Ingenieros de Volvo y Bosch dicen que el motor de hidrógeno puede salvar el de combustión: “Se integran en el chasis con pocos cambios, por lo que son compatibles con los diésel y gas natural”
Sí, pero no
La tecnología otrora prometedora cada vez tiene menos adeptos, aunque todavía resiste en camiones
El día que Jack Nicholson 'inventó' el motor de hidrógeno

El coche de hidrógeno comienza a desvanecerse mientras busca su hueco en el transporte pesado.
Mientras una mayoría de empresas comienza a retirar sus inversiones en la propulsión basada en hidrógeno, todavía hay algunas voces autorizadas que tratan de salvar esta tecnología y, de paso, al motor de combustión. Algunas de ellas se reunieron en la última ACT Expo, un evento dedicado al estado actual de las llamadas tecnologías limpias. Y no podía faltar el hidrógeno, el ‘combustible del futuro’ que, hoy por hoy, no goza de un buen presente. Aun así, ingenieros de empresas tan reconocidas como Volvo, Bosch, Cummins o Cespira, imploraron en la ACT Expo por una penúltima oportunidad para la pila de hidrógeno.
Para empezar, Brent Keppy, ingeniero del departamento de soluciones energéticas de Bosch: “Cuando hablamos de los diferentes aspectos tecnológicos que deben abordarse, calibrarse y perfeccionarse con un motor de hidrógeno, se observa que todos esos temas son exactamente los mismos para los que trabajamos en motores durante años”, aseguró en su intervención, recogida por Motortrend. Leyendo entre líneas: la tecnología existe, pero tiene muchos inconvenientes ya que no es barata de desarrollar, tiene un alto coste energético y es poco eficiente.
Caro y difícil de mejorar
Los desafíos del coche de hidrógeno han estancado su desarrollo
Chad Fohne, ingeniero en Cummins, una de las empresas punteras en el desarrollo de propulsores de hidrógeno para camiones asegura que “Una de las grandes ventajas de los motores de combustión interna de hidrógeno es la compatibilidad tecnológica. Estos motores pueden integrarse internamente en un chasis con mínimas modificaciones, por lo que son compatibles con motores diésel y gas natural”. “Las similitudes entre los motores de combustión interna de hidrógeno y los diésel y gas natural, permiten que los talleres se adapten rápidamente”. En teoría, todo es muy bonito. Y ahora llegan los ‘peros’.
En primer lugar, el diseño del propio vehículo. A pesar de que el hidrógeno es más denso, energéticamente hablando, que los combustibles fósiles, es explosivo en estado gaseoso. Por lo tanto hay que guardarlo en tanques especiales para mantenerlo en estado líquido a una temperatura de -253º. Lo bueno es que, al contrario que el coche eléctrico, la carga es casi instantánea. En todo caso, parece que los turismos se han empezado a quedar fuera de la ecuación e incluso las furgonetas medianas. Sin embargo, el hidrógeno podría ser la solución para el transporte comercial de grandes distancias e incluso para barcos y aviones.
Y aquí es donde entra el segundo problema, el coste. Y no tanto económico (que también) sino energético. Producir hidrógeno requiere más energía de la que se obtiene al final del proceso. La solución podría ser el hidrógeno verde, que no es otra cosa que aprovechar los excedentes de las renovables (solar, eólica…) para almacenar la energía sobrante en pilas de hidrógeno.
Con todo, la combustión de hidrógeno produce óxidos de nitrógeno, también conocidos como NOx y altamente contaminantes. El hidrógeno, pues, está lejos de ser una tecnología totalmente limpia. Aunque ya hay fabricantes que lo empiezan a tener en cuenta para ‘atrapar’ estos gases nocivos antes de que se liberen en la atmósfera. Así que no parece que el hidrógeno vaya a salvar el motor de combustión de nuestros coches.