La Comisión Europea ha propuesto una modificación de la Ley Europea del Clima para fijar un objetivo climático de reducción de un 90% de las emisiones netas de gases de efecto invernadero en 2040 en comparación con los niveles de 1990.
Esa propuesta se presentará al Parlamento Europeo y al Consejo de la UE, que continuará con el procedimiento legislativo ordinario en la Europa comunitaria.
La Ley Europea del Clima, en vigor desde julio de 2021, pretende alcanzar la neutralidad climática a más tardar en 2050, es decir, que el balance de emisiones que calientan la atmósfera pueda ser neutralizado incluyendo compensaciones al contabilizar los sumideros naturales, como los bosques.
Un salto desde el recorte del 55%
La norma fija un primer objetivo de reducir al menos en un 55% las emisiones hasta 2030 en comparación con los niveles de 1990. Recientemente, el Ejecutivo comunitario desveló que bajarán un 54% a finales de esta década tras analizar los planes climáticos nacionales de los países de la UE, salvo Bélgica, Estonia y Polonia.
Ahora, la Comisión Europea plantea un objetivo climático intermedio de un 90% menos emisiones de gases de efecto invernadero en 2040 para dar certidumbre a los inversores, fomentar la innovación, reforzar el liderazgo industrial y aumentar la seguridad energética de la UE.
Asesoramiento científico
La propuesta establece una forma más pragmática y flexible de alcanzar el objetivo, con vistas a una economía europea descarbonizada en 2050.
Así, la Comisión propone que a partir de 2036 se pueda utilizar una contribución limitada de créditos internacionales de alta calidad para alcanzar el objetivo de la UE de 2040, en consonancia con las normas de contabilidad del Acuerdo de París, de modo que exista un “equilibrio adecuado” entre la acción nacional y la cooperación internacional.
Sin embargo, cualquier uso potencial de créditos de carbono internacionales estará sujeto a una evaluación de impacto detallada y exhaustiva y al desarrollo de normas de la UE que establezcan cuándo y cómo podrían integrarse en la legislación climática de la UE existente o futura.
Críticas de Greenpeace
Por tanto, estos créditos internacionales deben proceder de actividades creíbles y transformadoras, como la captura directa de carbono en el aire y el almacenamiento, y la bioenergía con captura y almacenamiento de carbono en países socios cuyos objetivos y medidas climáticas coincidan con el objetivo de temperatura del Acuerdo de París.
Sin embargo, diversas organizaciones ambientalistas como Greenpeace han acusado a la comunidad de utilizar una “dudosa contabilidad y huella de carbono en el extranjero para acabar alcanzando el límite inferior de lo que les acreditan los científicos del clima”.
“A medida que los ciudadanos europeos sienten cada vez más el impacto del cambio climático, esperan que Europa actúe. La industria y los inversores miran hacia nosotros para establecer una dirección predecible de viaje”, indicó Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea.
Von der Leyen añadió: “Hoy demostramos que mantenemos firmemente nuestro compromiso de descarbonizar la economía europea de aquí a 2050. El objetivo es claro, el viaje es pragmático y realista”.
La propuesta tiene en cuenta el asesoramiento del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) y del Consejo Científico Consultivo Europeo sobre el Cambio Climático (Esabcc, en inglés).
Flexibilidad y créditos de carbono internacionales de gran calidad
Sobre la base de estas consultas, la propuesta establece una forma de alcanzar el objetivo para 2040 de manera diferente a lo que se ha hecho antes, ya que la Comisión Europea planeta flexibilidades para diseñar los futuros instrumentos legislativos para alcanzar el nuevo objetivo climático para 2040.
Así, además del papel limitado para los créditos de carbono internacionales de alta calidad a partir de 2036, se prevé poder contabilizar las absorciones nacionales permanentes en el régimen de comercio de derechos de emisión de la UE y una mayor flexibilidad entre sectores para ayudar a alcanzar los objetivos de manera rentable y socialmente justa.
Compensaciones entre sectores
Ello podría dar a un país de la UE la posibilidad de compensar al sector del uso de la tierra en dificultades con un logro excesivo en la reducción de las emisiones en los residuos y el transporte.
La propuesta hace hincapié en la importancia de acelerar y reforzar las condiciones favorables adecuadas para apoyar el objetivo del 90% con elementos como una industria europea competitiva, una transición justa que no deje a nadie atrás y unas condiciones de competencia equitativas con los socios internacionales.
Además, antes de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP30) que se celebrará en Belém (Brasil) en noviembre, la Comisión trabajará ahora con la presidencia danesa del Consejo para ultimar su plan de acción climática (la comunicación de la llamada Contribución Determinada a Nivel Nacional o NDC de la UE(.
Apostar por la industria
“Queremos apostar por las personas, por la industria, por los individuos, para estar seguros de que juntos los europeos podemos hacerlo. Aunque sea un reto, queremos responder al desafío más esencial de nuestra generación con plena responsabilidad”, ha destacado la vicepresidenta para una Transición Limpia, Teresa Ribera, que ha presentado la propuesta junto al comisario europeo de Acción Climática, Wopke Hoekstra.
El comisario neerlandés ha reconocido, por su lado, que esta negociación es un proceso “sensible” en el que convergen diferentes puntos de vista de los Estados miembro, así como en el seno del Parlamento Europeo.
“Hemos mantenido conversaciones muy constructivas con todos los Estados miembros, y desde luego también con Francia, sobre los diversos elementos de esta propuesta. Y estamos dispuestos a seguir manteniendo esas conversaciones”, ha incidido, en referencia a los reparos planteados por París.
De hecho, el presidente francés, Emmanuel Macron, ya reclamó el pasado jueves en Bruselas tras la cumbre que “flexibilidad, inversión, neutralidad tecnológica y coherencia comercial” y destacó que, si se fijan objetivos para 2040, es necesaria una política comercial que “proteja” a los Estados miembro
Una señal clara
Además, la propuesta establece un marco claro para nuestra legislación sobre clima y energía posterior a 2030, de manera que se tendrán en cuenta las especificidades nacionales. La rentabilidad, la simplicidad y la eficiencia serán principios rectores, además de garantizar la neutralidad tecnológica y una transición justa y equitativa para todos.
Con el objetivo propuesto del 90%, la Comisión Europea también envió una señal a la comunidad internacional, puesto que mantendrá el rumbo en materia de cambio climático, cumplirá el Acuerdo de París (después de que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, haya firmado la salida de su país de ese pacto, lo que podría producirse en enero de 2026) y seguirá colaborando con los países socios para reducir las emisiones mundiales.
Ribera dice que la propuesta es “pragmática” y “humilde”
La vicepresidenta de la Comisión Europea para la Transición Limpia, Teresa Ribera, asegura que la institución está siendo “pragmática” y “humilde” con la introducción de flexibilidades para conseguir reducir un 90 % las emisiones de CO2 para 2040, al tiempo que las definió como una “red de seguridad” en un momento de auge de las críticas sobre la agenda verde.
“En este contexto concreto, lo que han pedido algunos es dar una cierta cantidad de flexibilidad para garantizar una red de seguridad, pero el compromiso continúa”, resaltó durante la rueda de prensa.
Este borrador abre la puerta a los llamados créditos internacionales de carbono, que permitirán a la UE contabilizar como propio el recorte de emisiones conseguido con proyectos de terceros países (normalmente, países en vías de desarrollo) tras pagar un precio determinado por tonelada de CO2.
Esta opción es contraria a las recomendaciones de los asesores climáticos de la UE y también ha sido criticada por las oenegés ecologistas, que consideran que reducen la ambición del bloque en este ámbito.
Así, Ribera defendió que el Ejecutivo comunitario está siendo “humilde” y “pragmático” con la introducción de las flexibilidades y también subrayó que el mundo ya no es el mismo que cuando en 2024 Bruselas comunicó su intención de fijar una meta del 90 %.
“Entonces, todavía teníamos una enorme mayoría apoyando el multilateralismo, incluido uno de los países más grandes. Ya no es el caso, pero queremos seguir haciendo lo que queremos porque pensamos que estamos apostando en nuestra gente y en nuestro futuro”.
A su lado, el comisario de Clima, Wopke Hoekstra, afirmó que la introducción de flexibilidades es una decisión “deliberada y sabia” y “realmente mejora el sistema”, aunque reconoció que puede generar dudas “si no se hace de una forma verificable, certificable y adicional”, en referencia a la condición de que no con los créditos de carbono no se reduzca la ambición en los recortes de emisiones.
Además, el holandés añadió que “no importa dónde se recorten realmente” las emisiones y recordó que estas flexibilidades otorgan a las empresas y a los países contabilizar “el último par de puntos porcentuales” de emisiones en un momento dado para cumplir con sus objetivos.
Hoekstra también apuntó que muchos “amigos del Sur Global” están contactando con la UE porque “ven un valor” en los créditos de carbono.
Tanto Ribera como el comisario de Clima, Wopke Hoekstra, remarcaron también que el objetivo de reducción de emisiones para 2040 que presentaron hoy aporta certidumbre a la industria europea para realizar inversiones en tecnologías limpias que, al mismo tiempo, impulsen la competitividad económica del bloque. / Efe
