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Dolors Parejo, profesora de autoescuela, sobre el carnet de conducir: “Casi todos los alumnos fallan en la gestión del embrague y el volante”

Entrevista en 'Guyana Guardian'

La profesora de autoescuela explica por qué casi todos fallan en lo mismo al empezar a conducir y cómo la falta de anticipación pesa más que cualquier marcha mal puesta

Dolors asegura que el embrague y el volante suele ser siempre la asignatura pendiente de todos los alumnos, ya sean jóvenes o mayores

Cedida

Hay profesiones que, aunque desde fuera parecen una cosa, no se entienden de verdad hasta que uno las vive desde dentro. Dolors Parejo pasa gran parte del día dentro de un coche, pero también dentro del miedo, de las dudas y de los nervios de quienes se enfrentan al volante por primera vez. Después de más de 9.000 alumnos, su trabajo es ya casi una extensión de su vida y vive ese trámite al que muchos deben enfrentarse, como si fuera suyo, ejerciendo una profesión que exige una mezcla constante de pedagogía, intuición y una paciencia que no se aprende en ninguna academia.

Quizá por eso, cuando hace unos meses una caída terminó en quirófano y con ocho tornillos en la pierna, su primer pensamiento no fue la rehabilitación, sino sus alumnos. “No puedo dejarles”, se repetía mientras los médicos intentaban tranquilizarla. En un sector donde faltan profesores, donde algunas autoescuelas han tenido incluso que cerrar por no encontrar profesionales, Dolors siente que su trabajo es también un compromiso. Por eso, cada mañana a las siete, aún con la rodilla algo resentida, vuelve al coche para acompañar a quienes empiezan de cero.

Dolors conoce el oficio desde dentro, pues su familia tenía una autoescuela, pero también lo ha visto cambiar por completo con la llegada de los patinetes eléctricos y las bicis, los nuevos certificados profesionales, la escasez de examinadores o la irrupción de los coches automáticos. Aun así, hay algo que no cambia nunca: los errores que todos repetimos cuando nos enfrentamos al primer semáforo en ámbar o al primer giro estrecho.

Una profesión infravalorada

Los errores más comunes

Según Dolors, hay dos cosas que se repiten con una exactitud casi matemática entre generaciones: los errores en el embrague y el volante. No importa si el alumno tiene 18 o 45 años, si ha jugado toda la vida a la Play o si lleva meses conduciendo un patinete eléctrico: el primer atasco mental aparece siempre en el mismo sitio.

Aprender a conducir un coche es uno de los grandes retos a los que todos debemos enfrentarnosCedida

“Muchos vienen con manías de los videojuegos, cogen el volante hacia atrás, cruzan las manos, giran como si no hubiera límites físicos en la vida real”, explica. Con el embrague, la película se repite. Al enfrentarse a un giro complicado o a una intersección más cerrada, muchos alumnos pisan a fondo sin haber reducido antes, provocando que el coche se cale justo donde más tensión hay. “Si vienen en tercera y no disminuyen la velocidad antes de reducir a segunda, el coche se les apaga, sobre todo en bajadas”, explica. El problema no es solo técnico, sino emocional: el alumno interpreta ese calado como un fracaso rotundo, no como parte natural del aprendizaje.

“Aprender es equivocarse”, repite Dolors como un mantra. Error-aprendizaje, error-aprendizaje, pero el problema es que casi nadie llega a clase con esa idea. La mayoría teme molestar al tráfico, desesperar al profesor o recibir un pitido que les recuerde que aún no dominan el coche. El miedo no está en las marchas, sino en sentir que se está entorpeciendo a los demás. “Ese es el mayor bloqueo”, asegura.

Una profesión infravalorada

La llegada de los patinetes eléctricos y las bicis 

Otro elemento que ha cambiado la manera de enseñar es la llegada de alumnos que se desplazan habitualmente en patinete o bici. Para Dolors, esto tiene dos caras: mejoran la percepción del entorno, miran más y anticipan mejor… pero vienen cargados de vicios difíciles de corregir.

“Quieren girar a la derecha abriéndose hacia la izquierda, como harían con la bici”, lamenta. Un gesto que, en un coche, puede suponer una colisión con un peatón o un ciclista que aparezca justo en ese ángulo ciego. Reconducir esas inercias requiere psicología y mucha calma, pero “se ponen nerviosos cuando les dices que no pueden hacerlo así porque ‘ellos siempre lo han hecho así’”, explica.

Tras más de 9.000 alumnos, Dolors ha vivido experiencias de todo tipo, la gran mayoría positivasCedida

Cuando conducimos, la anticipación, dice Dolors, es la habilidad más infravalorada. Mirar solo un metro por delante, en lugar de levantar la mirada y comprender qué pasará unos segundos después, es probablemente otro de los fallos más comunes entre sus alumnos. Da igual que el coche sea manual, automático o eléctrico: sin anticipación, la conducción se convierte en una sucesión de sustos.

Una profesión infravalorada

Los alumnos son ya parte de su vida 

El día a día de Dolors es una rutina más que aprendida. Clases de hora y media, rutas por zonas industriales para principiantes, recorridos de examen para los que ya tienen soltura y tardes dedicadas a la teoría. Su jornada es de 35 horas semanales, como marcan las condiciones del sector, pero su dedicación va más allá del reloj. “No somos 'pisapedales', como mucha gente nos llama. Hay una responsabilidad legal y emocional muy grande que desde fuera no se ve”, asegura.

Esa carga emocional también aparece en las anécdotas que acumula después de tantos años. Algunas rozan el surrealismo: alumnos que, al oír “vamos a salir”, interpretan que la clase ha terminado y se bajan del coche con el bolso; otros que activan el limpiaparabrisas cuando intentaban poner el intermitente y entran en pánico mientras el agua salta por todas partes. Son escenas cómicas, sí, pero también reveladoras del nivel de estrés que acompaña a muchos alumnos, especialmente en los exámenes.

Hay una responsabilidad legal y emocional muy grande que desde fuera no se ve

Dolors Parejo

Y luego están los que quieren examinarse sin estar preparados. Para ellos, Dolors tiene un método infalible: simulacros de examen reales, 25 o 30 minutos con sus fallos anotados en una libreta que el alumno se lleva a casa. La mayoría entiende rápidamente dónde está el problema y que todavía no están preparados, pero para los que incluso así insisten, suelen suspender en segundos. “A veces el examen no les dura ni 30 segundos”, comenta con resignación.

La ilusión que los alumnos experimentan cuando logran sacarse el carnet es el motor que impulsa a Dolors a seguir haciendo lo que más le gustaCedida

Pero si hay algo que Dolors quiere dejar claro es que su profesión está infravalorada. No por falta de alumnos, sino por desconocimiento. “Mucha gente cree que solo damos vueltas con un coche, pero no saben la carga mental que hay detrás”, explica. La falta de profesores es tan grave que hay autoescuelas que han tenido que cerrar aun teniendo lista de espera. Algunos profesionales vienen de Portugal quince días seguidos, trabajan sin descanso y regresan quince días más tarde.

Lo difícil no son las marchas, sino la anticipación

Dolors Parejo

Aun así, Dolors sigue defendiendo el oficio con una mezcla de vocación y firmeza. Cree que la IA y los simuladores serán útiles, pero no sustituirán la responsabilidad humana. Y defiende enseñar con coche manual porque da más control y abre más puertas. “Lo difícil no son las marchas, sino la anticipación”, insiste.

Al final, esa es la idea que resume su trabajo: conducir no va de dominar un pedal o una palanca, sino de entender el entorno, relajarse y saber mirar un poco más allá. Lo demás, como saber poner bien las manos en el volante o dominar el embrague, acaba llegando, pero la calma, la paciencia y la confianza es lo que se entrena con alguien como ella al lado.

Joel Sáez Vargas

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Graduado en la Universitat Internacional de Catalunya y con un máster de periodismo deportivo cursado en UPF Barcelona School of Management he trabajado durante estos años en proyectos de redacción, cobertura de eventos y creación de contenido para redes sociales. Actualmente en el equipo de Audiencias de Guyana Guardian.