Manolo Quijano, músico y cantante de Café Quijano: “Una de mis mejores experiencias fue correr la Baja Aragón con Luis Moya cantándome las notas; íbamos muy bien hasta que volcamos”
VIP sobre ruedas
El también compositor explica que “Las motos, en especial las Harley-Davidson, siempre han sido mi pasión; me compré la primera a los 19 años y llegué a tener 14 en el garaje”

Manuel Quijano, músico y compositor, es el cantante del grupo Café Quijano

Manolo Quijano se encuentra inmerso, junto a sus hermanos Raúl y Oscar, en la promoción y gira de su último trabajo Miami 1990, en el que homenajean no solo al sonido noventero sino también a la estética y a los coches de aquella mítica serie; de ahí el parecido de los “looks” de los Café Quijano en la portada de su disco con los de aquellos Sonny Crockett o Ricardo Tubbs.
Mientras sus hermanos siempre han hecho gala de aficiones mucho más tranquilas fuera de la música -como el tenis o viajar- Manolo nunca ha ocultado que los rallys, las motos y los buenos automóviles son sus grandes pasiones cuando no está cantando La Lola, La Taberna del Buda, Robarle tiempo al tiempo, La jamaicana o cualquiera de los éxitos que le han dado al grupo dos nominaciones a los Grammy, el Premio de la Academia de la Música a la Mejor Gira, el Premio Ondas y varios discos de oro y platino.
Pese a su amor por la velocidad, que le ha llevado incluso a competir a nivel amateur, el cantante leonés admite que cada vez disfruta más conduciendo tranquilo, relajado y sin prisas.

Los músicos vivís en la carretera, pero cuando se llevan ya tantos años de carrera y tantos kilómetros como tú, ¿se acaba perdiendo el gusto por conducir o, por el contrario, sigue siendo placentero?
Es cierto que la carretera es inherente a la vida del músico, incluso aunque trates de evitarla porque si te soy sincero, cuando vamos de concierto en concierto, los Quijano tratamos de viajar por carretera lo menos posible. Somos más de coger el AVE para evitar riesgos, no porque no nos guste conducir sino por no forzar la máquina. Y cuando por trabajo hay que ir sí o sí por carretera tenemos nuestro conductor desde hace muchísimos años en el que confiamos plenamente y es toda una garantía al volante. Además, eso nos permite llegar descansados a los conciertos. A mí lo que de verdad me hace disfrutar es conducir deprisa en entornos de máxima seguridad, como en un circuito, con un kart-cross, en una pista de karts; la carretera abierta es otra cosa muy diferente y hay que tomársela más en serio.
Tratamos de viajar por carretera lo menos posible; somos más de AVE para evitar riesgos, no porque no nos guste conducir, sino por no forzar la máquina”

Dicen algunos artistas que la carretera les inspira. ¿Tú has compuesto canciones mientras estabas al volante?
Muchísimas. La mayoría de veces he empezado a componer tarareando estando al volante o he empezado a tocar los primeros acordes de una nueva canción con la guitarra mientras voy en nuestra furgoneta. En realidad no me inspira tanto el hecho del viaje en sí como el poder disponer de ese tiempo para coger una guitarra o escribir unas letras sin prisas. Viajar para mí representa eso: tiempo. El dicho “que la inspiración te pille trabajando” yo lo cambio por “que la inspiración te pille viajando”.
¿Nunca se te ha ocurrido componer algún tema de temática motera o automovilística?
Pues ahora que lo dices no, y es curioso porque las motos y los coches han formado parte omnipresente de mi vida desde que mi abuelo me regaló un Vespino a los 16 años y me acercaba a comer a casa de mi abuela con ese ciclomotor. Uno de mis recuerdos más entrañables, por cierto. Después he tenido mil aventuras con coches y con motos, pero de esas aventuras nunca ha salido una canción, aunque sí recuerdo haber puesto alguna pincelada, por ejemplo, en Cerrando bares.

En Miami 1990, vuestro último disco, los Café Quijano aparecéis en la portada con un deportivo noventero. Es todo un homenaje al automóvil clásico. ¿Eso es porque los coches de antes tenían más encanto?
La portada del disco y todo su concepto tiene que ver con ese Miami de los 90 que yo descubrí por primera vez un mes de octubre y en el que todo me resultaba sorprendente, y por supuesto también los coches. Ahora ya estamos más acostumbrados a las estéticas americanas y todos los modelos se parecen más, pero en aquel momento esos coches enormes seguían siendo el referente del automóvil grande y lujoso.
Lo que hemos hecho en la portada del disco y las fotos de promoción es recrear la estética de aquella mítica Corrupción en Miami y sacar los coches más icónicos de la serie, como el Testarossa o el Ferrari Daytona. ¡Fue un gustazo poder hacerse fotos con esos coches de leyenda!
Pasas buena parte del año en Miami. ¿Prefieres el estilo automovilístico americano o la cultura de motor europea?
El estilo automovilístico americano siempre me llamó la atención y de hecho mi primer viaje a los Estados Unidos fue para eso, para traer coches de allí a España, para importar coches. Siempre me han gustado mucho los modelos y la filosofía americana del automóvil.
También me pasa con las motos. He hecho viajes en moto preciosos por Europa y en Harley-Davidson por los Estados Unidos. En estos viajes por las carreteras americanas te sientes el “rider” solitario protagonista de una película. En realidad, tanto la cultura de motor europea como la americana son muy atractivas, pero responden a visiones muy diferentes, aunque combinan perfectamente y son muy bonitas ambas.
Me gustaban las primeras Harley Davidson, aunque no corrían mucho y frenaban poco, pero te daba igual porque tu buscabas otra cosa”

Como has dicho, una de tus más grandes y conocidas pasiones es la moto. Eres un “Harlysta” convicto y confeso. ¿Qué te proporciona ponerte al manillar de tu Heritage?
Las motos en general han sido mi pasión de toda la vida, pero reconozco mi querencia especial por Harley-Davidson. La primera me la compré cuando tenía 19 años porque me parecía, y me sigue pareciendo, la marca más icónica, aunque hay marcas europeas y japonesas también legendarias. Pero en aquel momento Harley-Davidson me inspiraba rebeldía y libertad. De todos modos, como soy un purista del tema, pienso que eran mucho más icónicas las de entonces que las de ahora. Rodar con mi Harley me proporciona esa sensación única, íntima e inigualable de viajar despacio y disfrutar con el aire que te da en la cara.
No tiene nada que ver viajar con una Harley-Davidson con hacerlo con otra moto. Las actuales van muy bien, pero aunque aquellas primeras no corrían mucho y frenaban poco, te daba igual porque tú buscabas otra cosa. Llegué a tener una “flota” de 14 Harleys diferentes, pero me he ido desprendiendo poco a poco de ellas porque era imposible atenderlas a todas, así que, después de 40 años de harlysta, vuelvo a tener solamente una; una Softail Heritage Springer del 99 comprada aquí en España.

Otra de tus grandes aficiones es la fotografía. ¿Son los coches y las motos agradecidos de fotografiar o prefieres otros temas?
La música, las motos y la fotografía son mis tres pasiones. Si bien he tenido la fortuna de poder ser profesional de lo primero, pienso que también me hubiera gustado en algún momento dedicarme profesionalmente a las otras, especialmente a la fotografía. En términos artísticos, la fotografía requiere la misma dedicación, tiempo y talento que la música. Por lo demás, efectivamente me ha gustado mucho fotografiar motos y coches; sin embargo, siempre lo que más he perseguido con la cámara son las personas y sus historias. Las he expuesto en galerías, como la Sasha Wolf de Nueva York o la ArteFiera de Bolonia
Pero sí, fuera de mi profesión, tanto el motor -especialmente las motos y los rallys- como la fotografía han sido siempre mis dos pasiones.
El mayor error de mi vida en esto de los coches fue vender mi Porsche 911 E Targa de 1969, me arrepentiré hasta el resto de mis días”

De todos los vehículos que has tenido, ¿de cuál guardas un recuerdo especial y por qué?
Guardo grandes recuerdos de muchos, y también mucha pena por haberme deshecho de algunos de ellos. Lo hice por circunstancias y, a tiempo pasado, es muy fácil darse cuenta de los errores en un examen de conciencia. Creo que el mayor error que he cometido en mi vida en esto de los coches y mi mayor disgusto es haberme vendido un Porsche 911 E Targa de 1969 precioso con todo original que cambié por un Karmann del 74. Y también un Lancia Deltona Integrale nuevecito, que lo terminé medio regalando ya ni me acuerdo por qué. De estas dos operaciones me arrepiento y me arrepentiré hasta el resto de mis días.
¿Recuerdas alguna anécdota especial que te haya ocurrido al volante o al manillar?
Me han ocurrido millones, pero recuerdo con especial cariño y como una de las experiencias más intensas de mi vida cuando corrí la Baja Aragón con Luis Moya de copiloto. ¡Imagínate qué lujo tener a Luis cantándote las notas! Íbamos muy, muy bien... y en una horquilla de izquierdas en cuesta, que había una roca en el vértice de la curva, a 15 por hora volcamos y nos quedamos de lado. Fue una lástima. También recuerdo como una experiencia fortísima cuando subí en el Focus de Carlos Sainz mientras estaba probando neumáticos, o la ocasión en que Fernando Alonso me llevó a dar una vuelta por una carretera de montaña de Asturias con un Clio S.