Científicos españoles buscan “superabejas” resistentes al cambio climático y los parásitos

Biodiversidad

Cada año desaparecen en España entre el 30% y el 40% de las abejas a causa de la varroa, un ácaro llegado de China en la década de 1980 para el que se busca remedio en un centro de investigación de Castilla-La Mancha

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Mariano Higes, uno de los científicos del centro de Investigación Apícola y Agroambiental de Marchamalom en Castilla-La Mancha

CIAPA

El país con más colmenas de Europa es a la vez el que más abejas pierde cada año por productos tóxicos o plagas como la varroa. Para frenarlo, científicos españoles buscan “súperabejas” resistentes a estas amenazas -la mayoría, consecuencia del cambio climático- en el Centro de Investigación Apícola y Agroambiental de Marchamalo (CIAPA), en Castilla-La Mancha. Este laboratorio, referencia a nivel nacional, es la sede de un proyecto europeo que tiene como objetivo preparar a estos polinizadores para escenarios ambientales que empeoran: cada año, aseguran los científicos, se pierden entre el 30% y el 40% de las abejas, polinizadores fundamentales para nuestro planeta que dependen de la gestión humana para sobrevivir.

El CIAPA forma parte del programa europeo Better-B. Sus científicos trabaja en el desarrollo de métodos de cultivo más seguros y en estrategias de conservación más sostenibles que permitan a las abejas resistir a uno de los grandes problemas a los que se enfrenta las especies que habitan en la península: el parásito de la varroa. Llegado desde China en la década de 1980, se ha convertido en la causa principal de la muerte de miles de colmenas, azuzada por el cambio climático.

El cambio climático adelanta la floración; ahora tenemos dos primaveras, una segunda en otoño, y ya no existe la parada invernal

Mariano HigesInvestigador del CIAPA
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El CIAPA, en Guadalajara, forma parte del proyecto europeo Better-B

CIAPA

“El cambio climático adelanta la floración y eso hace que se desacople la reproducción de las abejas; ahora tenemos dos primaveras, una segunda en otoño, y ya no existe la parada invernal. Como el parásito está activo todo el año, genera más estrés en unas colmenas que ya no paran, lo que las hace más sensibles a los patógenos”, explica Mariano Higes, responsable científico del área de Patología de esta institución.

Esta crisis de las abejas melíferas (las productoras de miel), esenciales para la biodiversidad por su función polinizadora, no es nueva ni exclusiva de España. Un reciente estudio de la Universidad de Washington alertaba que Estados Unidos podría perder hasta el 70% de sus colonias este año. Sólo en Asia, sus poblaciones de abejas tienen activado el mecanismo biológico que las protege de ese ácaro.

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Esta capacidad es la que quieren replicar en el CIAPA alcarreño, donde es fácil salir con un picotazo si no se va protegido: en su laboratorio de biología molecular están seleccionando los “eco-tipos” de abejas nacionales que logran activar ese mecanismo que la mayoría tiene silenciado. “Lo que queremos conseguir son poblaciones de abejas se adapten mejor a esta situación al dispararse su defensa de forma natural, y hacerlo con nuestras variedades”, señala Higes. El proyecto Better-B, en el que participan 17 países, cuenta con siete millones de presupuesto hasta finales de 2027.

La plaga de la varrea, la más importante pero no la única amenaza para las abejas

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Una de las científicas del Centro de Investigación Apícola y Agroambiental de Marchamalo

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Pero ¿cómo se extiende esta enfermedad por tantos lugares sin ponerla freno? Los científicos, además de señalar al nuevo contexto climático, mencionan el extendido uso de remedios artesanales por parte de los apicultores, métodos que son más económicos pero que han empeorado la situación: son muchos los que utilizan unas tiras con ceras importadas que ya vienen con productos antiácaros y que, con una mala gestión, pueden aumentar la resistencia de estos parásitos, además de contaminar la cera de la colmena, debilitando su estado.

No obstante, con ser el más preocupante, la varroa no es el único problema que se enfrentan los cerca de tres millones de colmenas que hay en España. Los científicos llevan años analizando el impacto de pesticidas e insecticidas, como los neonicotinoides utilizados, por ejemplo, en campos de colza y girasol. Se ha comprobado que debilitan el sistema inmunológico de las abejas y que, con sus defensas bajas, se infectan con más frecuencia de otro parásito muy dañino, el nosema, un hongo que afecta al intestino de estos insectos. “Y no es lo único. En algunas colmenas se han encontrado hasta 50 tóxicos. Lo que queremos es que reproduzcan las que están en mejores condiciones y eso requiere tener en cuenta cómo les afecta su situación si, además, está el cambio climático”, explica el experto.

De hecho, también en Marchamalo están implicados en otro proyecto europeo llamado MEDIBEES, en la búsqueda de la resistencia genética de estos insectos: les hacen PCR para diagnosticar su estado y sus enfermedades, análisis del ADN, les exponen a dosis de ozono o cambios de temperatura para comprobar si hay modificaciones orgánicas y, en general, analizan cómo cambia la expresión de sus genes cante en diferentes escenarios ambientales. 

El trajín de panales en sus instalaciones es continuo, siempre bajo estricto control. Es la apuesta por una selección ‘darwiniana’ para encontrar a las abejas más resistentes. Los científicos recuerdan la necesidad de una mayor concienciación en el sector apícola: que se apliquen unas prácticas adecuadas, tanto en los tratamientos como a la hora de protegerlas, con sombras y con suficiente agua disponible, siempre que sea preciso.

En algunas colmenas se han encontrado hasta 50 tóxicos

Mariano HigesInvestigador del CIAPA
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El CIAPA de Marchamalo es un centro de investigación de referencia a nivel europeo(CIAPA)

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En la actualidad, además, muchos miles de colmenas viajan por el país de un lado a otro, algo nuevo para estos animales. “España es una potencia en apicultura profesional a nivel mundial y hay un gran movimiento de colmenas en busca de la floración, viajando en camiones en lo que se conoce como “la trashumancia de las abejas”. El objetivo: producir más miel pero también facilitar la polinización de cultivos, que se complica ante la falta de insectos de forma natural.

Y para comprobar si el producto final es de calidad, en CIAPE también hay un laboratorio donde reciben una media de mil tarros de miel al año de toda España y de otros países para ser analizada. Cientos de tarros con productos de diferentes colores y tonalidades se reparten por las mesas para ser estudiados a conciencia bajo el microscopio. “Analizamos el polen y comprobamos el origen de las plantas, algo que es muy importante para la identificación geográfica del producto”, cuenta la científica Amelia Virginia González Porto.

Higues confirma que en el futuro seguirán solicitando apoyo a la UE para consolidar los avances en su afán por poner fin a la crisis de unos insectos que no sólo endulzan la vida, sino de los que dependen el 75% de los cultivos alimentarios del mundo, según datos recientes de la FAO. Las ‘superabejas’ podrían ser parte de la solución. La otra que apuntan, frenar el cambio climático, parece que llevará más tiempo.

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