Actualidad

Paco Varela, diseñador de moda: “Soy una persona muy nerviosa y, cuando me examiné de conducir, me temblaba tanto la rodilla que me daba con el volante; me lo saqué a la tercera, con dos tilas”

VIP sobre ruedas

El diseñador recuerda con mucho cariño su primera moto: “Durante 8 años tuve una Peugeot Speedfight con la que fui muy feliz”

Paco Varela, diseñador de moda

Paco Varela, diseñador de moda

Paco Varela no es de los que pisan fuerte: pisa con intención. Su camino -trazado entre Cádiz, Portugal y Madrid- está hecho a base de tomar decisiones con carácter, de silencios fértiles y de un romanticismo algo áspero que se intuye bajo cada tejido que diseña. Podría decirse que ha vestido a la nueva escena cultural española sin ruido, pero con una estética poderosa, reconocible y, sobre todo, muy suya. En sus trajes hay melancolía y metal. Nostalgia, pero también discurso. Un equilibrio entre lo clásico y lo peligroso.

El apodo que le puso el periodista Rafael Muñoz -“el dandy de Malasaña”- se le queda corto, porque Paco es más que eso, es el niño que viajaba en un coche sin aire acondicionado anotando en su diario cuándo paraban a comer, y también el hombre que ahora elige Nueva York para su próxima luna de miel. Es aquel que vivió la moda desde la intuición, el que se educó diseñando para otros, el que sabe que el vestuario puede ser escudo, bandera o rendición.

Hoy, no nos interesan los focos ni las telas. Hoy hablamos del desplazamiento como narrativa: de cómo viaja quien vive de observar, de cómo se mueve alguien que busca belleza en lo cotidiano, y de lo que se transforma cuando uno se traslada de verdad. Una entrevista sin estéticas forzadas, en la que Paco responde desde su lugar más real: aquel que está entre la elegancia y el vértigo.

Paco Varela, te veo feliz.

Ahora mismo estoy muy contento, atravieso un buen momento tanto en mi vida personal como profesional. Ocupado como siempre entre tejidos y diseños, pero disfrutando mucho del proceso creativo. Me ha pasado una cosa muy curiosa profesionalmente y es que, sin quererlo, mi marca, y las personas que apuestan por ella, me han llevado a que me centre más en la línea de la sastrería. Llevo años vistiendo a actores y cantantes para los Goya y diferentes alfombras rojas, cosa que ha hecho que entre gente en la tienda pidiendo el traje que llevó Alfred García en Eurovisión o el esmoquin que lució Álvaro Morte en los Goya. También me piden que les haga a medida el traje de sus sueños, aquel que tienen en su cabeza, pero que no encuentran en ningún lugar.

Paco Varela ha vestido a numerosos actores en los premios Goya
Paco Varela ha vestido a numerosos actores en los premios Goya

Te sacaste el carné con 23 años en Madrid y solo has conducido una vez. ¿Qué pasó ese día para que nunca más lo repitieras?

Pues que no me gustó nada, la verdad. Me lo saqué porque iba a vivir a Madrid y creía que, en una ciudad tan grande, podría hacerme falta. El teórico lo aprobé a la primera y el práctico a la tercera. Soy una persona muy nerviosa y me temblaba tanto la rodilla que me daba con el volante, un cuadro… Así que a la tercera me tomé dos tilas alpinas que me relajaron tanto que, incluso, aprobé.

¿Qué hay en la idea de “no conducir” que, paradójicamente, encaja tan bien contigo y tu estética?

Hay una conexión clara entre no conducir y mi manera de entender la estética y la vida. Elegí no hacerlo porque valoro la pausa, la posibilidad de observar, de dejar que el mundo fluya a un ritmo que me permita apreciarlo con atención. Mi trabajo se alimenta mucho de eso: del detalle, del tiempo que requieren las prendas delicadas, de lo hecho a mano. Además, me gusta caminar por la ciudad, mirar cómo viste la gente, cómo se mueve… Todo eso nutre mi proceso creativo.

Soy una persona muy nerviosa y, cuando me examiné de conducir, me temblaba tanto la rodilla que me daba con el volante; me lo saqué a la tercera, con dos tilas alpinas”

Paco Varela

Paco Varela

Diseñador de moda

En Cádiz, tuviste un ciclomotor durante 8 años. ¿Era libertad, estilo, necesidad o todo junto?

Tendría unos 16 años y en mi pandilla éramos una docena de chicos y varios de ellos tenían una scooter. Lo típico a esa edad: íbamos de dos en dos y nos movíamos por Cádiz para ir a la playa, al parque, salir por la noche… y yo, además, la usaba para ir al instituto. Si tus amigos la tenían, tú también la querías. Era una Peugeot Speedfight azul marino… Bah, nunca voy a olvidar todo lo que vivimos juntos. Al venir a vivir a Madrid, se la vendí a un tío mío que la necesitaba para trabajar.

¿Cómo imaginas hoy ese ciclomotor si lo reinterpretaras como una pieza de colección de tu marca?

Sería una prenda que hablaría de velocidad, juventud y estilo. Imagino algo tipo un mono ajustado, con cremalleras visibles, mangas que quedaran por encima del codo y puños de algodón, igual que en los bajos del pantalón. Representaría perfectamente ese espíritu de rebeldía elegante. Lo que me atrajo de aquel modelo fue precisamente su elegancia; no era una scooter cualquiera. Me sentaba sobre ella y me sentía elegante. Ahora que lo digo en voz alta y me escucho, me da la risa, pero es tal cual.

El diseñador Paco Varela tuvo durante 8 años un ciclomotor Peugeot Speedfight
El diseñador Paco Varela tuvo durante 8 años un ciclomotor Peugeot SpeedfightWikipedia / Maximilian Max Zoll

Los viajes familiares en coche por España... ¿Qué aroma o sonido te lleva directo a esos trayectos sin cinturón y sin aire acondicionado?

Soy de Cádiz, por lo que cualquier destino al que quisiéramos ir siempre significaba muchas horas de coche. Recuerdo los viajes a Asturias, Santander o Cantabria, en los que siempre hacíamos noche en Madrid. Lo que me viene a la mente es el olor a tortilla de patatas o los filetes de pollo empanado del tupper que preparaba mi madre cuando el viaje era corto. Tengo un hermano tres años mayor, que era fan de Mecano. Teníamos cintas de 90 minutos, en las que, en un lado, poníamos un disco de Mecano y en el otro, uno de El Último de la Fila. Cuando terminaba Mecano y empezaba la cara B, yo le decía: “¡Quita esto, pon Mecano otra vez!”. Mi madre, cuando ya se cansaba de nuestra música, ponía a Rocío Jurado, especialmente el disco Punto de partida, que también me gustaba. Así íbamos alternando lo de cada uno. Al final, cuando mi padre ya no podía más, decía: “Ahora ponemos un ratito la radio, que juega el Cadi…” y para mí eran los 90 minutos más largos del mundo.

¿Qué queda en ti de aquel niño que hacía diarios de viaje detallando cada parada, cada hotel, cada comida?

Cuando empecé a escribir diarios, tenía 8 años. Aún soy el mismo, pero cada vez me siento más niño a medida que pasan los años. El año pasado, durante las vacaciones de verano, encontré esos diarios de viaje. Estábamos en mi habitación en familia y los estuve leyendo en voz alta. Nos moríamos de risa con las cosas que contaba. Si escribía que “cruzábamos por un sendero de hojas secas”, cogía una de esas hojas del suelo, la pegaba con celo en el cuaderno y señalaba la hoja con flechas, poniendo algo como “hoja de árbol cogida del suelo del camino que tomamos”. Si habíamos parado en una venta de carretera y comido un pollo asado, dibujaba el plato con el pollo y las patatas. La verdad es que de pequeño era muy gracioso.

Recuerdo los viajes a Asturias, Santander o Cantabria, en los que siempre hacíamos noche en Madrid”

Paco Varela

Paco Varela

Diseñador de moda

Los escribiste hace ya un tiempo, ¿te reconociste en ellos o te sorprendiste?

Sigo siendo el mismo, pero con más años. Un niño alegre, nervioso, impaciente, un poco hiperactivo, que lo quería todo para ya. Un tipo muy cachondo, como decimos en mi tierra, que disfruta de la guasa y hacer reír a los demás, aunque, por otro lado, soy algo tímido y no me gusta ser el centro de atención. La verdad es que no he cambiado en nada. Además, conforme leía los diarios, recordaba perfectamente los viajes, los lugares donde parábamos, los hoteles... ¡Hasta me venían los olores! Son muy descriptivos.

Si tuvieras que diseñar un vestuario basado en los coches de los 80 y esos viajes de verano, ¿cómo sería?

Imagino que tendría colores vibrantes, como ese chándal verde, blanco y morado de tejido brillante que tuve de pequeño y que tuvimos todos. Me lo imagino con una chaqueta tipo bomber, con rayas laterales como los coches de carreras, y cremalleras grandes de plástico en colores flúor. El pantalón corto sería de un estampado de huellas de neumáticos. La camiseta tendría cuello cerrado y elástico ancho, con una ilustración de letreros de moteles de carretera o alguna marca de refrescos, como las que te daban de propaganda. Como complementos, no faltarían la riñonera, unas gafas de pasta o plástico de colores, grandes y con cristales negros, chapas y un pañuelo tipo bandana anudado en la muñeca, o muchas pulseras multicolor hechas con tiras de plástico. Por lo menos, así vestía yo en los ochenta.

Paco Varela posa frente al Burj Khalifa, en Dubai 
Paco Varela posa frente al Burj Khalifa, en Dubai 

¿Crees que hay una forma elegante de desplazarse sin necesidad de conducir? ¿Qué gestos, qué ritmos?

Por supuesto que sí. A mí me encanta viajar y, la verdad, el no conducir jamás me ha limitado para moverme. De hecho, no me gusta viajar en coche; me parece muy incómodo. De pequeño siempre lo hacía, pero ya de mayor me cuesta más. Aunque suelo viajar en avión, si tengo la opción de hacerlo en tren, lo prefiero. Cada dos meses bajo a Cádiz a ver a mi familia y siempre voy en tren; me encanta. Escucho música, leo y luego me tomo algo en la cafetería. Lo que sí le diría a Renfe es que ya pongan el Ave a Cádiz, que cada vez somos más los que lo utilizamos y no puede ser que el viaje de Sevilla a Cádiz tarde más que de Madrid a Sevilla. Esa es la única pega que tengo.

El viaje en coche que recuerdas con más cariño es…

Cualquier viaje que hice de pequeño con mis padres y mi hermano lo recuerdo con cariño. Nos levantábamos muy temprano para salir pronto y evitar el tráfico en la carretera, sobre las 4 de la mañana. Como comentaba antes, salir desde Cádiz era toda una odisea. Bajábamos las maletas (sin ruedas), la nevera de playa con toda la comida, la bebida para el viaje, y yo me tomaba mi pastillita de Biodramina para los mareos, porque era muy propenso. Recuerdo que no teníamos parasol para las ventanas traseras, así que lo que hacíamos era bajar un poco el cristal, meter el extremo de una toalla o una camiseta y subirlo, convirtiéndolo en la mejor cortina del mundo para evitar que el sol nos molestara cuando amanecía. Las primeras horas eran muy tranquilas, porque nos quedábamos dormidos. Después poníamos la radio del coche, poníamos el casete y a cantar como locos.

Tengo carnet, pero no conduzco; esto jamás me ha limitado para moverme, aunque no me gusta viajar en coche porque me parece muy incómodo”

Paco Varela

Paco Varela

Diseñador de moda

Paco, cuando dijiste en tu primer viaje a Italia: “De aquí no vuelvo”, ¿hablaba más el diseñador, el soñador o el chico de Cádiz?

Mi primer viaje a Italia fue con la Escuela de Artes de Cádiz, en la que estudiaba. Estaba en segundo año y nos fuimos a Roma y Florencia. Imagínate cuando pasé por primera vez por la Via dei Condotti de Roma, llena de tiendas de lujo como Louis Vuitton, Gucci y Versace, que eran mi máximo referente en esos años. ¡Estaba alucinado! Todo lo que veía en las revistas estaba allí. Ten en cuenta que en Cádiz, en esa época, no había ese tipo de tiendas; en Madrid sí las podías encontrar. Yo, en ese momento, quería irme a vivir allí, con el diseñador, el soñador y el chico de Cádiz, todos juntos.

¿Qué te atrajo de Italia?

Me encantaba sentarme y ver pasar a la gente, observando cómo iban vestidas, ese estilo italiano que tanto me gusta y que me ha acompañado durante todos estos años. Los chicos, impecables en traje. Camisas estampadas que nadie se pondría en España. Siempre digo: en cuanto a moda, los italianos nos llevan mil años de ventaja. Y esa comida, esa focaccia, esa pasta… ¡Y el idioma! Para mí, Italia lo es todo. Ahora voy mucho a Milán porque, cuando me vine a vivir a Madrid, mi compañero de piso era italiano y, aunque no hablaba ni papa de español, acabó hablando ‘gaditano’. A día de hoy es uno de mis mejores amigos.

Paco Varela, junto al cantante Alejandro Sanz
Paco Varela, junto al cantante Alejandro Sanz

Viviste un año en Lisboa. ¿Qué te llevó a pasar ese tiempo allí y qué rutinas de esa ciudad se integraron en tu estilo?

Llevaba dos años trabajando en Zara; era subencargado de la sección de caballeros, pero nunca llegaba el ascenso. Trabajaba muchas horas y con poco agradecimiento a cambio. No tenía ni tiempo para coser mis propias prendas, que luego vendía en el barrio de Malasaña. Así que me cansé y lo dejé todo para irme a Lisboa con la idea de tener tiempo para coser y vender en tiendas alternativas. En ese momento estaba con un chico portugués y me fui a la aventura a probar suerte. Como rutina, lo único que se me pegó fue comer bacalao a la una del mediodía.

¿Cómo te transformó Lisboa creativamente, comparado con el salto de Cádiz a Madrid?

Para mí fue como dar un paso atrás. Cuando llegué a Madrid, lo primero que hice fue llamar a la puerta de todos los talleres de costura de diseñadores establecidos en la capital. La respuesta era que si quería trabajar con ellos, tenía que ser en prácticas, o sea, sin cobrar. Imagínate trabajar sin ver ni un duro en una ciudad como Madrid, de locos. Lo primero que conseguí fue Zara, donde aprendí mucho sobre cómo llevar una tienda, vestir los maniquíes, y comencé a vender mis camisetas en tiendas alternativas del barrio de Malasaña. Al llegar a Lisboa, me pude permitir estar de prácticas con una diseñadora portuguesa muy top en ese momento, con la que también aprendí mucho, esta vez sobre cómo diseñar una colección, hacer trajes a medida para sus clientes, hablar con proveedores de tejidos, etc. Más enfocado al rol de diseñador, pero mi lado creativo se veía truncado por la falta de tiendas de tejidos o un barrio que diera oportunidad a los jóvenes diseñadores. Así que sentí que estaba perdiendo el tiempo, ya que en Madrid ya vendía en varias tiendas y había hecho algún que otro desfile. Al año volví.

Me fui a Lisboa, tras trabajar dos años de subencargado en Zara sin que me llegara un ascenso; eran muchas horas y tenía poco agradecimiento a cambio”

Paco Varela 

Paco Varela 

Diseñador de moda

¿Has diseñado alguna vez directamente desde un hotel, sin taller, sin maniquí, solo con el impulso del lugar?

Sí, claro. De hecho, siempre que se me ocurre algún diseño o una frase chula para una camiseta, lo apunto en lo primero que tengo a mano, ya sea una servilleta o una hoja de revista, porque en realidad soy muy despistado y se me olvida con facilidad.

¿Cómo influye el ritmo de una ciudad en la forma en que piensas los volúmenes, los tejidos o las combinaciones?

Cuando el ritmo de una ciudad es rápido, los volúmenes son más estructurados. En cambio, si el ritmo es más lento, los volúmenes y los tejidos se relajan, dando paso a pliegues suaves y tejidos vaporosos.

China, Líbano, Argentina… ¿Cuál de esos lugares te descolocó estéticamente?

China, Líbano o Dubái, por ejemplo, fueron choques muy fuertes, tanto estéticamente como culturalmente, e incluso a la hora de comer. Creo que me quedo con Líbano; fue una grata sorpresa. Recuerdo que en el hotel en el que me alojé se celebraba una boda, y me quedé alucinado con los vestidos de las invitadas, de tejidos vaporosos y llenos de pedrería, probablemente cosidos a mano. Sería imposible valorar el tiempo que habrían invertido en hacerlos. Fue impresionante.

Japón será tu próximo destino. ¿Qué imaginario de lo japonés te atrae y qué crees que te va a romper los esquemas?

¡Sí, qué ganas! Me quedan dos semanas y estoy deseando hacer este viaje. Lo que quiero ver, sobre todo, es a mucha gente llevando kimono. Me encanta esa prenda, la veo tan versátil y tan representativa de ellos. Me atrae mucho el folklore de cada país, y siempre intento acercarme a sus costumbres, su artesanía, lo que comen… Todas esas cosas de carácter tradicional me ayudan a conocer un país y, al final, me las llevo a mi terreno a la hora de diseñar nuevas colecciones o prendas.

Paco Varela, con la actriz Candela Peña
Paco Varela, con la actriz Candela Peña

¿Qué relación tienes con los aeropuertos? ¿Ansiedad, fascinación, inspiración?

Fascinación e inspiración creo que son las palabras que mejor lo definen. Como te decía antes, me encanta observar a la gente cómo va vestida o cómo actúa y qué mejor sitio que un aeropuerto donde ves a gente de todas partes del mundo. Es un desfile accidental. Es un desfile sin pretensión y eso lo hace verdadero. Se me abre la mente y observo todo lo bueno que veo y todo lo que me hace sentir bien.

¿Con qué tipo de maleta viaja Paco Varela? ¿Tienes una organización quirúrgica o un caos elegante?

Fíjate en una cosa que te va a sorprender: soy de los que siempre intento llevarme la maleta más pequeña posible, a menos que sea un viaje largo. Prefiero llevar una prenda camaleónica que pueda combinar con unos vaqueros de día y también usar para una cena por la noche, a ir cargado con una maleta pesada. Además, te puedo asegurar que cuando llevo mucho equipaje, siempre acabo poniéndome lo mismo. Así que, sin duda, creo que “caos elegante” es lo que mejor me define.

¿Hay un lugar donde te gustaría hacer tu desfile soñado, aunque no tenga lógica aparente?

En la Casa de América de Madrid. Me encanta ese edificio. Siempre que paso por allí, me quedo mirándolo desde el semáforo en rojo, deseando que no se ponga en verde para seguir disfrutándolo. Me imagino cómo vivirían los inquilinos de la época y me encantaría ser uno de ellos. El interior es un despliegue de lujo, con una ornamentación exuberante y detallada que te deja sin palabras. Sería muy feliz haciendo un desfile allí, la verdad.

Finalmente, Paco, ¿qué plan tienes para hoy?

Son las 20:40 horas, voy a salir del taller y me voy a casa a descansar. El mejor momento del día es cuando me tiro en el sofá con mi chico y nos ponemos a ver una película o una serie de cualquier plataforma después de cenar.

Cuando uno habla con Paco Varela, no piensa en destinos, sino en climas emocionales. Cada ciudad que nombra parece llevar un filtro distinto, como si el mundo fuera un catálogo infinito de sensaciones que solo algunos saben leer. Él no conduce, pero se mueve con absoluta intención. Viaja no solo para llegar, sino para revisar quién ha sido y quién está por aparecer. Mientras cruza el mundo como si hilvanara escenas de una película íntima, los rostros que visten sus trajes amplifican su relato. Cuando artistas como Álvaro Morte, Alejandro Sanz o Asier Etxeandía lucen sus diseños, no solo están elegantes: están habitando una estética con memoria, una forma de contar sin palabras. Porque Paco no viste para deslumbrar, sino para revelar. Y en cada viaje, propio o ajeno, se nota.

Eduard Buil

Eduard Buil

Senior Editor
Etiquetas