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Teo y María, Cómplices: “El verdadero viaje de nuestra vida comenzó cuando nos propusimos hacer algo juntos, después de que yo dejara a Golpes Bajos; es todo lo que ha pasado desde entonces hasta hoy”

VIP sobre ruedas

Ambos no pueden dejar de sonreír al recordar momentos inolvidables con toda la banda de Cómplices, en la carretera: “Los baños estaban abiertos por arriba y nos lanzaban cubos de agua desde allí”

Cómplices, el dúo formado por Teo Cardalda y María Monsonís, lleva más de tres décadas en los escenarios

Cómplices, el dúo formado por Teo Cardalda y María Monsonís, lleva más de tres décadas en los escenarios

Cedida

Hay canciones que acompañan una vida entera, y otras que parecen haber nacido en medio de la carretera, entre el olor a gasolina, el eco de una radio encendida y un horizonte que no deja de moverse. Cómplices, el dúo formado por Teo Cardalda y María Monsonís, lleva más de tres décadas convirtiendo kilómetros en melodías. Desde los días en los que Teo, recién salido de Golpes Bajos, soñaba con un proyecto más íntimo, hasta la madurez sonora de Terra (2024), su música ha sido una constante banda sonora del amor y la nostalgia. 

Canciones como Es por ti, Los tejados, La danza de los duendes o Verdad que sería estupendo no solo marcaron una época, sino que siguen siendo refugio y espejo para personas de generaciones muy distintas. En su viaje, han sobrevivido a la industria, al paso del tiempo, a los cambios tecnológicos y a cientos de carreteras que los han llevado a encontrarse con su público.

Hoy, nos subimos con ellos a esa furgoneta invisible que los ha acompañado desde sus primeros bolos hasta sus giras internacionales. No para hablar de acordes, sino de movimiento: del viaje, del cansancio dulce de la carretera, de los paisajes que quedan en la retina y de las canciones que nacen mirando por la ventanilla.

María, Teo, vosotros comenzáis entre Madrid y Galicia. ¿Qué recordáis de esos viajes en los que empezabais a llevar vuestras canciones al público por primera vez?

María: Yo vivía en Madrid y Teo se vino también. Arrancamos desde allí porque nos resultaba mucho más cómodo que hacerlo desde Galicia. De todos modos, siempre nos consideraron un grupo gallego, pero de Madrid.

Teo: Eran tiempos muy distintos a los de ahora. Aquella fue una etapa de descubrimiento, llena de entusiasmo y muy ligada al momento social que vivía España, en el que todos buscábamos nuevas formas de hacer las cosas. Todo resultaba mucho más ilusionante que ahora. Estamos agotados de tanta inmediatez y de las redes sociales; hay que usarlas porque son una herramienta de promoción fantástica, pero se han convertido en un circo mediático tremendo. Un apagón de un año nos vendría bien y el mundo mejoraría.

El último trabajo musical de Cómplices es 'Terra' 
El último trabajo musical de Cómplices es 'Terra' Cedida

Durante aquellos años de vida entre las dos ciudades, ¿cómo era ese ir y venir constante? ¿Qué papel jugaba el viaje en vuestro día a día como músicos?

T.: Fueron años maravillosos, aunque lo que más pereza me daba era viajar. Deberían haber inventado viajes en los que pulsando un botón te teletransportaras. Recuerdo los viajes en tren desde la antigua estación de Vigo o los que hacíamos en avión, en coche o en furgoneta. En mi vida he tenido tres accidentes en coche, y uno fue con María.

M.: Sí, y lo que nos reímos en aquella furgoneta… Fue lo más grande. Comprábamos botellas de agua y, bueno, menos a Teo, que no se le podía tocar porque se enfadaba, los demás terminábamos empapados. Recuerdo colgar la ropa por la ventanilla para que se secara, el pelo todo mojado y la furgoneta con tres centímetros de agua. Después cogíamos la prensa y la empapábamos en el agua, tirándosela a la cabeza de los demás. Esas cosas eran muy divertidas.

Dicen que el tipo de coche revela mucho de quien lo conduce. ¿Qué dirían los vuestros sobre vuestra forma de ser?

M.: Siempre hemos tenido todoterrenos o furgonetas enormes porque tenemos cinco hijos y llevábamos un montón de cosas. Nos saludaban los marroquíes que venían de Francia y nos los cruzábamos por la carretera; nos pitaban porque creían que también éramos marroquíes.

T.: Cualquier coche se quedaba pequeño. Es alucinante, siempre lo llenábamos.

Tuvimos un coche todoterreno rumano que lo llamábamos 'la venganza de Ceaucescu' y era duro como una piedra”

Cómplices

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Grupo musical

Hablando de vuestros coches… ¿Cuáles han sido los coches y furgonetas de Cómplices?

M.: ¡La venganza de Ceaucescu! Era duro como una piedra.

T.: Lo llamamos así porque era un coche todoterreno rumano. También tuvimos una furgoneta familiar Pontiac, maravillosa…

M.: Que yo quemé… Llevábamos cinco sillas elevadoras para los niños, y era una locura. Recuerdo que cuando íbamos de viaje me soltaba el cinturón, me giraba hacia atrás y les decía: “¡Callaos, basta, por favor!” Era un caos total. Muchas veces hemos llevado a los niños de gira, no a los cinco, pero sí a dos de ellos, a lugares como México o Estados Unidos. Siempre con alguien cuidándolos, porque no podíamos estar todo el día con ellos cuando íbamos a tocar. Todo ha sido muy intenso. Los viajes han sido parte de nuestra vida y es impresionante ver cómo siguen formando parte de todo.

En ocasiones hay factores externos como retenciones, que tensan la cuerda de la paciencia…

T.: Me he vuelto un paranoico. Cada vez que cojo un avión o un tren, engaño a María y le digo que salimos una hora antes, porque hemos perdido tantos aviones y trenes que ya me genera un estrés enorme. Además, ahora ir en tren es toda una odisea; los retrasos, los robos, los AVE que se paran… es terrible. La verdad es que es preocupante, porque llegar tarde se ha vuelto casi inevitable.

M.: Es complicado. Este año he estado con un pie roto y he tenido que viajar en una silla de ruedas durante todo el verano. No me dejaban volar por el yeso, así que desde Galicia teníamos que salir dos días antes. Pero igualmente lo pasamos genial, porque aprovechamos para descubrir sitios, paramos a comer bien y nos alojamos en hoteles curiosos.

¿Alguna vez habéis estado a punto de perderos vuestra propia fiesta?

T.: ¡Sí, ya lo creo! Recuerdo un concierto enorme en Vigo, en Castrelos, al que llegamos vistiéndonos en el coche y subimos al escenario mientras ya estaban sonando los compases del primer tema. También hemos sufrido accidentes de tráfico y algunos, incluso, tuvieron que tocar con un yeso. Aun así, esta es una vida maravillosa y de verdad no la cambiaría por nada.

M.: A mí, a veces, me apetece salir corriendo. Creo que cada vez es peor. Teo lo pasa mal, se le queda dentro, y yo necesito moverme, caminar, saltar. Es un momento desagradable, y si no lo hago, siento que me muero también.

Este año María se rompió una pierna y tuvo que actuar en silla de ruedas 
Este año María se rompió una pierna y tuvo que actuar en silla de ruedas Cedida

¿Hasta qué punto es importante el silencio en un viaje largo? ¿Preferís hablar, escuchar música o simplemente dejar que el paisaje hable?

T.: Yo soy poco hablador. María es mucho más expresiva, sociabiliza con todo el mundo, mientras que yo converso solo con los músicos.

M.: A mí me encanta comunicarme. Ayer estuve con mi hijo y mi hija hasta las 6:30 de la mañana, tumbados en la cama, charlando sin parar, y fue superdivertido. Con los músicos hablo muchísimo; ellos me cuentan cosas, yo les cuento a ellos, y luego tenemos momentos de contemplar el paisaje. No puedo leer en el coche ni en la furgoneta porque me mareo, pero a veces escuchamos música o vamos todos en silencio, depende del momento.

Vamos atrás, mucho más atrás… ¿De qué viajes, en coche, siendo pequeños, tenéis mejores recuerdos?

M.: Mis padres eran grandes viajeros. Se iban continuamente de viaje y a mí me sacaban del colegio para llevarme con ellos. Me acuerdo de ir en un coche enorme, americano, un Dodge, siempre los tres delante porque era muy ancho. Me llevaban a ver arte, sobre todo románico, que es muy de nuestra familia y de Galicia, y recuerdo viajes por Cataluña visitando monasterios. Para mí, los viajes siempre han sido una parte fundamental de mi vida. Después, con Teo y mis hijos, también hemos recorrido un montón de sitios yendo en coche.

T.: Mis padres vivían en Bouzas, en una zona de Vigo que se llama Puerto, y recuerdo que los sábados por la tarde el plan era ir a comprar roscón a la pastelería de Copena, algo que a mí me encantaba porque soy un loco del dulce. Yo tenía unos nueve o diez años e íbamos en nuestro Seat 850, mi padre, mi madre y yo; tardábamos un buen rato en llegar y después volvíamos a casa a tomar café con el roscón. Era un planazo.

Ahora vienen dos preguntas fijas: ¿Qué es lo más loco que habéis hecho en el coche o en la furgo?

M.: Para mí, lo que he explicado del agua en la furgoneta era brutal, no te lo puedes ni imaginar. Después, las dos chicas que íbamos -yo y nuestra road manager Juana- íbamos al baño de chicas, y aparecían estos salvajes con cubos que nos echaban por la parte arriba de la puerta del lavabo. Una vez incluso metieron una manguera de una gasolinera y nos empaparon completamente.

T.: Yo recuerdo ir con la señora y nos dio un apretón: paramos y de repente nos vimos rodeados por una manada de ovejas, con el pastor, todos alrededor del coche. Era al amanecer y nos quedamos ahí en medio, diciendo: “Bueno, esto es la hostia”. ¡Todas las ovejas nos miraban!

“Recuerdo una conversación con un taxista sobre Isabel Pantoja que se me quedó grabada; la primera vez que sonó 'Marinero de luces', él se puso a llorar”

Cómplices

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Vamos con la segunda… ¿Qué charla con un taxista o chófer no olvidaréis?

M.: Como soy tan habladora, he hablado de todo y me he encontrado con taxistas realmente interesantes, igual que en México, gente muy culta que te contaba historias maravillosamente. Recuerdo una conversación que se me quedó grabada sobre Isabel Pantoja. La primera vez que sonó “Marinero de luces”, el taxista lloraba, empezamos a charlar y esa conversación me impactó infinitamente.

T.: Yo con los taxistas sí que hablo. Creo que siempre tienen una visión muy real de todo, contacto directo con la gente y experiencias increíbles, así que es muy interesante llegar a algún sitio y que te cuenten sus historias. En Bilbao me encontré con una taxista colombiana, con un Tesla, que me dijo: “¡Usted es el cantante de Cómplices!” y me puso en el pantallón del coche nuestro videoclip. ¡Era una superfan nuestra!

¿Qué secretos guarda la furgoneta de Cómplices?

M.: Guarda muchos secretos. Recuerdo una noche que los músicos se la llevaron y yo diciendo: “Desgraciados, me habéis profanado la furgoneta”. Después, bueno, estaban también nuestros secretos, los de Teo y míos.

T.: Hubo una furgoneta que era blanca y terminó color vómito… Cuando fuimos a México, la banda Maldita Vecindad quiso ser nuestros anfitriones. Era el primer concierto grande en D.F. y había una euforia increíble. Teníamos un chófer con furgoneta y nos llevaron después a beber; había pulque, tequila... ¡Los músicos iban volviendo al hotel vomitando por la ventana! María y yo llegamos a las ocho de la mañana caminando al hotel.

Teo y María, en su estudio de música 
Teo y María, en su estudio de música Cedida

¿Recordáis la primera vez que cruzasteis una frontera para tocar? ¿Qué sensación os dejó aquel “primer vuelo” como grupo?

M.: México. Fuimos con Emilio Santamaría, nuestro primer manager, hermano de Massiel, un tío que era divertidísimo. Los músicos también eran una pasada, Pedro, Andrea… Nos reímos mucho y siempre tuvimos suerte con los técnicos y con todo nuestro equipo. De toda esa época me llevo de corazón, además de los fans, que algunos se han convertido en amigos íntimos y hasta han dormido en nuestra casa, lo mejor de todo: el equipo, fantástico, fantástico. Increíble.

¿Cuál ha sido el viaje de vuestra vida?

T.: El viaje de nuestra vida fue aquel día en que dijimos: “Oye, ¿por qué no hacemos algo juntos?”, después de que yo dejara a Golpes Bajos. Todo lo que ha pasado desde entonces hasta hoy ha sido, sin duda, el verdadero viaje de nuestra vida.

Por cierto, ¿cuál fue la primera vez que la distancia entre un concierto y otro os hizo comprender que esto era ya una vida entera?

T.: Creo que cuando empiezas a ganar dinero y a sentirte poderoso, cuando ves que tus canciones conectan con la gente y que tienes medios para montar otra gira o grabar un disco como tú quieras, eso es una virtud. Sentirte absolutamente pleno es lo que verdaderamente importa. María y yo tuvimos un éxito tan repentino que nos sorprendió incluso a nosotros mismos. Al principio era algo muy íntimo, muy familiar, simplemente hacer canciones juntos y disfrutarlo. De repente, nos vimos con todo lo que vino después, y fue una locura.

M.: Llegar a otro país pensando que solo vas a hacer promo, con esa sensación de novato, y además siendo tan jóvenes. Aquí ya habíamos tenido éxito, pero enfrentarte a otro público imponía, daba vértigo. De repente te ves en un estadio de béisbol con 45.000 personas, la gente descontrolada, subiendo por las redes, persiguiendo los coches en los que íbamos, y piensas: “¡Carallo, pues la gente nos quiere de verdad!”. Ahora volver a México y ver que nos siguen queriendo, que te paran, que en el aeropuerto hay fans esperándote, igual que en el hotel, en Perú… es alucinante. Estamos superagradecidos, es una maravilla.

El verdadero viaje de nuestra vida comenzó cuando nos propusimos hacer algo juntos, después de que yo dejara a Golpes Bajos; es todo lo que ha pasado desde entonces hasta hoy”

Cómplices

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¿De qué viaje volvieron una María y un Teo distintos a los que se fueron?

M.: ¡India! Pero no por su espiritualidad. Desde los seis años le decía a mi madre: “Me voy de casa a la India”, porque mi hermana mayor tenía muchos libros sobre arte indio y me fascinaban. No sé por qué, pero siempre sentí una conexión. Tenemos una hija india, Maya Cardalda Monsonís, que vive aquí, y es nuestra hija desde los nueve meses, hermana de sus hermanos y maravillosa. Así que la India para nosotros tiene un significado muy especial, pero ya te digo, no por lo espiritual, sino porque es un país que es pura vida: color, muerte, caos, belleza, todo.

Para mí, junto con México, es “el país”. Sudamérica en general me encanta, pero la India me marcó. Soy muy asiática; de hecho, vamos a tener un nieto filipino. Es un país al que volvemos continuamente, porque para nosotros es muy importante. Nuestra hija nació en Guyarat, donde hubo terremotos y todo tipo de desastres. Yo siempre he ido a ayudar: Estuve en el tsunami, en las Islas Andamán, y al año siguiente llevé a Teo y a los niños para que vieran lo que había pasado allí.

A nivel musical, ¿qué ciudad o país se ha convertido en un punto de inflexión para Cómplices?

M.: Musicalmente, Inglaterra. Grabamos en Londres, en Abbey Road, con Vicente Amigo a la guitarra, un flamenco que fue una experiencia increíble.

T.: Inglaterra, mucho más que Estados Unidos. Los ingleses siempre han demostrado mucho más, al menos en lo que a mí me interesa. Grupos como Génesis o The Who, por ejemplo, me marcaron muchísimo. Mi tema siempre ha estado más cerca de ese umbral musical que ellos representan. Es un templo musical absoluto, vamos, un lugar con una energía impresionante.

Teo y María, en un camerino antes de salir al escenario 
Teo y María, en un camerino antes de salir al escenario Cedida

De todas las noches de hotel, ¿hay alguna que no podéis olvidar, para bien o para mal?

T.: En un hotel de Mallorca, que era terrible, le dijeron a María: “Tómate esto y ya verás”. Y al rato, María se levantó en pijama, desorientada total. 

M.: Nunca supe que me dieron.

T.: También vivimos el salto de Charly García desde el noveno piso del hotel Aconcagua en Mendoza, Buenos Aires, a la piscina, que eso sí que fue inolvidable.

¿Cuál es el viaje que siempre recordáis entre vosotros y que nadie más conoce?

M.: Hablamos muchísimo de Portugal porque vivimos muy cerca y en apenas diez minutos ya estamos allí. Es un país al que siempre hemos querido desde la infancia porque todos los fines de semana que pasábamos en Galicia, mi familia se iba a Portugal. He llevado a Teo y ahora es nuestro rincón favorito, aunque ya no sea secreto. Disfrutamos mucho de todo lo portugués, de su gente, su cultura, su forma de vivir, y por eso decidimos venir a vivir aquí. Mi tierra es, sin duda, mi querida Galicia, pero Portugal también ocupa un lugar muy especial en mi corazón, casi al mismo nivel.

Teo, ¿qué te ha enseñado el viajar juntos sobre vuestra relación personal y artística?

T.: A mí, María me ha enseñado muchísimo sobre la vida y la forma de entender a la gente. Su intuición y su capacidad de comunicación son impresionantes, y yo he aprendido a escuchar más, a fijarme en los detalles y a valorar lo que realmente importa. Me ha enseñado a conectar con los demás de manera más profunda y a confiar más en mis instintos, aunque yo sea más torpe para esas cosas.

María, si mañana pudierais desaparecer durante una semana, sin compromisos, sin móviles, ni conciertos… ¿A dónde iríais?

M.: A India, la tenemos muy presente, aunque en febrero nos vamos a Filipinas porque nace nuestro nieto y quiero conocerlo. Creo que es un país realmente encantador. Mi hijo llevaba viviendo allí un año y medio y ahora nos preparamos para ir todos juntos.

Después de despedirnos y de que el silencio ocupe el asiento del copiloto, me queda claro que vivir en la carretera no es tan solo moverse por las ciudades, aeropuertos o escenarios. Se trata de formar parte de un paisaje que te observa a ti tanto como tú lo observas a él, un paisaje que se queda grabado en nuestra memoria sin pedir permiso. Hablar con María y Teo es entender que Cómplices no solo ha recorrido carreteras: ha atravesado el tiempo, los formatos, las modas y los paisajes, llevando siempre consigo la banda sonora de una generación. La suya es una vida contada en kilómetros, en acordes y en silencios.