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Sara García Alonso, bióloga y astronauta: “Aprendí a conducir a los 12 años en el pueblo; es maravilloso cuando empiezas a controlar el volante y dominar las curvas con seguridad”

VIP sobre ruedas

La investigadora reflexiona sobre la preparación actual del ser humano para la exploración espacial: “Para misiones a Marte, no; y para estancias largas en la Luna, tampoco”

Sara García Alonso es una científica del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas y miembro de la reserva de la Agencia Espacia Europea

Sara García Alonso es una científica del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas y miembro de la reserva de la Agencia Espacia Europea

ESA-A.Conigli

Sara García Alonso es una de las voces más destacadas de la ciencia española. Con su formación en Biotecnología y su doctorado cum laude en Biología Molecular del Cáncer, su carrera no solo está marcando un hito en la investigación científica, sino que ha dado un paso más allá al convertirse en la primera mujer española seleccionada para la Reserva de Astronautas de la Agencia Espacial Europea (ESA).

Su compromiso con la investigación en oncología y su dedicación al estudio de los cánceres de pulmón y páncreas, en el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas, han dado forma a una carrera que no solo transcurre en laboratorios, sino también mirando al futuro: al espacio. La seleccionaron de entre más de 22.000 personas y su historia es la de una mujer que desafía los límites, tanto en la ciencia como en su vida personal. Hoy no solo nos quedamos con la ciencia: emprendemos un viaje para conocer de cerca a esta exploradora leonesa que ha puesto toda su vida en órbita.

Sara, ¿recuerdas dónde ibais de vacaciones cuando eras pequeña?

Casi toda mi infancia la recuerdo viajando en coche o en una furgoneta rumbo al norte de España con mis padres, o a veces también con mis tíos, para ir de camping. Llevábamos la tienda de campaña en el maletero y recorríamos toda la costa de Galicia, Asturias y Cantabria. Un año, o una vez que fuimos a Cádiz en un Seat Panda sin aire acondicionado, cuando yo tenía ocho años, y se nos estropeó a mitad de camino.

El pasado mes de julio, Sara García Alonso participó en Foros de Vanguardia 
El pasado mes de julio, Sara García Alonso participó en Foros de Vanguardia Xavier Cervera

Viajar, ya sea en coche, en tren o en avión, ¿Tuvo algo que ver en tu vida y en tu pasión por la ciencia?

Viajar forma parte de mi carácter, de esa parte curiosa y exploradora que disfruta probando todo tipo de experiencias. Todo lo que implica un viaje -el cambio de cultura, de gastronomía, de costumbres, la interacción con personas distintas, muchas veces en otros idiomas- genera un cúmulo de situaciones que te colocan en escenarios muy diversos, de los que siempre se aprende y te hacen crecer. Es algo que hago desde siempre, primero con mis padres, y con 18 años fue la primera vez que decidí viajar sola al extranjero. Me aterraba porque era una persona tímida de naturaleza, pero aun así lo hice y me fui a Londres. No fue precisamente la mejor experiencia de mi vida, pero, lejos de quitarme las ganas de seguir viajando, lo potenció. Desde entonces, cada verano me iba un mes sola a distintas ciudades: Irlanda, Dublín, Nueva York, San Francisco... Y también he viajado con pareja, con amigos o sola por muchas capitales europeas.

¿Cómo fue tu primer día sola al volante?

Lo recuerdo perfectamente: sentí una enorme libertad, independencia real y poder moverme sin depender de nadie. Nada más sacarme el carnet, empecé a conducir a diario y gané soltura rápido. No olvido ese primer viaje de León, donde vivía, a Gijón, por una carretera llena de curvas y cambios de rasante, donde sentía que el coche me llevaba a mí, no al revés. Pero hay día que todo hace click y empiezas a controlar el volante, tomar las curvas con seguridad y dominar cada tramo. Esa sensación de pilotar es maravillosa. Conducir siempre me ha encantado. De hecho, aprendí muy pequeña, con unos 12 años, practicando con mi padre en el pueblo.

Recuerdo mi primer viaje conduciendo, de León a Gijón, por una carretera de curvas y cambios de rasante; sentía que el coche me llevaba a mí, no al revés”

Sara García Alonso

Sara García Alonso

Científica y astronauta

Esa sensación de novata al volante, ¿Cómo se vive en una nave espacial?

Actualmente, las naves espaciales ya no se pilotan como antes; todo está automatizado. Incluso si surgiera una emergencia, lo habitual sería seguir las instrucciones que llegan desde el control de misión. Esa imagen clásica que teníamos del Apolo 11 o del Apolo 13, con los astronautas resolviendo todo desde dentro, ya casi no se da. Aun así, se siguen buscando pilotos como posibles candidatos a astronauta. De hecho, en mi promoción hay más de cinco compañeros que vienen del mundo de la aviación militar, tanto de caza como de helicóptero. Su experiencia profesional les aporta ciertas actitudes y habilidades que son muy útiles en esta profesión, pero desde un punto de vista práctico, ya no es imprescindible tener esa capacidad, porque el funcionamiento de las naves hoy en día está completamente automatizado.

Sara, tu trayectoria es espectacular, ¿en qué eres mala?, ¿aparcando?

No, aparco en dos movimientos, incluso en sitios con muy poco espacio. Conducir se me da bastante bien, la verdad, y aparcar también. Con las motos he hecho algún intento, aunque reconozco que no lo he probado demasiado, pero esas pocas experiencias no han ido del todo bien. Tengo pendiente ponerme en serio con eso. Hay muchas cosas que he intentado a lo largo de mi vida que o no son lo mío, o simplemente no me motivan. Soy un poco patosa, todo hay que decirlo. Pero bueno, también tengo muchas otras cosas que sí se me dan igual de bien.

Le gusta conducir y admite que le da una gran sensación de libertad
Le gusta conducir y admite que le da una gran sensación de libertadCedida

¿Qué llevas peor de los viajes en coche?

Cuando la carretera es muy monótona, como esas rectas infinitas en las que parece que activas el piloto automático, me cuesta mantener el foco. Mi cerebro tiende a divagar; siempre tengo mil cosas en la cabeza, y estar en un entorno aburrido me desconecta. Me parece peligroso cuando empiezo a automatizar algo que, en realidad, requiere atención constante, como es conducir. Prefiero las carreteras con curvas, más animadas, que me obligan a estar presente. Aun así, llevo bastante bien lo de viajar en coche, sobre todo porque lo tengo muy asociado a la música; desde pequeña escuchaba a Jarabe de Palo, Sabina, Manolo García,Creedence o Springsteen. Cuando voy al extranjero, suelo adaptar la música al lugar. En un viaje por Estados Unidos, por ejemplo, al pasar por Lake Charles sonó Lucinda Williams y sentí que cumplía un sueño.

Sé que tuviste un incidente con el paracaídas que puso a prueba tu sangre fría… Eso es presión, pero, ¿cómo llevas un buen atasco en la ciudad cuando llegas tarde?

Cuando llego tarde no lo llevo especialmente bien, pero intento hacer un esfuerzo mental. Si sé que voy a pasar dos horas en un atasco; por mucho que me queje, no va a cambiar nada, así que procuro cambiar la mentalidad y aprovechar para escuchar música, pensar o charlar si voy acompañada. Nunca pierdo los nervios al volante, no grito, ni insulto, ni me pico con otros conductores.

“Cuando conduzco por una la carretera muy monótona, mi cerebro divaga y me desconecto; me parece peligroso automatizar algo que, en realidad, requiere atención constante”

Sara García Alonso

Sara García Alonso

Científica y astronauta

Pero aun así, y teniendo en cuenta que una astronauta también debe ser una persona serena, tranquila, ¿qué llevas mal de los otros conductores, aunque no les grites ni te piques?

La intolerancia y las prisas me molestan mucho. Llevo mal cuando el semáforo apenas se pone en verde y alguien ya está pitando sin dar ni un segundo, o la gente que insulta, falta al respeto o hace maniobras arriesgadas. Ahora vivo en Madrid y ya me he acostumbrado a cosas como que no usen los intermitentes o que, en medio metro, se cuele un coche cambiando de carril sin avisar. De todos modos, creo que hay que tener un mínimo de civismo, porque todos compartimos un espacio que es peligroso. 

Recuerdo una vez que me cabreé muchísimo con un conductor que hizo una maniobra que me obligó a frenar en seco, estuve a punto de tener un accidente grave y, en lugar de disculparse, me hizo un corte de mangas y me llamó loca. Sentí una frustración enorme, como diciendo: “Casi muero por tu culpa y encima me insultas”.

Sara, ¿sueles utilizar el transporte público?

Sí, pero poco. En León, donde estuve hasta los 23 años, me desplazaba casi siempre en coche. En Madrid, donde vivo desde 2019, me muevo bastante a pie. Soy de esas personas que piensa: “Está a menos de 10 kilómetros, puedo ir andando”. Camino a casi todos los sitios y, si no, cojo el metro. La M-30 me da terror.

Sara García Alonso, realizando entrenamiento en condiciones de frío extremo
Sara García Alonso, realizando entrenamiento en condiciones de frío extremoCedida

Llega una pregunta fija: Te voy a dar varios sentimientos y tú debes decir la vez que los viste en otras personas, o los viviste, en un medio de transporte:

Enfado:

En el último taxi que cogí, el conductor se enfadó porque otro coche le hizo una triquiñuela. También hay que decir que iba un poco despistado, mirando de reojo el móvil, y casi chocamos con un coche que venía de frente. Encima, se enfadó muchísimo cuando también tenía su parte de culpa.

Alegría:

Hace poco sentí alegría al ver a una chica por la calle. Llevaba auriculares e iba medio bailando mientras caminaba, sonriendo y siguiendo el ritmo de una canción. Recuerdo que yo venía de correr, y verla así me hizo sonreír.

Amor:

Bueno, ver parejas en el metro mostrándose cariño, especialmente cuando son adolescentes, me genera muchísima ternura.

Frustración:

Esto lo vi en un vídeo: era una persona aparcando fatal. Después de diez intentos en un hueco bastante grande, dejó el coche tan pegado al de al lado que ni siquiera podía salir por la puerta del conductor, cuando por el otro lado tenía casi dos metros de espacio. Se notaba su frustración.

Los viajes espaciales tienen ese punto de aventura, adentrándose en lo desconocido, con el riesgo que implica cruzar la última frontera y salir de nuestro planeta”

Sara García Alonso

Sara García Alonso

Científica y astronauta

A día de hoy, ¿qué lugares son una fuente de inspiración para ti?

La montaña leonesa, siempre. Cuando quiero perderme, voy allí. Me encanta mi pueblo. También me atraen mucho las zonas de costa del norte, especialmente en Galicia, sobre todo si están tranquilas y con poca gente. Entre las ciudades que me inspiran y a las que tengo cierto apego, diría Copenhague. He vivido allí por temporadas y me fascina por el espíritu hygge, tan típico danés. Además, siempre hago una prueba cuando estoy en Copenhague: si miras a los ojos a cualquier persona que pasa, te sonríe. Me parece algo tan bonito que estar allí siempre me inspira alegría.

Al ser la primera mujer astronauta española, ¿cómo percibes los viajes espaciales en comparación con los viajes en la Tierra?

Los viajes espaciales tienen ese puntito de aventura y exploración, adentrándose en lo desconocido sin certezas absolutas, con el riesgo que implica cruzar la última frontera: salir de nuestro planeta.

La astronauta durante un salto en paracaídas
La astronauta durante un salto en paracaídasCedida

El entrenamiento para ser astronauta no es precisamente un paseo por el parque. ¿Cómo manejas esos momentos de presión y cansancio cuando las cosas se ponen difíciles?

Obviamente, tienes sentido de la responsabilidad porque, al final, representas algo que es más grande que tú misma. Eres la cara visible de un proyecto global que de alguna manera incluso entraña a toda la humanidad. Ese peso lo puedes ver como una carga o como un estímulo que te impulsa.

Alguna vez, viajando a un nuevo lugar, ¿te has encontrado, literalmente, perdida?

Sí, muchas veces. Desde que empecé a viajar sola, tengo la costumbre de perderme deliberadamente al llegar a una ciudad nueva. Salgo a caminar sin rumbo, dejando que la intuición me guíe. Si una calle a la izquierda me llama la atención o veo algo interesante al fondo, me dirijo hacia allí. Descubro cafeterías, rincones, olores, expresiones y gente que me sorprenden. Tras varias horas explorando, busco la forma de volver a casa, algo que ahora resulta más fácil gracias al GPS e internet. Cuando empecé a viajar, dependía de los mapas del metro y no era tan sencillo. Por eso, el miedo a perderme no lo tengo.

Ser astronauta es ser la cara visible de un proyecto global que de alguna manera incluso entraña a toda la humanidad, ese peso lo puedes ver como una carga o como un estímulo que te impulsa”

Sara García Alonso

Sara García Alonso

Científica y astronauta

Sara, en coche, en barco, en avión, en un cohete… Dices que en un momento dado decidiste enfrentarte a todo aquello que te daba miedo. ¿Cuál ha sido el viaje más complicado al que te has enfrentado?

El primero que hice sola, a Londres. Tenía 18 años, poca experiencia vital y no dominaba bien el inglés. Nunca había usado el metro y pasar del pequeño de León al gigante de Londres fue un reto. También tuve que adaptarme a vivir sola en un apartamento, desde hacer la compra hasta cocinar. Sin duda, fue el viaje más difícil, pero también del que más aprendí. Por otro lado, recuerdo con intensidad todos los viajes que hice durante el proceso de selección de astronautas, porque no sabía a qué ciudad tendría que ir; de repente, recibía un correo electrónico diciendo: “Has pasado a la siguiente fase” y me daban el nombre de una ciudad y un código sin saber lo que te espera. Era una experiencia muy de agente secreto porque sabes que te están poniendo a prueba en todo momento.

En el espacio, la movilidad es muy limitada. ¿Cómo pasas de la libertad de movimiento en la Tierra a un entorno tan restringido como el que experimentan los astronautas?

Las misiones actuales tienen lugar en la Estación Espacial Internacional, esa pequeña casa laboratorio que va dando vueltas a 400 kilómetros de la Tierra. Aunque su tamaño es el de un campo de fútbol, los módulos por los que te mueves son muy estrechos y no existe un arriba ni un abajo, lo que cambia radicalmente la orientación espacial y la perspectiva. Es un ambiente confinado y muy limitado, pero al estar tan ocupada realizando tareas, no queda mucho tiempo para pensar en ello. Yo creo que cambias la mentalidad: sabes que vas a estar en un espacio cerrado, te preparas para ello y aprendes a disfrutar los pequeños placeres que puede tener algo así, como dejar de preocuparte por las rutinas habituales en la Tierra. Además, siempre puedes asomarte por la cúpula y contemplar el planeta a tus pies, algo que no tiene precio.

Sara García Alonso, junto a una réplica del módulo de mando de la Columbia en el Museu de les Arts i les Ciències (Valencia)
Sara García Alonso, junto a una réplica del módulo de mando de la Columbia en el Museu de les Arts i les Ciències (Valencia)Cedida

Hablando de tu faceta de investigadora, ¿por qué es importante llevar investigaciones al espacio?

La investigación en el espacio resulta especialmente valiosa por las ventajas que ofrece la microgravedad. Hablamos desde el desarrollo de nuevos materiales hasta estudiar sistemas biológicos, como plantas, bacterias, virus, células cancerígenas y formulaciones innovadoras de medicamentos. Además, se pueden investigar procesos como la mecánica de fluidos y la combustión en condiciones únicas. Tampoco nos podemos olvidar del impacto de la microgravedad en los astronautas, que somete al cuerpo humano a un envejecimiento acelerado. Estudiar cómo envejece un ser humano en seis meses en el espacio aporta un gran conocimiento sobre procesos relacionados con la atrofia muscular, la osteoporosis, la degeneración cognitiva, visual y cardiovascular, y permite desarrollar posibles soluciones para ralentizar o revertir estos efectos en la Tierra.

Sara, en el viaje hacia las estrellas, ¿estamos fisiológicamente preparados?

Para misiones a Marte, no; y para estancias largas en la Luna, tampoco. Por eso se busca regresar a la Luna y construir bases permanentes que permitan desarrollar tecnología que proteja al ser humano de la radiación y garantice sistemas de soporte vital para respirar, beber, comer y gestionar residuos en un entorno extraterrestre. Aún no hemos alcanzado ese nivel, pero esa es la meta: crear tecnología que permita sobrevivir y realizar misiones sostenidas y sostenibles en la Luna. Cuando dominemos eso, podremos aplicarlo en Marte y, tal vez, en el futuro surjan avances que hoy ni imaginamos para viajes interplanetarios. Pero eso es otro capítulo.

No tenemos la tecnología para sobrevivir en la Luna y realizar misiones sostenidas y sostenibles; cuando dominemos eso, quizás surjan avances imaginables hoy para viajes interplanetarios”

Sara García Alonso

Sara García Alonso

Científica y astronauta

A veces, cuando vas en el tren o en el avión, si te toca una pesada o un pesado al lado, algunas veces tienes la opción de cambiar de asiento, pero ¿qué haces si te pasa en el lanzamiento del cohete?

Antes de subirte a un cohete, habrás convivido varios meses casi día y noche con tus compañeros de tripulación, por lo que sabes qué esperar. Una de las cosas que más se trabaja, y que yo misma he practicado con mis compañeros durante la formación, es hablar con franqueza desde el principio. En entrenamientos exigentes, como pasar cinco días en la montaña sobreviviendo al frío, dedicamos tiempo a compartir lo que no nos gusta. Cada uno señala sus puntos débiles: “Cuando estoy muy estresada, prefiero que no me hablen” o “Necesito que me pregunten cómo estoy”. Así, cada uno establece sus límites y se habla abiertamente para anticipar cómo manejar momentos difíciles.

La Sara de 8 o 10 años soñaba con viajar, explorar… ¿De qué forma sueña esa niña ahora ante su primer vuelo espacial?

Mi sueño es viajar al espacio. Me encantaría ir a la Estación Espacial Internacional y contribuir al avance del conocimiento, ojalá en el ámbito de la medicina, que es mi especialidad, y que de alguna forma ese trabajo se transforme después en desarrollo tecnológico, en una nueva idea o en una perspectiva que ayude a mejorar la vida. Sería como cumplir un doble sueño: aportar conocimiento para mejorar la sociedad y hacerlo desde esa aventura extrema que supone salir al espacio, atravesar esa última frontera.

Sara, ¿qué plan tienes para hoy?

Curiosamente, tengo que trabajar y luego me voy al concierto de Juan Luis Guerra.

La científica en una imagen tomada dentro del submarino Pisces VI
La científica en una imagen tomada dentro del submarino Pisces VICedida

Después de despedirme de Sara, me queda claro que, en ella, el viajar y la movilidad son únicos, distintos a los que vivimos los demás terrestres… De niña, exploraba con su familia cada lugar al que iba. Hoy, su curiosidad la ha llevado a un punto que, para muchos, parece imposible: viajar al espacio. Algo que, sin embargo, no lo es para una persona como ella, cuya pasión por la ciencia y el conocimiento no tiene fronteras. Cada destino, cada movimiento, ha sido una oportunidad para adaptarse, aprender y conectarse con algo, sin duda, mucho más grande.

En su camino hacia el espacio no solo lleva consigo su formación, su capacidad de investigar y de ir más allá; lleva una curiosidad insaciable por lo que el futuro y lo desconocido le depara. Si hay algo que queda maravillosamente claro, es que su viaje y el de todos los que soñamos con trascender nuestros límites no termina nunca y esa es, quizás, la mayor lección de todas.