Estos son los indicadores que miden el verdadero progreso (ecológico) del planeta
En Nature
Los expertos definen el índice de las relaciones de la Naturaleza para evaluar los avances de las naciones en su desempeño con la protección y explotación del medio ambiente
Espacio de Can Batlló en Barcelona
Tradicionalmente, el desarrollo humano suele medirse en términos de producto interior bruto (PIB), aunque ya se sabe de sus carencias, visto que hasta la carrera armamentista favorece el crecimiento económico. Otra manera de evaluar la prosperidad es el empleo del índice de desarrollo humano, que mide la esperanza de vida o los niveles de educación. Pero ¿es posible medir la prosperidad humana atendiendo a las relaciones que prestan las naciones con la Naturaleza? Este es el ambicioso objetivo que plantea un grupo de científicos en un artículo publicado en la revista Nature donde exploran un novedoso enfoque para evaluar el verdadero desarrollo de las sociedades, aquel que no daña o destruye su capital natural. En lugar de evaluar el estado o la dinámica de la naturaleza, el trabajo presenta un primer grupo de indicadores con el que se busca medir los avances en las relaciones con la Naturaleza. Se pretende así incentivar esa mejora prestigiando los beneficios asociados a las medidas correctoras; se estimula a los países a tener una buena posición en las clasificaciones internacionales.
La propuesta plantea un enfoque diferente para abordar los desafíos medioambientales, pues no se trata de establecer objetivos, metas o límites (con su rosario de malas noticias) para disminuir el daño sobre los ecosistemas o las especies.
Aquí se aboga por componer un Índice de Relaciones con la Naturaleza (IRN), que se centraría en medir el progreso del desarrollo para lograr unas mejores relaciones con el mundo natural, con una métrica que sea comprendida y valore ampliamente por la ciudadanía.
Se trata de “ayudar a incentivar y acelerar el progreso internacional hacia un futuro planetario mejor”.
Índice de desarrollo humano
“Para avanzar, debemos mejorar fundamentalmente la forma en que incentivamos y medimos el progreso hacia un mundo donde todas las personas y el resto de la Naturaleza puedan prosperar juntos”, sentencian en el artículo.
La intención es que estos indicadores sean evaluables para detectar los avances y los fracasos mediante información actualizada a través del Informe sobre Desarrollo Humano del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
De hecho, el índice de desarrollo humano (de PNUF) ya ha demostrado ser especialmente eficaz para definir las políticas gubernamentales y evaluar el estado del desarrollo humano en los distintos países. Tras la introducción de este indicador se han logrado avances claros en el desarrollo humano en la mayoría de los países desde la introducción en 1990.
Indicadores de prosperidad
En este primer ensayo, los expertos proponen cinco indicadores de progreso ecológico, el primero de los cuales es la extensión nacional de áreas protegidas, parques y otras áreas dedicadas a la conservación de la naturaleza silvestre. Este es un indicador ampliamente disponible y se calcula anualmente como parte de los objetivos internacionales para la protección de la biodiversidad.
No obstante, los autores del estudio admiten que las áreas de conservación no siempre son eficaces para mantener la naturaleza silvestre, pues muchas de ellas tienen un historial de exclusión de las personas, lo que limita su utilidad como indicador de naturaleza accesible.
Paisajes prósperos
El segundo indicador es la medición de la facilidad de acceso a los beneficios que ofrecen los espacios naturales en los ámbitos urbanos donde viven la mayoría de la gente. Aquí los expertos han desarrollado, mediante teledetección, lo que denominan un “indicador de paisajes prósperos” para evaluar el grado en que las zonas pobladas o urbanizadas en cada nación incluyen la cobertura vegetal debida y adecuada para experimentar los beneficios de la naturaleza.
En este punto, se admite, no obstante, que la teledetección no puede medir la accesibilidad real de la naturaleza a las personas u otras especies.
Por lo tanto, se necesitan “encuestas sociales, inventarios biológicos y otras técnicas para evaluar el acceso real y percibido de las personas a la naturaleza, la calidad del hábitat y los beneficios de compartir la naturaleza en estos paisajes”. Este es , pues, un objetivo para el desarrollo futuro de indicadores.
Tercer indicador: la energía
El tercer indicador seleccionado son las emisiones de dióxido CO2 per cápita, una información ampliamente disponible y que está directamente relacionada con las contribuciones al cambio climático global.
Los autores del informe admiten no obstante las carencias de esta fórmula de medición, pues las emisiones también están históricamente relacionadas con el desarrollo humano. De hecho, “hasta que la energía limpia sea asequible en todas partes, los indicadores basados en emisiones podrían entrar en conflicto con el desarrollo humano y deberían evitarse”, resaltan.
Y, por otra parte, usar como indicador la energía limpia, aunque es una verdadera aspiración en el futuro, “también podría servir como excusa para las naciones ricas con emisiones históricas masivas”. En resumen: queda camino por recorrer para diseñar un indicador más sólido referido al uso cuidadoso de la energía para respetar el sistema climático global.
Tierras agrícolas
Cuarto indicador: el uso per capita de tierras agrícolas. Se supone que cuanto mayor es la demanda de suelo agrícola, mayores son también las pérdidas de hábitats y biodiversidad. Sin embargo, este indicador también presenta múltiples problemas: no nos dice nada sobre el impacto de las demandas de tierras para productos forestales, minerales y otros recursos, y tampoco incluye el impacto de la producción ganadera en pastizales en detrimento de las selvas tropicales.
“Las numerosas carencias de los indicadores de emisiones de carbono y demanda de tierras son evidentes”, se dice. Se necesitan claramente indicadores más sólidos que midan el uso humano de la Naturaleza con cuidado y respeto, incluyendo potencialmente indicadores relacionados con una economía más limpia.
Responsabilidad gubernamental
El quinto indicador es un intento de considerar la responsabilidad gubernamental fundamental; y con este fin se ha desarrollado un indicador de “protección legal de la naturaleza” utilizando las respuestas nacionales a seis preguntas relativas a la protección de la Nturaleza.
Si bien los indicadores así creados tienen un alcance y una distribución limitados, “fue posible realizar una modesta comparación internacional”, dicen estos expertos, partidarios de desarrollar indicadores más robustos mediante un enfoque de encuesta internacional más completo que incluya la cobertura de estadísticas nacionales existentes o el gasto nacional en gobernanza ambiental.
Primera aproximación
Los autores del trabajo resaltan que esta ha sido es solo la primera etapa en el desarrollo de este índice. Se admite que aún no se han identificado indicadores adecuados y muchos aún no se han explorado a fondo, incluidos los relacionados con los océanos, la huella del consumo en la biodiversidad, la conservación y recuperación de especies, la restauración de ecosistemas y otros aspectos de las relaciones humanas con la naturaleza, desde lo local hasta lo global.
Destacan los expertos que se trata de crear unos nuevos marcos de emergencia con un nuevo relato, bajo la premisa de que puede ser motivador y que existe potencial para incentivar una acción colectiva internacional más efectiva.
Se busca poner en el centro de este análisis a las personas, como agentes de cambio, con una filosofía que mantenga los valores con tomas de decisiones que vayan más allá del propio bienestar personal individual para que los ciudadanos no acaben siendo meros receptores pasivos de intervenciones políticas, sino que se ponga la prioridad en las aspiraciones y luchas para lograr un futuro mejor.
Prevalece en este enfoque una visión optimista. Existe la convicción de que muchas mejoras ambientales aparentes se han logrado exportando el daño de los países de ingresos altos a los de ingresos bajos y medios. Pero también hay evidencia de que muchas sociedades han desarrollado las capacidades legales, institucionales, tecnológicas y de otro tipo que, si se implementan y apoyan adecuadamente, podrían permitirles reducir radicalmente el daño ambiental que producen.
Los autores resaltan las dificultades para poder disponer de estos indicadores universales. Por ejemplo, solo 72 países contaban con datos sobre el gasto público en protección ambiental, y solo 66 contaban con datos sobre el gasto en biodiversidad y protección del paisaje para el último año disponible.
De los cinco indicadores elegidos para esta primera prueba, solo las emisiones de carbono se actualizan anualmente de forma constante para la mayoría de los países. Por lo tanto, los esfuerzos futuros para producir indicadores actualizados anualmente también serán esenciales para el éxito de este indicador.
Por otra parte, la experiencia del índice de desarrollo humano también demuestra que el establecimiento de índices puede generar demanda para que las entidades estadísticas nacionales e internacionales recopilen o armonicen datos para indicadores que históricamente han tenido una cobertura geográfica y temporal escasa.