Olaya Caldera (Barcelona 1980) es una artista multidisciplinar, con grandes cualidades para la interpretación, la pintura y la fotografía. Como actriz ha demostrado sus dotes con papeles en diversas series televisivas y producciones cinematográficas, entre las que destacan Hit, El síndrome de Ulises y la película Una vida no tan simple. Para ella, actuar es como estar todo el rato enamorada. Además de esta confesión, vamos a saber un poco más de esta catalana en sus facetas más desconocidas.
Olaya, ¿en qué te mueves habitualmente?
Como vivo en el campo, casi perdida en medio de la montaña, me desplazo mucho en coche. Sin embargo, cuando bajo a Madrid me muevo en autobús o metro.
Viviendo en la montaña, ¿cómo llevas moverte por Madrid?
Aunque me saqué el carnet en Madrid, no me gusta mucho conducir allí porque es la jungla. Evito desplazarme en coche por el centro; lo aparco y me muevo en autobús, en metro o caminando. De hecho, me encanta andar por esta ciudad tan viva; me pongo mi musiquita y voy por ahí mirando a la gente.
¿Cómo fue sacarte el carnet de conducir en Madrid?
Debo admitir que tenía un poco de miedo al coche por un accidente de tráfico que había sufrido cuando tenía unos 25 años, pero a los 38 decidí que debía quitarme ese miedo y me saqué el carnet. Y lo hice a la primera. Tuve un profesor de autoescuela buenísimo que me enseñó a moverme por la ciudad y me decía: “Esto es la jungla y debes ir con decisión”. Recuerdo que, cuando entraba en pánico, me ayudaba calmándome y pidiéndome que respirara bien. Me hacía terapia mientras llevaba el coche.

Olaya Caldera se sacó el carnet de conducir a la primera con 38 años
¿Qué pasó en ese accidente?
Sucedió el día que se casaron los reyes de España, Felipe y Letizia. Llovía muchísimo. Estaba en un rodaje e íbamos a cambiar de localización. Aunque normalmente los desplazamientos se hacen con el equipo de producción, esa vez el actor que estaba conmigo me propuso llevarme en su vehículo y acepté para que no fuese solo. La lluvia le hizo perder el control y nos dimos un golpe fuerte; del susto, cogí miedo a ir en coche.
Los miedos hacen que tu libertad se vea oprimida, por lo que me opuse a que me limitaran hasta ese punto. Así que me enfrenté al miedo y me saqué el carnet de conducir, aunque tuvieron que pasar más de 10 años desde aquel accidente. Me vino genial porque, curiosamente, acababa de hacer el casting de Hit, que fue mi primer papel protagonista potente en una serie, y me dijeron que para esa interpretación tenía que conducir.
Los miedos hacen que tu libertad se vea oprimida, por lo que me opuse a que me limitaran hasta ese punto"
Conducir, sea el vehículo que sea, a unas personas les relaja, a otras les estresa y hay otra especie que ni siente ni padece. ¿En qué grupo estás tú?
Depende del viaje que haga o a dónde vaya. Mientras que conducir por ciudad me estresa muchísimo porque el tráfico es más salvaje y se nota que la gente se mueve con prisa, cogerlo por carretera para ir a un pueblo me gusta; me pongo música y voy tranquila. ¡Además, creo que conducir puede ser algo muy relajante!
¿Cuál ha sido la última vez que te has enfadado con otro conductor o conductora?
Me enfadé una vez con un señor que me decía que le había dado un toque al coche y no era verdad. Su vehículo tenía un golpe, pero no se lo había dado yo. Estaba totalmente convencida porque soy muy, muy cuidadosa. Aunque me enfadé, fui práctica y pensé: “Vamos a solucionarlo llamando a la policía”. Se demostró que no había sido yo porque mi coche es blanco y, si le hubiera dado, el golpe tendría pintura de ese color.

Olaya Caldera también es fotógrafa
Ahora llega la pregunta de control: ¿Qué es lo más loco que has hecho en un coche?
Su sonrisa, en este punto, es igual a la de una niña que ha hecho una travesura…
¡Aquí me has pillado! Hombre, en la adolescencia, lo que hemos hecho un poco todos, ¿no? Ahora que lo pienso, es lo más loco que voy a hacer.
Continúa riendo, un poco sonrojada.
¿Cuál fue el último viaje largo en coche que hiciste?
Los viajes más largos que he hecho han sido a Francia y a Portugal.
¿Qué es lo que nunca falta cuando tienes que hacer un viaje de ese estilo?
Un antifaz para dormir, porque no puedo descansar con luz, y también buena música. Hago muchas playlists dependiendo del viaje. Tengo una que se llama “Chilcaldera”, que es muy de conducir, pero también tengo mis mezclas de jazz, de blues... Eso y unos buenos snacks.
¿Qué snacks?
Pues bocatas de jamón, tortilla de patatas, los clásicos que siempre funcionan.
Hay un viaje que recordaré toda mi vida, que es cuando fui por primera vez a Hong Kong"
Olaya, no solo eres actriz, eres artista y dedicas buena parte del tiempo a la pintura. ¿Algún viaje te ha servido de inspiración para alguna de tus obras?
Sí, claro. Cuando viajo pinto mucho; llevo mis libretas, mi estuche, las acuarelas, algunos pinceles, lápices... En mi día a día, lo suelo llevar, pero en los viajes, mucho más. No soy mucho de replicar lo que veo, sino de plasmar la sensación que pueda tener de un lugar. Sí que pinto retratos de gente que conozco en los viajes o de personas que voy encontrando por el camino.
¿Cuál es el viaje que no olvidarás nunca?
Hay un viaje que recordaré toda mi vida, que es cuando fui por primera vez a Hong Kong. Acababa de ver las películas del director de cine Wong Kar-Wai, que me encanta, y al pasear por las calles de la ciudad lo tenía muy presente. Era la misma sensación que tendría un fan de Woody Allen que se pasea por el Manhattan que aparece en sus pelis. Fue una experiencia muy bonita, bastante catártica.
Era una época en la que no todo el mundo hablaba inglés; incluso ibas con una tarjeta que indicaba la dirección de tu hotel por si te perdías o para enseñarla al taxista que debía llevarte de regreso. Una vez me perdí y acabé en un barrio obrero precioso, donde descubrí una librería de cine que se llamaba ¡Kubrick! La dependienta hablaba inglés y nos pusimos charlar de cine durante un buen rato, y me dijo que en el cine del lado proyectaban la última película de Kar-Wai. Era My Blueberry Nights. Fui a esa sala hongkonesa a verla porque, además, tardó como dos años en llegar a España. Creo que eso fue lo más cercano a la felicidad que había experimentado hasta entonces.

Olaya Caldera es actriz y pintora
En este sentido, a veces tenemos costumbre de volver a los lugares que nos hacen sentir bien, como en casa. ¿A qué lugar no dejas de volver?
Yo soy medio catalana y medio extremeña: nací en Barcelona, me crié en Extremadura y más tarde volví a Barcelona. Siempre que regreso a la ciudad condal voy a la Barceloneta y miro a las señoras que van a la playa con sus tumbonas a primera hora de la mañana. A ese lugar me llevaba siempre mi abuela Emilia y he vivido un montón de cosas con mi familia, por lo que, para mí, ir allí es volver al hogar, me hace sentir de nuevo en casa.
¿Me preparas un plan en uno de tus lugares favoritos?
Podríamos preparar un buen plan en diferentes lugares. Por ejemplo, me encanta, de repente, irme tres días a Londres a ver cine, teatro, caminar y perderme en las tiendecitas y las paradas de ropa de segunda mano. Otro plan es el de irme a una casa perdida en medio de la nada, en plena montaña, donde solo hay una chimenea. La verdad es que depende mucho de cómo esté porque también me parecería un súper plan el pasar unos días comiendo cosas ricas, leyendo, charlando… Si fuera con alguien que conozco poco, me iría a una gran ciudad, porque entonces tendría diferentes estímulos y ahí podría saber quién es esa persona y conocerla más. Por otro lado, si la conozco muy bien, prefiero un sitio más tranquilo y de más intimidad, donde poder estar solos, compartiendo y charlando.
Me encantaría ir sola a Islandia, con una caravana, en una época que no haga mucho frío y recorrerla de arriba abajo"
Cuando vas en un avión, en ocasiones, te toca ir al lado de un fenómeno o una fenómena… ¿Cuándo te tocó a ti?
¡Una fenómena!, me encanta ese adjetivo.
Risas…
No soporto a la gente que habla tan alto que se entera todo el mundo. Me ponen muy nerviosa porque parece que vayan solos y no se dan cuenta de que los demás estamos ahí. De hecho, siempre voy con auriculares o cascos porque soy bastante sensible a los sonidos y me gusta ir tranquila.
¿Qué viaje te gustaría hacer en solitario?
Me gustaría ir a Islandia. Me encantaría ir sola, con una caravana, en una época que no haga mucho frío y recorrerla de arriba abajo. Dormir bajo esos cielos impresionantes, ver las auroras boreales, quedarme ahí mirando el cielo y pararme en cualquier sitio con la caravana. Además, es que, de esa tierra, me fascina todo: la música, la gente…
¿Alguna vez has hecho una amiga o un amigo inesperado mientras estabas de viaje?
Sí, un montón de veces. Esos viajes son geniales y, cuando te pasa, es maravilloso porque, de repente, conectas con alguien que no esperas. Además, lo más curioso es que suelen ser caracteres muy diferentes a ti. De alguna manera, cuando tú viajas, es como si no tuvieras identidad porque el resto no sabe quién eres. A veces, te haces amigo de personas que si te las cruzaras en tu ciudad, seguramente, no repararías en ellas ni en sus historias. Fuera se produce un encuentro más genuino, como cuando dos niños se encontraban en una piscina estando de vacaciones y decían “Hola, soy Olaya, ¿vienes a jugar conmigo?” y rápidamente se hacían amigos. Como adultos, hemos perdido esa facilidad de vincularnos con un desconocido íntimamente. Los viajes provocan ese tipo de vínculos porque te sientes un poco más indefenso, porque no estás en tu entorno ni en tu zona de confort. Cuando encuentras a alguien con quien te sientes bien y tienes algo en común, como el idioma o la tierra, aunque puedas estar en Hong Kong, directamente has hecho match.

Olaya Caldera ha participado en series y películas como 'Hit', 'El síndrome de Ulises' y 'Una vida no tan simple'
Lo más surrealista que te ha pasado viajando…
Me pasó en la India. Era un día que no deberíamos haber salido porque era la fiesta Holi; todo el mundo sale a la calle, tiran especies y es una celebración divertidísima. Pero claro, era una época en la que Nueva Delhi estaba revuelta y, siendo turista, debíamos ir con cuidado; nos decían incluso que era mejor no salir del hotel. De repente, nos metimos en una especie de templo y, cuando estábamos allí dentro, que había muy poquita gente porque todo el mundo estaba en la fiesta, aparecieron militares con metralletas y nos encerraron sin poder salir. Lo que en realidad estaba sucediendo era que los militares protegían el templo, ¡no pasaba nada! Pero imagínate la situación, nosotros ahí en medio, justo después de que nos dijeran que no nos podíamos mover del hotel… ¿Qué nos pasó? Que entramos en pánico.
Bueno, Olaya, llegamos al final. ¿Planes para hoy?
Hoy voy a estar tranquilita escribiendo en casa. No tengo rodajes, no tengo nada a la vista; bueno, sí que tengo que estudiar una cosa pequeña, pero como la llevo bastante bien, me voy a quedar escribiendo en casa todo el día.
Olaya desprende una sensibilidad, bañada de luz, que no deja a nadie indiferente. Tengo la sensación de que la actriz ha vivido, y vive, cada uno de sus viajes desde un punto de vista espiritual y emocional que va mucho más allá de la experiencia que puede conseguirse en un viaje organizado. Por suerte, y de la misma forma que se hace un amigo inesperado durante un viaje, hoy he conocido a Olaya Caldera.