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Manolo García, cantautor, 69 años: “Mi coche estaba ardiendo y me estaba poniendo nervioso; para abstraerme me puse a escribir”

VIP sobre ruedas

El compositor barcelonés crece que “El viajero más avezado siente en sus carnes la picadura de la incertidumbre“, pero no se refiere ”al turista que lo lleva todo pagado y organizado”

El también autor de un libro de relatos admite que le llena “pasar un rato en el bosque recogiendo piedras, que luego voy a pintar”

Manolo García, cantautor y compositor, en el Hotel Casa Fuster en Barcelona 

Manolo García, cantautor y compositor, en el Hotel Casa Fuster en Barcelona 

Paula Sama / Propias

Títere con cabeza es el título con el que el músico y cantante Manolo García (Barcelona, 1955) se adentra en el mundo de la narrativa con su primer libro de relatos.

Hablar de él es hacerlo también de los sentimientos y las emociones que cientos de miles de personas han vivido, algunas desde pequeñas, al escuchar canciones como Son cuatro días. Al son de estos temas reviven, casi de forma instantánea, diferentes momentos de su vida, en los que la voz del artista de Poblenou fue su banda sonora.

Este queridísimo icono del rock tiene ahora la oportunidad, a través de su prosa, de continuar haciendo sentir y emocionar como solo él sabe hacer.

Manolo, tengo entendido que aunque no te gusta nada la velocidad, y te pone nervioso, este libro nace casi en medio de una situación complicada. ¿Qué pasó?

Debo admitir que las autopistas y las autovías no me gustan porque ahora la gente corre mucho y adelanta de manera desenfrenada. El libro surgió a partir de un percance que tuve con mi coche. Tengo un ‘cacharrillo’ híbrido que se incendió durante un trayecto. Tras cumplir el protocolo de rigor para garantizar la seguridad vial (me puse el chalequito reflectante y coloqué el triangulito), pensé que debía apartarme porque, a pie de carretera, los camiones son unos monstruos que dan miedo. Así lo hice y, mientras esperaba que llegasen los bomberos, aproveché para escribir un relato. Me decía a mí mismo: “Tengo que irme de aquí, me estoy empezando a poner nervioso y no me gusta nada todo este lío del coche ardiendo”.

En realidad, el coche me daba igual, no quería que le pasara nada a nadie. Para abstraerme de la situación, ahí comencé a escribir el primer relato, en lo que tardaron en llegar los servicios de emergencia y asistencia. Era la historia de un policía nacional que va a ver a su novia, desde Valencia a Murcia por la autopista, y tiene una pequeña contingencia.

Manolo García huye del materialismo que caracteriza la sociedad actual 
Manolo García huye del materialismo que caracteriza la sociedad actual Rubén Martín

Esto es una auténtica “venti” -de “aventi”, aventura-, como decían de niños en Poblenou.

¡Sí, es una “venti”! Es lo que hacíamos de críos. Entonces no existían los móviles, y con los amigos nos explicábamos o inventábamos aventuras, mientras pasábamos el rato sentados en un banco del parque del barrio o en las escaleras de la iglesia. Y esto es justo lo que hago yo en mi libro de relatos, contar aventuras. Soy amigo de la tradición oral; me gusta una buena reunión de amigos, una alrededor de una mesa con un café e intercambiando experiencias. Es lo que hace que una tarde que podría ser aburrida o anodina pase a ser interesante.

En Rosa de Alejandría dices “puedo ver el ayer”; en el libro viajas al pasado, como a Woodstock o la Guerra Civil. ¿Qué buscabas mostrar al lector sobre nuestra humanidad al revisitar estos momentos históricos?

Intento reflexionar, con un punto de ironía y humor en algunos momentos, sobre la condición humana. Todos tenemos una dualidad, en la que a veces hay que hacer un esfuerzo grande para evitar que la sombra gane a la luz.

No estés triste, dice, “puedes oír el rumor del tiempo que se va”. En las historias futuristas del libro, ¿qué relación buscas plantear entre el tiempo, la movilidad, la tecnología y la esencia humana?

El presente no existe en realidad; el vértigo de la existencia es tal que todo acontece al instante, y el instante ya ha pasado siempre. Es decir, somos el asno detrás de la zanahoria, que nunca alcanzaremos. Mientras ese instante se nos escapa como agua entre las manos, vamos intentando vivir, aunque todos estamos abocados muchísimas horas del día y muchísimos días del mes a simplemente sobrevivir. Vamos reptando por la vida un poco porque nos lo hemos buscado o porque nos hemos dejado hacer; hemos dejado que el mundo se transforme en un lugar a veces inhóspito, a veces duro, cuando podría ser de otro modo.

El vértigo de la existencia es tal que todo acontece al instante, y el instante ya ha pasado siempre; es decir, somos el asno detrás de la zanahoria, que nunca alcanzaremos”

Manolo García

Manolo García

Cantautor y compositor

En tus canciones, y ahora en Títere con cabeza, hablas del arraigo y del movimiento. ¿Cómo conviven en ti el amor por tu patria personal, como esa casita en el campo, con el impulso de viajar y descubrir?

La casita en el campo era la de mis abuelos, que nosotros conservamos. Es un pequeño cortijo, prácticamente de pastores, de gente que vive en el campo en las mismas condiciones que entonces porque, de hecho, no llega la luz. Durante miles de años, el mundo ha caminado de una manera muy lenta, porque la tecnología punta durante siglos ha sido el azadón y el botijo. Ahora, por un misterio que no acierto a comprender, en ciento y pico de años, desde la revolución industrial y ahora la tecnológica, hemos pasado de la velocidad del caracol a la del jaguar sin serlo, porque no estamos diseñados para correr tanto.

Mi libro de relatos surge de esta manera mía de enfrentarme con una situación que no quiero aceptar, pero que se impone y me chafa. Trato de abstraerme a través del mundo de la cultura, de la pintura, las artes, que yo siempre he amado desde crío.

El cantautor cree que todas las personas tienen luces y sombras 
El cantautor cree que todas las personas tienen luces y sombras Rubén Martín

 Todo es ahora. Decíamos que, en el libro, juegas con el tiempo, trasladando a los personajes al pasado y al futuro. ¿Qué has aprendido de viajar en el tiempo, ya sea escribiendo o en tus propias vivencias físicas, al recorrer el mundo?

Siempre he creído que el viaje más importante es hacia el interior de uno mismo para conseguir la templanza personal. Eso puedes encontrarlo tanto en la India como en España, porque eres tú el que se mueve con su carga de luz y sombra. Yo soy viajero por motivos de mi profesión de músico; solo he ido de turista una vez y me arrepentí. Era un viaje organizado en grupo a Túnez. No me gustó porque era muy “aborregado”. El guía nos llevaba a sitios donde se llevaba una comisión, de modo que “Aquí hay que comprar una alfombra”, “aquí lo que ya sabemos”, “aquí hay que tomar un té”. Es la única vez que he hecho un viaje así, y no lo disfruté porque vi que todo era bastante artificial.

Cuando me desplazo por trabajo busco alicientes culturales porque he denostado el mundo del consumo; pienso que es un error humano. Estamos contaminando el planeta para hacer cachivaches que no necesitamos y que acaban en un cajón o nunca llegamos a usar. Por eso digo que mi afán ha sido el del viaje interior y lo he hecho a través de las canciones, de la música, de los libros, la literatura o el cine.

Me gustaría descubrir zonas de Asia en las que todavía prima lo espiritual, alejadas de los circuitos turísticos que ya corrompen y malbaratan el valor de la autenticidad.

Me gustaría descubrir zonas de Asia en las que todavía prima lo espiritual, alejadas de los circuitos turísticos que ya corrompen y malbaratan el valor de la autenticidad”

Manolo García

Manolo García

Cantautor y compositor

¿Qué papel juegan tus viajes en esta búsqueda del “misterio” que mencionas en tus letras y relatos?

Creo que todo es casual. Esos grandes amores, esos grandes logros son fruto de la casualidad. Soy de los que piensan que el destino no está escrito, que lo vas escribiendo tú casualmente. Mi filosofía de bolsillo, que es muy pequeñita, es que yo soy uno que pasaba por aquí.

“Voy a encontrar mi sitio en un rincón del mundo...”. El libro parece explorar el anhelo por la sencillez y la autenticidad. ¿Por qué son importantes esas cualidades a lo largo de una vida llena de viajes?

Bueno, para no enloquecer. A mi me llena pasar un rato en el bosque recogiendo piedras, que luego voy a pintar. No está de moda y, seguramente, es una dedicación un tanto estrambótica, pero me da igual. Echar la mañana en eso llena mi espíritu sin molestar o hacer daño a nadie. A alguien le gustará más ir a un centro comercial a mirar un reloj que se quiere comprar, pero yo prefiero ir a una playa solitaria a buscar palos, siendo menos esclavo del dinero. Si quiero comprar un reloj de marca (o cualquier otro producto), tengo que estar trabajando en una cadena diabólica que me exprime a mí mismo para obtener cosas que tampoco necesito tanto. Para mí el valor principal de la vida no es el dinero, es el tiempo.

Manolo García durante un concierto en el Palau Sant Jordi de Barcelona
Manolo García durante un concierto en el Palau Sant Jordi de BarcelonaAndrea Martínez / Propias

¿Qué lugares del mundo te han mostrado esa conexión pura con lo que es para ti la vida?

Las vías pecuarias, los pastores, me han mostrado los caminos de carro y eso me ha mostrado la vida. Los ganaderos, la gente que está en el campo, la gente que se levanta y se acuesta con el sol. No tanto las personas que hacen negocios con el campo, sino el ser humano de a pie.

En los viajes, como en la vida, hay momentos difíciles. ¿Cuál fue un viaje o experiencia particularmente dura que se transformó en aprendizaje para ti?

Por mi trabajo he viajado por Europa y bastante por América. Sin embargo, no me va bien ir en avión y tener en poco tiempo cambios de horarios o grandes diferencias de latitudes. Además, viajar significa incertidumbre, desazón. Hasta el viajero más avezado siente en sus carnes la picadura de la incertidumbre. Hablo del viajero, no del turista que lo lleva todo pagado y organizado.

“Huella de mi búsqueda errante…” ¿Te sientes más un viajero errante o alguien que siempre regresa a su hogar?

Soy nómada por naturaleza. Siempre he creído que el gran error del ser humano fue asentarse, porque ahí surgieron las ciudades y la propiedad privada, algo terrible que aún arrastramos. En el nomadismo había algo animal, para mí, muy atrayente.

Siempre he creído que el gran error del ser humano fue asentarse, porque ahí surgieron las ciudades y la propiedad privada, algo terrible que aún arrastramos”

Manolo García

Manolo García

Cantautor y compositor

Manolo, ¿cuántos bares como el de la Luna te has encontrado en la Tierra?

Muchos. En los bares captas la esencia de la vida a pie de calle, desde la mañana, con la gente que va a los trabajos, hasta la noche. A veces son los bares de los cuadros de Hopper, solitarios, un lugar donde el parroquiano de turno busca compañía. En el fondo, busca que ese ser social que somos todos se sienta en compañía. Porque a veces la vida de uno está vacía. Está dentro de un hogar, pero fuera de lugar.

“Saldremos a la lluvia…” ¿Hasta qué punto es importante para ti sentir, observar, cuidar la naturaleza y dejarlo plasmado en tus relatos?

Vivimos de espaldas a la naturaleza. Hasta hace nada, el ser humano dependía de la naturaleza mientras que, en los últimos tiempos, nuestra vanidad nos ha llevado a creer que somos inmortales, y eso es un error. Por otro lado, pensar que el planeta está a nuestro servicio también es un error garrafal que las generaciones venideras pueden pagar muy duramente. La naturaleza es la madre y el ser humano siempre ha vivido gracias a ella. Somos sus hijos, no sus jefes, no sus dueños. Es ella quien manda. Pero las lecciones que nos va dando, los pequeños vapuleos, se pueden llamar Dana en Valencia, se pueden llamar tifón en las islas Maldivas o se pueden manifestar como grandes inundaciones en el centro de Europa.

Al cantante le gusta todo lo que tiene que ver con el arte y la cultura; en la imagen, Manolo García posa en una exposición en Madrid 
Al cantante le gusta todo lo que tiene que ver con el arte y la cultura; en la imagen, Manolo García posa en una exposición en Madrid Efe

“Un giro teatral ha dado mi vida desde que te conociera”. ¿Alguna vez un viaje inesperado o alguien cambió el rumbo de tu vida o de una historia que querías contar?

Sí, a veces es un vapuleo que te dan las situaciones de la vida. Yo, sobre todo, por la parte de Albacete, que es de donde proviene mi familia, mis abuelos. Allí he visto cosas entre la gente que trabaja en el campo y que tiene animales, siempre de una manera humilde. No hablo de grandes ganaderos, hablo de personas que tienen 200 ovejas y 100 cabras, que hacen quesos y se ganan la vida con eso. Pues ahí he vivido historias que me han enseñado mucho sobre el valor de la vida. Del valor y, a veces, de lo poco que cuesta perderlo todo y de lo mucho que cuesta recuperar ese poco que has perdido.

Alguna vez has dicho que “ya no quiero ser nómada, solo excursionista mental”. ¿A dónde te gustaría llegar, física o mentalmente?

Soy un nómada mental y espiritual. Los libros, con las experiencias vividas por otros, me ayudan mucho. Ahora estoy releyendo Relatos de Daniel Defoe. El libro va desgranando una serie de vidas y de historias de piratas; vidas reales, hechos luctuosos durísimos de personas que van incluyendo el tráfico de seres humanos esclavizados procedentes del continente africano hacia América.

“Somos gente ficticia, náufragos urbanos”, ¿podría ser la banda sonora de Títere con cabeza?

Sí. No sé cuántos de nosotros somos náufragos urbanos; yo sí lo soy. A mí no me gustan las grandes urbes y menos con toda la cacharrería que se nos presta y de la cual hacemos un uso bastante disparatado. Entonces, bueno, soy un náufrago urbano, pero hay que admitir que, evidentemente, también tiene su parte buena el ser urbanita. Yo procuro irme siempre; además, tengo la excusa de la música, con lo cual siempre me estoy marchando de la gran urbe.

Manolo, con la promo del libro has hecho muchas entrevistas y, a lo largo de tu vida y de tu carrera, ni te cuento… Hay una cosa que querría saber para acabar… ¿Hay algo que te gustaría que te preguntaran?

No, porque a mí me gusta el diálogo. Las preguntas van implícitas en la charla, en las miradas, en los silencios…

Estábamos tan a gusto que nos quedamos charlando y disfrutando de un buen café, de esos que saben mejor en bares como el de la luna. La vida de Manolo García es algo que va mucho más allá de los escenarios y de las listas de éxitos: el músico llega hasta el corazón de muchísimas personas que admiran, disfrutan y ven belleza en todas y cada una de sus facetas artísticas. Hoy, he tenido la suerte de conocer, sólo un poquito, a esa persona sencilla y auténtica que hay detrás de todo eso, por lo que tengo la sensación de haber recibido un gran regalo: el de haber hecho un amigo con el que poder contarnos unas “ventis“”, de vez en cuando.  

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