como necesitan.