Mottainai: la filosofía japonesa contra los desperdicios

Sostenibilidad

Una mentalidad ligada al aprovechamiento y a un uso responsable de los bienes limitados

Ecoliving, un nuevo estilo de vida más sostenible con el planeta

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El reciclaje es una de las formas en las que se manifiesta la filosofía japonesa 'mottainai'.

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“No malgastes”. En la rutina diaria de un japonés viene incluido el hecho de revisar de qué día de la semana se trata para saber cuál es la bolsa de basura de la que toca deshacerse, pudiendo ser la de los restos orgánicos, el vidrio, las botellas de plástico o el cartón, entre otras categorías. Esto se debe a la conciencia social que existe en torno al reciclaje, que cobra forma en su específico sistema organizativo. No obstante, en la vida de los japoneses también cuentan, y mucho, las oportunidades, laborales o personales. “No malgastes”. Y, por supuesto, igualmente se les inculca desde pequeños la importancia de cuidar los bienes limitados, como son la comida, el dinero o incluso el tiempo. “No malgastes”. Se trata de la filosofía ‘mottainai’, que hace referencia a evitar el derroche en todo tipo de ámbitos.

Esas pérdidas caracterizadas por un mal o inapropiado aprovechamiento, ya sea de algo material o intangible, que suscitan miradas reprobadoras o juicios internos. Así como ese sentimiento de culpa o vergüenza en quien ‘malgasta’. Sin embargo, ¿cómo llegó este término a relacionarse con un estilo de vida sostenible fuera de Japón? Uno de los motivos podría ser lo inspirador del sistema de reciclaje y gestión de residuos del país nipón. No obstante, cabe destacar a quien ejerció una considerable influencia a la hora de extender el concepto y asociarlo a la sostenibilidad. Wangari Maathai, ecologista reconocida con el Premio Nobel de la Paz en el año 2004. Inspirada por este concepto filosófico, e incapaz de encontrar uno equivalente en inglés o suajili, optó por situar este término en el punto de mira internacional.

La situación de Japón en cuanto al reciclaje y la gestión de residuos plásticos

Japón se encuentra entre los mayores consumidores de plásticos del mundo y también generadores de este residuo. El exigente cuidado por la higiene y la tan arraigada costumbre de obsequiar a seres queridos y al entorno, a menudo con productos de alimentación con un excesivo embalaje, así como compartir estos y, por tanto, respetar las medidas sanitarias, representan tan solo algunos de los diversos factores que agravan esta alta generación de residuos plásticos. Para hacer frente a todos estos desechos, el gobierno nipón puso en marcha su Ley de Reciclaje de Residuos de Envases en el año 1995, lo que supuso la colaboración de los distintos municipios y sus ciudadanos para respetar un sistema de gestión eficiente.

Sin embargo, el reciclaje de los plásticos se le complica al gobierno japonés. Los datos de la Asociación Japonesa de Reciclaje de Envases y Embalajes revelan que estos son los que resultan más caros de reciclar, especialmente desde que China cesase su acuerdo de recibir y gestionar parte de sus desechos plásticos en el año 2018. Y, si bien en el país se reciclan el 87% de ellos, la Asociación de Reciclaje de Plásticos asegura, en una publicación de 2021, que el 61% se “recicla” de forma térmica. Lo que implica la quema de dichos residuos y, por tanto, la liberación de dióxido de carbono, siendo esta la contrapartida de dicho método.

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