Probamos la versión microhíbrida de gasolina de 140 CV del Mazda3, un coche compacto que no destaca de buen principio pero que convence rápidamente
Análisis a fondo
Sin mayores pretensiones prestacionales pero con las credenciales dinámicas propias de la marca, ofrece una conducción agradable y equilibrada

El tacto dinámico de Mazda se aprecia especialmente en este compacto, que no necesita una mecánica de rendimiento explosivo para demostrar buenas cualidades
Ficha técnica
Mazda3 Takumi e-SKYACTIV G 2.5 MHEV
Motor: 4 cil. Gasolina + eléctrico
Cilindrada: 2.488 cc
Potencia máxima: 140 CV
Cambio: Man. 6 vel.
Tracción: Delantera
Aceleración 0-100 km/h: 9,5 segundos
Velocidad máxima: 206 km/h
Consumo combinado: 6 litros (WLTP)
Emisiones de CO2: 135 g/km (WLTP)
Etiqueta DGT: ECO
Largo/ancho/alto: 446/179/143 cm
Maletero: 328-1.026 litros
Depósito: 51 litros
Peso: 1.419 kg
Garantía: 6 años o 150.000 km
Precio: 34.450 euros
mazda.es
Firma fotos: DBC
Quien haya tenido la oportunidad de conducir un Mazda, o simplemente viajar a bordo de uno, sabrá apreciar y advertir ciertos detalles y características que hacen de este fabricante una marca “particular” en el panorama automovilístico global. La firma de Hiroshima –con una marcada “personalidad japonesa”– aplica una peculiar filosofía a todos sus productos que la aleja, en determinados aspectos, de las modas y las tendencias más actuales.
Mazda no vive, ni mucho menos, anclada en el pasado pero sí es cierto que en su identidad y en sus productos hay aspectos como la tradición, la artesanía, la calidad, la racionalidad o la convencionalidad que cobran una especial relevancia. A diferencia de otras marcas, y a riesgo de ser menos original o “moderna”, la nipona es una firma poco dada a las innovaciones recientes por el mero hecho de ser novedosas. Sus aportaciones tecnológicas, sus soluciones interiores, sus planteamientos de diseño y sus mandos, controles y componentes responden a su propósito y su función de forma casi científica, con la ergonomía, la eficacia, la practicidad y la lógica siempre como finalidad última.

Esto hace que sean coches muy racionales, sobrios, “serios”, y –en su mayoría– con un atractivo más “oculto”, menos evidente y llamativo. Sin embargo, no por ello resultan “sosos” o faltos de personalidad ni dejan de ser sofisticados. Al contrario, se advierte en ellos una estudiada meticulosidad y una trabajada minuciosidad en cada decisión, pero regida por la utilidad, la sencillez, la fiabilidad en lugar de por la notoriedad. No se distinguen por ser rompedores o sorprendentes; lo hacen por su discreción, elegancia y sutilidad, un rasgo de identidad muy propio de la cultura japonesa.
Este Mazda3 tiene un planteamiento que gustará mucho a unos y no atraerá nada a otros, pero que resulta difícilmente cuestionable
El Mazda3 ensayado es un buen ejemplo de esa interpretación de la movilidad, de la estética y de la simplicidad. Un planteamiento que gustará mucho a unos y no atraerá nada a otros, pero que resulta difícilmente cuestionable si se valoran estrictamente las sensaciones y no tanto las emociones. Es uno de esos coches que quizás no destaque de buen principio, pero que convence rápidamente por su equilibrio y su facilidad de uso.
Tecnología de hibridación ligera de 24V, no 48V
La mecánica de la unidad probada es un motor de gasolina 2.5 e-Skyactiv G de 140 CV con cambio manual de seis relaciones y tecnología de hibridación ligera (mild hybrid) que le otorga la etiqueta ECO de la DGT. Mazda argumenta que su sistema H Hybrid en combinación con la desactivación de cilindros, mejora el rendimiento, proporciona una conducción más cómoda y reduce el consumo en relación al anterior bloque 2.0 e-Skyactiv G de 150 CV.

En nuestro recorrido de pruebas, de algo menos de 150 km con un abundante porcentaje de uso urbano y carretera, partimos con el tanque de combustible lleno y una autonomía estimada de 590 km, y finalizamos con 430 km todavía disponibles y una media de 8,4 litros consumidos, cuando homologa 6 l/100 km oficialmente.
El propulsor resulta especialmente silencioso, refinado y de funcionamiento dulce y sereno, sin perseguir grandes registros
La microhibridación por la que apuesta la firma nipona –marca que suele optar por soluciones mecánicas propias y a menudo singulares o menos convencionales– emplea un sistema de 24V en vez de 48V, e incluye un pequeño motor eléctrico de 4,8 kW (7 CV) que toma su energía de una batería de 0,17 kWh. El motor eléctrico también actúa como de motor de arranque, alimenta los sistemas eléctricos y puntualmente, apoya al motor de combustión.
El resultado es un propulsor especialmente silencioso, refinado y de funcionamiento dulce y sereno que no persigue grandes registros (su aceleración es bastante lenta: 9,5 segundos en el 0-100) pero que sin embargo ofrece un elevado agrado de conducción. Destaca especialmente por su creciente entrega de potencia, progresiva y lineal, a partir de la gama baja y media de revoluciones, especialmente desde las 3.000 rpm.

Si a ello se le suma la acertada puesta a punto (especialidad de la casa) del chasis, una pisada consistente con un tarado óptimo de suspensión, que es firme pero cómoda, y un peso contenido –1.400 kilos–, el resultado en el plano dinámico es óptimo, con capacidades deportivas muy por encima del rendimiento que ofrece el motor. Además, el control de tracción con sistema G-Vectoring Plus, que adecúa la entrega de par en cada rueda, contribuye adicionalmente a generar un paso por curva asentado, estable y aplomado para una mejor estabilidad.
Pero lo mejor de este Mazda3 es su tacto general, en especial de su dirección y de su palanca de cambios. Manejarlo y maniobrar con él es particularmente placentero gracias a un volante perfecto: redondo, sin hendiduras, sin achatamientos ni recortes, y con un aro del grosor adecuado. Un “viejo placer” muy raro de disfrutar hoy en día.

Otra gloriosa sensación es la de un cambio de marchas de recorridos cortos, precioso y con una “H” bien definida en sus carriles que no da lugar a equivocaciones al engranar las marchas mediante una palanca excelentemente ubicada: cerca de la mano, baja, firme y con un pomo redondo, sin más... sólo cuero y metal; toda una gozada.
Y para redondear los aciertos: instrumentación clara en formato clásico con la información bien estructurada, botones físicos, roscas para regular la temperatura y el volumen y un mando giratorio sencillo e intuitivo para gestionar el resto de funciones a través de una pantalla de tamaño razonable (10,25”), ubicada en la parte superior, alta y ligeramente orientada al conductor. Todo como debe ser...