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Manuel España, cantante de La Guardia: “Un taxista nos dio las dos frases más emblemáticas de la canción 'El mundo tras el cristal'; aún le buscamos para darle los derechos de autor”

VIP sobre ruedas

El también músico y compositor confiesa que “En los viajes con la banda vivimos el fenómeno “fan” de lleno; parábamos en cualquier sitio y se montaba la de Dios”

Manuel España, cantante de La Guardia

Sergio Lacedonia

Después de 40 años, la historia de Manuel España y La Guardia no solo se explica con discos o reconocimientos, también con la cantidad de lugares en los que ha tocado: desde salas pequeñas, en una época en la que todo estaba cargado de ilusión pero a la vez de incertidumbre, hasta escenarios enormes que llegaron cuando nadie los esperaba, lo que demostraba una cosa: la banda ya tenía entidad propia.

A lo largo de los años, su rutina ha encadenado conciertos, cambios de ciudad, grabaciones lejos de casa y viajes que han marcado etapas enteras para el grupo, a veces, incluso más que los propios álbumes.

Hoy, con el 40 aniversario, la gira actual y Ruta 40 sobre la mesa, mantiene la ilusión allá donde va y el mismo ritmo de trabajo que lo ha acompañado desde sus comienzos. Aunque no es fácil resumir toda una vida en pocas palabras, seguro que han sido mil calles las que lo han traído aquí.

Manuel España, cantante de La Guardia, durante un conciertoCedida

Manuel, ¿recuerdas los primeros viajes en coche siendo niño?

No los olvidaré nunca porque me sentaba muy mal viajar en coche. Mi padre nunca ha tenido uno y cuando me subía en el de alguien me mareaba, sobre todo en las carreteras tremendas que llevaban a la playa.

¿Cuándo aprendiste a conducir?

Lo hice porque no tuve más remedio, a los 30 años. Cuando fui padre, no me quedó otra que comprar un coche y sacarme el carnet.

¿Alguna vez pediste en casa una moto?

No, era malísimo; lo llevaba fatal. Una vez cogimos una moto con mis compañeros de la Guardia, los componentes originales y, recién estrenada, no se nos ocurrió otra cosa que subirnos los tres a la vez sin tener ni idea. Terminamos estrellándonos justo en los pies de mi padre. Entonces me quedó claro que la moto no era lo mío y le cogí respeto. El coche sí que me gusta, aunque de una manera muy tranquila. Me encanta escuchar música mientras conduzco y soy un poco raro: me gustan los atascos.

¿Te gustan los atascos?

Sí. Donde todos caen, entro yo.

Soy un conductor un poco raro porque me gustan los atascos; donde todos caen, entro yo”

Manuel España

Cantante y guitarrista de La Guardia

Te sacaste el carnet con 30 años, ¿cuál fue tu primer coche?

Un Daewoo Lanos, que por aquel entonces llamaba muchísimo la atención. Recuerdo que era un coche violeta con un morro enorme, como yo. Luego tuve un Toyota, y ahora un Fiat 500, porque soy superfan de estos pequeños cochecitos italianos; me encantan. Para Granada es lo mejor. No soy de conducir grandes distancias; paso mucho tiempo en carretera, y cuando llego a mi ciudad lo que quiero es caminar, ver cosas y no complicarme con el aparcamiento.

¿Has tenido algún susto en la carretera?

Por suerte no hemos tenido ningún susto grande, y, como dice la canción, “toco madera”. Sí hemos visto muchas cosas en carretera: camiones volcando, accidentes… Hay que tener en cuenta que hacemos muchísimos kilómetros porque vivimos prácticamente en ruta. Si damos unos 80 o 120 conciertos de media, imagínate la cantidad de kilómetros que recorremos. Por eso le tenemos respeto y siempre vamos con mucho cuidado.

Manuel España, cantante de La Guardia, posa con su coche, un Fiat 500Cedida

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El DeLorean, de Regreso al futuro, totalmente. Sería un gustazo viajar al pasado para volver a entrar en esas maravillosas tiendas de discos de la calle Tallers, de Barcelona, que han ido desapareciendo con los años, o entrar en las de Madrid Rock. Sería una pasada.

Pregunta de control: ¿Qué es lo más loco que has hecho en el coche o en la furgo de la banda?

Lo más loco ha sido bromear mucho en la furgoneta: disfrazarnos, pelearnos como niños mientras conducimos y tener que decir “¡Oye, parad ya!”, porque necesitas descargar tensión. Cuando estábamos empezando, hubo un momento en que salimos de casa y pasó casi un año sin tener noticias de la familia. Tanto tiempo en la furgoneta, con 20 años, hace que te desmadres un poco. Había momentos en los que hacíamos batallas de almohadas y cosas así, aunque nunca pusimos en peligro a nadie.

¿Qué trayecto por carretera, durante una de las giras de La Guardia, no vas a olvidar?

El trayecto que más veces he hecho es el de Granada a Madrid, sobre todo en la primera etapa de La Guardia. Subíamos mucho, hasta que firmamos con una casa de discos, llevando nuestras maquetas en el coche, tocando donde fuera gratis y, a veces, incluso pagando. Al final, salió todo bien, por lo que a ese trayecto le tengo mucho cariño.

También hemos hecho muchísimas giras promocionales en coche; no íbamos en avión, hacíamos viajes desde Barcelona hasta el País Vasco, Andalucía o Galicia, yendo emisora por emisora. Nos daban un presupuesto, una dieta, y viajábamos con el de promoción conduciendo los cuatro en el coche.

Hay canciones, como La Carretera, que están hechas literalmente ahí, y también en habitaciones de hotel, lo que da para mucho”

Manuel España

Cantante y guitarrista de La Guardia

La Guardia tiene canciones como Cuando brille el sol. ¿Qué viaje inspiró una canción vuestra?

Yo creo que todos los viajes son inspiradores. En el primer disco de La Guardia hablábamos de la carretera como algo que nos flipaba, y en el segundo mostramos un poco más de respeto, como diciendo “hay que tener cuidado y dosificar”. Echábamos mucho de menos a la familia, y esos viajes nos marcaron bastante. 

Tuvimos que componer un disco prácticamente en carretera; después de la gira de Vámonos, empezamos a escribir en hoteles y en la furgoneta. Hay canciones como La Carretera que están hechas literalmente ahí y también en habitaciones de hotel, lo que da para mucho.

Hablábamos de esas giras promocionales en coche, ¿cómo era conducir con todos los instrumentos y el equipo en la furgoneta?

En aquel momento era muy duro; ahora, con el tiempo, lo vemos y decimos que era muy divertido todo. Íbamos todos tan rápido, con tanta gente siguiéndonos y, además, vivimos el fenómeno “fan” de lleno. Parábamos en cualquier sitio y se montaba allí la de Dios, ¡y para nosotros era algo normal! Ahora, con perspectiva, lo vemos como un sueño hecho realidad, una experiencia increíble y súper emocionante.

El grupo 'La Guardia'durante el concierto ‘Locos por la Música’, en el Estadio Santiago Bernabéu, en 2024Europa Press

Hablábamos de hoteles… ¿También se notaba allí el fenómeno fan? ¿Alguna vez habéis tenido que salir corriendo?

¡Sí! Nos han dado sustos muy curiosos en los hoteles. Te hablo de cuando teníamos 20 años. De llegar a la habitación y, de repente, encontrar gente escondida en los armarios; eran ellas las que aparecían y nosotros salíamos corriendo. La verdad es que el trato siempre ha sido muy bueno; en general, la gente es fabulosa.

¿Qué lugar os ha hecho sentir más especiales?

En Barcelona había un fenómeno brutal. De hecho, el director artístico de la compañía nos decía siempre que el 75% de los discos se vendían en Cataluña, y cuando íbamos para allá era impresionante, y sigue siéndolo. Aunque toquemos poquito, cuando lo hacemos es alucinante; la gente nos pregunta “¿cuánto tiempo sin vernos?” Y tienen muchas ganas de coincidir. Para nosotros es un honor.

¿Recuerdas dónde fue tu primer concierto fuera de Granada?

El primero fue en Antequera, cerquita de la ciudad. No lo olvidaré nunca; me acuerdo hasta de la sala: la discoteca Triángulo. Recuerdo que estábamos los tres: Conejo, Carlos Gilabé y yo. Llevábamos una caja de ritmos que a veces fluctuaba un poco, se paraba cuando quería y nos dejaba un poco en bragas… Las pasamos realmente canutas, pero al final salió muy bien, y con el tiempo todo se convierte en un buen recuerdo.

Al principio íbamos en tren o coche a discográficas de Madrid y esperábamos a que apareciera alguien que conociera al director artístico para entregarle nuestras maquetas”

Manuel España

cantante y guitarrista de La Guardia

¿Cómo fue vuestra llegada a Madrid?

Solíamos ir en tren o en coche, intentando mover maquetas y, a veces, nos quedábamos en la casa de discos esperando a que apareciera alguien, una limpiadora o una persona que conociera al director artístico. Nuestra madre nos preparaba latas de conserva y bocadillos para comer. Luchábamos por nuestro sueño. No es como ahora, que puedes grabar una maqueta en casa y enviarla directamente a una discográfica. Antes tenías que ir personalmente, encontrar a la persona adecuada, entregársela y esperar que le gustara. Era muy difícil, complicado, pero también tenía un punto bonito: buscarte la vida, hablar, tocar a la persona, tener contacto humano.

¿Qué lugares os han enseñado más, tanto en lo musical como en lo personal?

De donde más he sacado siempre ha sido de mi casa, de Granada y de mi familia, sobre todo de mi madre y de mi abuela, que estaban muy metidas en la música. Mi madre quería ser cantante y mi abuelo no lo veía muy bien; estuvo a punto de hacer una gira junto a Gelu, pero él le dijo que no lo veía. Conmigo, mi madre se volcó para que persiguiera mi sueño musical. Aunque éramos una familia muy humilde (mi padre era albañil), pusieron todos los medios para que pudiera estudiar en el conservatorio y tener mi guitarra eléctrica, que tampoco era barata. Me apoyaban en todos los viajes y mi madre me ayudó a grabar el primer disco. Lo que más me ha influido ha sido mi entorno familiar: mis tíos también tocaban la guitarra, y en casa, en Navidad o cualquier otro día, era una fiesta; uno tocaba la guitarra, otros el laúd… Todos eran músicos, no profesionales, pero músicos.

Manuel España también toca la guitarra en el grupo  Luis M Bermejo

Con tantos conciertos y giras después de los años, ¿cómo vives tus viajes personales en familia?

Hago pocos viajes, sobre todo porque no tengo tiempo; realmente, no lo tengo. Un lugar que me encanta es Nerja, que está cerca de casa y es mágico. No sé qué es, pero desde pequeñito me ha gustado mucho el pueblecito de Verano Azul; tiene un encanto y una chispa alucinantes. Son viajes cortitos, pero sí que tengo en mente hacer más; me gustaría ir a Italia, por ejemplo, y también me encantaría ir a México. Pero ya te digo, estamos de gira continua, lo llamamos “la gira interminable”; empezamos y no sabemos cuándo empieza ni cuándo acaba. Llevamos así desde 2004.

¿Qué viaje, más allá de La Guardia y de la música, no vas a olvidar?

El primer viaje a Londres. Fue algo alucinante porque nuestro sueño era salir fuera y poder grabar con los medios técnicos adecuados. En aquel momento había una diferencia enorme entre grabar fuera y hacerlo en España; aquí todavía estábamos un poco verdes. Llegar a un estudio en Londres siendo jovencito, la primera vez que sales del país, te marca de por vida, y más con tus amigos de colegio. Nos presentamos los cuatro a grabar en un estudio y fue algo fantástico, alucinante.

También recuerdo el viaje a Los Ángeles, cuando estuvimos allí dos meses grabando con el productor Dusty Wakeman y con los músicos de Roy Orbison. Fue algo increíble estar en el desierto de Mojave, escuchando Los Lobos, por la noche, en un motel de carretera. No sabría con cuál de los dos viajes quedarme.

¿Cómo eres cuando solo está Manuel, un turista más?

Me siento cómodo, porque siempre decimos que nunca nos creemos nada; ni el fracaso ni el éxito. Siempre somos nosotros. La forma de vestir y de comportarnos es la misma en el supermercado de Granada que en un concierto. No nos disfrazamos ni cambiamos la actitud en el escenario; siempre somos iguales.

Hace tres o cuatro años, hicimos una gira de más de 140 conciertos; fue muy exigente, pero al terminar dijimos: 'Lo hemos conseguido', porque tenemos una edad y lo hemos superado”

Manuel España

Cantante y guitarrista de La Guardia

En el plano musical, ¿cuál ha sido la gira más exigente a nivel físico que recuerdes?

Hace tres o cuatro años, hicimos una gira de más de 140 conciertos, casi un récord. Prácticamente, tocábamos todos los días, entre un viaje y otro. Fue divertida, pero también muy difícil; sobre todo los nudos de 11 días seguidos cantando. Tienes que cuidar mucho la garganta: terminas el concierto e inmediatamente a dormir. Muchas veces hay fans que no comprenden que si tienes que tocar al día siguiente, ni siquiera puedes hablar; tienes que ponerte la toalla y cuidarte, porque de lo contrario, no vas a poder cantar. Es bonito, pero al mismo tiempo no te permite disfrutar del todo del público ni quedarte a hacerte fotos y atender a todo el mundo. Fue una gira exigente. Al terminar dijimos: “Lo hemos conseguido”. Tenemos una edad y lo hemos superado.

¿Qué viaje te cambió?

Tal vez el viaje a Estados Unidos, cuando ves la diferencia que hay; no es como en las películas: estás viendo una megaciudad, los grandes rascacielos, pero debajo hay gente durmiendo entre cartones. Te hace reflexionar y te das cuenta de que aquí se vive muy bien. A mí me encantó estar allí, pero a la semana ya estaba deseando volver a casa para comer un potaje. De todas formas, creo que todos los viajes te cambian un poco y te enseñan algo, incluso el sitio más pequeño al que puedas ir.

Manuel y Carlos, de La Guardia, durante un conciertoCedida

¿Hay algún lugar al que vuelvas siempre que tienes oportunidad?

Al Albaicín, mi barrio de origen. Siempre que puedo voy para allá. Es como poder tocar un poquito con la yema de los dedos la infancia, los principios, el olor de las calles. Todo eso te mantiene vivo y te permite recuperar un poco de aquellos tiempos no tan chulos.

Después de 40 años, ¿cómo ha cambiado tu manera de organizar los viajes con la banda?

Aprendes a hacer la maleta de otra forma, a organizarte, y sobre todo a darte cuenta de lo que sobra; es como hacer el Camino de Santiago: cada vez que coges la mochila sabes que solo debes llevar lo necesario. Con la formación de ahora ya tenemos rodaje y nos organizamos bastante bien; si a alguno se le olvida algo, el otro se lo recuerda.

¿Qué conversación con un taxista no olvidarás?

Recuerdo una charla con un taxista en un trayecto cortito, del hotel al estudio de grabación. Estábamos grabando El mundo tras el cristal y nos faltaba un trocito de la letra; estábamos en plena tormenta de ideas, y de repente el conductor nos dijo: “¿Por qué no dices cartas en el cajón?”. El hombre nos estaba escuchando todo el rato y dándole vueltas a la canción; nos faltaba la primera estrofa, la de Cartas en el Cajón y Ninguna de Amor, la del Príncipe Azul y todo eso. El hombre entró a muerte, soltó la estrofa entera, nos dijo “Espérate un momento”, tomamos nota y nos fuimos al estudio a grabarla. Nos dio las dos frases más emblemáticas de la canción y aún le estamos buscando para darle los derechos de autor. Espero que, cuando la escuche, se acuerde de nosotros.

Con los años aprendes a hacer la maleta de otra forma y te das cuenta de lo que sobra; es como hacer el Camino de Santiago: cada vez que coges la mochila sabes que solo debes llevar lo necesario”

Manuel España

Cantante y guitarrista de La Guardia

¿Eres buen compañero de viaje o tienes tus cosas?

Creo que soy buen compañero de viaje, pero tengo mis cosas. Soy bastante tímido, introvertido, pero también tengo mi momento de dar caña, molestar un poco a mis compañeros y chincharlos un poquito. Soy un poco de todo. La verdad es que no somos un equipo complicado: para llevar tanto tiempo de gira hay que entenderse muy bien. Puede parecer un tópico, pero somos una familia itinerante, que estamos aquí y allí, y nos llevamos muy bien.

Más de una vez habéis repetido escenario, ¿qué es lo que más te fascina de volver a tocar en un lugar en el que ya lo hiciste 30 años atrás?

Me parece apasionante, igual que repetir el repertorio después de tanto tiempo. Muchas veces dicen: “¿No te cansas de tocar lo mismo?”. No, porque cuando veo que la gente está flipando y pasándolo bien, es alucinante. El reto es siempre sorprender un poco al público. Somos una banda que nos encanta improvisar; los solos nunca son iguales, la batería nunca es igual, las canciones son distintas cada vez y el público también. Dentro del guion de los temas obligados, intentamos ofrecer siempre algo más. Para todo eso hay un truco y es el de no ensayar nunca. En los 80 sí que lo hacíamos, pero ya no. Si lo haces, acabas haciendo arreglos y, al final, Mil calles o El mundo donde nace el río se desvirtúan y se convierten en canciones distintas.

El músico y compositor sigue en activo con su mítico grupo La GuardiaLuis M Bermejo

¿Cuál es la situación más surrealista que has vivido viajando?

La más surrealista fue una vez que íbamos 091 y La Guardia en la misma furgoneta y nos paró la Guardia Civil. Imagínate, le dices a un guardia civil: “No, yo soy 091, y nosotros somos La Guardia”. Pensé que nos iban a llevar por separado a las dos bandas, porque se iban a pensar que nos estábamos riendo de ellos. Al final, resultó que nos conocían y se portaron muy bien con nosotros.

Esta también es obligada: Si pudieras escoger un personaje de toda la historia, esté vivo o no, para hacer un largo viaje, ¿quién sería?

Soy superfan del mundo del cómic y de las películas de Marvel. Robert Downey Jr. Me parece una persona increíble, sobre todo por cómo ha superado los problemas que tuvo con las drogas y todo lo demás. Estuvo en un momento muy oscuro y logró remontar, lo que me parece muy interesante. Lo admiro como actor, pero todavía más como persona. Cuando veo sus entrevistas y de dónde ha salido hasta lo que es ahora, me parece un personaje fascinante; sin duda, iría con él. Del rollo de la música, por ejemplo, Mick Jagger sería un buen personaje también. No sé si Mick Jagger o Keith Richards; no sabría con cuál quedarme de los dos.

Si de esta charla saliera una canción de La Guardia, ¿qué título llevaría?

Cuando pongo un título a una canción, nunca doy en el clavo. De hecho, la gente suele no conocer las canciones por el título. El mundo tras el cristal es un buen ejemplo de ello. Con canciones como Una bonita mañana, por ejemplo, no me como mucho la cabeza. Me gusta que los títulos sean sencillos, simples, directos y, a la vez, alucinantes.

Despedirme de Manuel es como bajarte de la furgoneta después de un largo viaje: hay recuerdos que no vas a olvidar, historias que aparecen de repente y detalles que uno no espera. No se trata solo de música o de giras; es la manera en que cada trayecto, cada carretera, cada ciudad se ha ido sumando a su historia. Mientras hablas con él, notas que mantiene intactas la curiosidad y las ganas de descubrir cosas nuevas, incluso después de tantos años sobre los escenarios. Por más que pasen los años, estoy convencido de que, con la misma pasión que transmite desde un escenario, Cuando brille el sol, Manuel seguirá explorando caminos, canciones y momentos, sin perder nunca la esencia de su viaje.