La sequía provocó en Catalunya la mayor extinción local de mariposas desde que hay registros
Biodiversidad
El seguimiento se viene haciendo desde hace 30 años, y se han contabilizado 210 extinciones de poblaciones locales
Las extinciones detectadas en 2024 suponen el 6,5% de las poblaciones y afectan a unas 40 especies de mariposas: un 25% de las que son objeto de seguimiento más preciso
Voluntarios hacen un transecto de detección de los lepidópteros en Catalunya
El período 2021-2023 ha sido el de menor abundancia de mariposas desde que se viene haciendo el seguimiento de estos vistosos animales (a través del Catalan Butterfly Monitoring Scheme, CBMS) hace 30 años. El resultado es que tras ese largo período de escasez de agua -que sufrieron también las plantas- en el año 2024 se han llegado a contabilizar un total de 210 extinciones de poblaciones locales de mariposas.
Los datos hacen patente la mayor extinción local de mariposas en Catalunya desde que hay registros: las extinciones locales detectadas en 2024 suponen el 6,5% de las poblaciones objeto de seguimiento. “Estas extinciones afectan a unas 40 especies; es decir, aproximadamente un 25% de las especies que están bien monitorizadas”, indica Constantí Stefanescu, coordinador del CBMS.
No obstante, la llegada de las primeras lluvias en 2024 marcó un primer repunte para las mariposas en Catalunya después de tres años de sequía.
El programa de seguimiento de mariposas, coordinado por el Museu de Ciències Naturals de Granollers, recoge datos de mariposas desde el 1994 a través de censos semanales que vienen realizando personas voluntarias.
Los transectos de observación en toda Catalunya que efectúan los voluntarios se repiten cada año de marzo hasta finales de septiembre (30 semanas seguidas) y permiten detectar los cambios y tendencias de estas poblacionales.
Las mariposas son uno de los indicadores más fiables para medir la pérdida de biodiversidad en espacios abiertos y evaluar el estado de salud de la Naturaleza en general y por este motivo el CBMS trabaja de manera coordinada con el resto de programas de seguimiento europeos de mariposas.
La sequía a lo largo de 4 años ha provocado extinciones locales de mariposas
Entre el 2021 y el 2024, Catalunya ha sufrido una sequía persistente. A pesar de que el mayo de 2024 registró lluvias relativamente abundantes, esto no fue suficiente para evitar el impacto acumulado. El resultado fue que muchas poblaciones de mariposas sufrieran todavía los efectos de la sequía y que se dejaran de detectar en muchos transectos de la red de observación.
Constantí Stefanescu recuerda que el estado de las plantas es clave para el desarrollo de las mariposas y una disminución de la cantidad o la calidad de los recursos cuando no llueve tiene un efecto inmediato sobre las orugas cuando se alimentan o los adultos, que necesitan el néctar floral.
El mayor daño lo padecen “especies con una biología específica, como aquellas que son sedentarias, que no son capaces de reconolonizar nuevos espacios” o animales “muy especializados”. Hay orugas que solo crecen en plantas muy concretas, por lo que si estas se secan o mueren por la falta de agua, dejan de servir como lugar de alimento para la oruga, que no prospera y muere. En cambio, cuando la puesta del huevo se produce en una gama más amplia de plantas, las inclemencias del clima pueden ser superadas por estas especies más versátiles, capaces de acudir a una planta u otra.
La vulnerabilidad del duende oscuro
Un ejemplo de máxima vulnerabilidad a los efectos de la sequía es la mariposa duende oscuro (Cupido minimus), cuyas orugas se alimentan exclusivamente de los botones florales de la planta Anthyllis vulneraria. “Una sequía prolongada provoca una disminución drástica de la floración y, en consecuencia, una falta de recursos para la mariposa. Esta especie es la que ha sufrido más extinciones locales durante este episodio prolongado de sequía”, resalta Stefanescu.
A lo largo de 30 años de seguimiento se han observado extinciones y colonizaciones en todo el territorio, pero la situación del 2024 ha comportado un cambio drástico a los datos recogidos, por los efectos acumulado.
Tras cuatro años desaparecidas
Se considera que una mariposa está extinguida localmente cuando deja de ser detectada cuatro años y eso se produce justo después de haber sido observada durante cuatro años seguidos en ese lugar.
Este es un criterio “arbitrario”, comenta Stefanescu, pero garantiza un gran rigor en la certeza de que la especie ha dejado de estar en el lugar y su “ausencia” no se debe a un fallo a la hora de ser detectada por el observador voluntario.
“Esto no quiere decir, no obstante, que si las condiciones mejoran, esta especie no pueda reaparecer de forma ocasional y se pueda volver a encontrar cuando se repitan los transectos en un futuro”, añade Andreu Ubach, del Museu de Ciències Naturals de Granollers. “Por lo tanto una extinción local es reversible si la especie persiste alrededor de la localidad”, concluye.
Desde el 1994 se han contabilizado 495 extinciones de poblaciones locales, de las cuales 210 han sido confirmadas el 2024.
Entre las especies más afectadas, se encuentra el duende oscuro (Cupido minimus, con 14 extinciones locales), la adipe (Fabriciana adippe, 10), el laurel (Brenthis daphne, 10), la Boloria dia ( 10) y la dorada de manchas blancas (Hesperia comma, 9). Muchas de estas se han producido principalmente en la región mediterránea, mientras que las poblaciones alpinas de estas especies en muchos casos se mantienen estables.
El laurel ('Brenthis daphne') ha sufrido diez extinciones en sus poblaciones locales. Las especies más especialistas han sido las más afectadas por la sequía
Tendencias sobre 145 especies: el 56,5% presentan una regresión
Por otro lado, el programa de seguimiento del CBMS ha calculado tendencias a nivel catalán para un total de 145 especies. A nivel general 68 especies presentan una regresión moderada o fuerte (el 56,55%), 15 especies aumentan de manera moderada o fuerte (el 10,34%), 33 están en situación estable (el 22,75%) y 15 (un 1,34%) con una tendencia incierta. En conjunto, las tendencias tienen sentido negativo en 113 especies (el 77,9% de los casos) y positivo en 32 (el 22,1%).
Los cambios de un año por el otro pueden fluctuar en la mayoría de los invertebrados puesto que cada año es una nueva generación la que nace fruto de los impactos climáticos y paisajísticos producidos el año anterior.
En los puntos de muestreo disponibles (2023-2024), la abundancia global ha crecido un 8% y ha pasado de 199.000 a 215.000 individuos. Este avance parte de mínimos históricos logrados el 2022 y el 2023, “de forma que habrá que consolidarlo en los próximos años”.
Mariposa sobre una flor
Algunas beneficiadas
No obstante, no todas las especies han sufrido consecuencias negativas. Algunas se han visto incluso beneficiadas. Por ejemplo, las lluvias de primavera el 2024 han sido buenas para las mariposas que vuelan en verano (y que tienen más de una generación al año) porque sus larvas encontraron más alimento durante la primavera.
En cambio, muchas de las que vuelan en primavera, ya habían sido afectadas el año anterior porque, mientras eran larvas, encontraron muy poco alimento. Esto ha hecho que especies como la tomillera (Pseudophilotes panoptes), la aurora (Anthocharis cardamines) o la olmera (Nymphalis polychloros), sufrieran descensos importantes.
Por otro lado, hay mariposas que invernan como adultas y después, con las buenas condiciones primaverales, pudieron reproducirse con éxito el verano del 24. Algunas especies beneficiadas por este hecho fueron la cleopatra (Gonepteryx cleopatra), la mariposa del almez (Libythea celtis) o la mariposa c-blanca (Polygonia c-album).
Los resultados no son iguales en todas partes: dependen mucho del clima de cada zona. Desde el 2020 el CBMS analiza las mariposas por separado en tres grandes regiones climáticas: la zona alpina y subalpina, la mediterránea húmeda y la mediterránea árida.