A principios de siglo, ante la curva ascendente del calentamiento global, el Congreso de los Estados Unidos ordenó a todos los gobiernos a elaborar y publicar cada cuatro años una Evaluación Nacional del Clima, un informe científico con los datos más actualizados sobre los impactos del cambio climático. Este riguroso trabajo de más de 25 años se detuvo en 2025. La administración de Donald Trump echó a los 400 investigadores que trabajaban en el nuevo documento, que debía publicarse en 2028. No sólo eso: el líder republicano ordenó además eliminar el sitio web federal donde estaba alojada toda la saga.
Ante la queja científica y el pedido de explicación por parte del Partido Demócrata, el gobierno aclaró que “todos los informes preexistentes serán alojados en el sitio web de la NASA”, algo que todavía no ha ocurrido. Para los investigadores y académicos estadounidenses que trabajan en la ciencia del clima, este “apagón” no es más que otro paso de Trump en su cruzada por imponer su narrativa negacionista.
Si se suprime información y datos, no se cuenta con las pruebas necesarias para crear regulaciones, fortalecerlas e incluso combatir su derogación
En declaraciones a un medio norteamericano especializado en información medioambiental, el científico Gretchen Gehrke, quien monitorea todos los sitios web federales relacionados con el clima a través de la Iniciativa de Gobernanza y Datos Ambientales, advirtió que la eliminación de las Evaluaciones Nacionales del Clima es “por lejos la mayor pérdida” desde que Trump empezó con su ataque a los científicos que estudian el cambio climático. ¿Por qué? Porque se trata de datos y evidencias utilizados por distintos actores (legisladores, agricultores, empresas) para guiar sus decisiones.
“Si se suprime información y datos, no se cuenta con las pruebas necesarias para crear regulaciones, fortalecerlas e incluso combatir su derogación”, advierte este experto. Por tanto, agrega en este reportaje Leah Aronowsky, historiadora de la ciencia en la Escuela del Clima de Columbia, Trump ha inaugurado una nueva fase del negacionismo político: el de la supresión de toda aquella evidencia que se interpone en su retórica. “Este tipo de supresión generalizada de todo un campo de investigación patrocinado por el gobierno federal, hasta donde yo sé, no tiene precedentes históricos”, aclara.
El eco en Europa

Manifestación en Madrid para exigir cambios en el sistema energético
Para Alberto Vela, portavoz de la Oficina Europea del Medioambiente (EEB por sus siglas en inglés), Europa no es inmune a esta “motosierra” populista, por lo que hay que “mirar con suma atención” lo que está ocurriendo en Estados Unidos.
“A día de hoy, las administraciones dependen de agencias públicas para la recopilación de datos y la elaboración de informes clave a la hora de diseñar políticas eficaces. No es casualidad que estas agencias y órganos científicos hayan sido blanco de los recortes más polémicos de figuras como Elon Musk en Estados Unidos o Javier Milei en Argentina. Al debilitar o desmantelar estas instituciones, se logra silenciar la evidencia científica que contradice sus políticas de expansión de combustibles fósiles”, expone.
Revela que en Europa también empieza a ver “puntos ciegos críticos en la recopilación de datos”. Pone un ejemplo: los programas de simplificación legislativa, los llamados paquetes “ómnibus”, que está promoviendo la Comisión Europea para reducir la carga regulatoria sobre las empresas. Hay una propuesta de eximir a las compañías de calcular e informar sobre el impacto climático de sus actividades a lo largo de toda su cadena de valor.
Es crucial para la UE mantener el liderazgo global con datos claros, verificados y públicos, que permitan atraer inversiones clave
“Sin esa información, según advierte el propio Banco Central Europeo, es imposible evaluar si las inversiones del sistema financiero europeo son sostenibles y compatibles con los objetivos climáticos de la UE. Este es solo un ejemplo de los riesgos reales que implica un apagón de datos climáticos”, alerta Vela.
La Unión Europea, agrega, tiene por el momento el “marco legislativo más sólido del mundo en materia de acción climática”, con objetivos ambiciosos y obligaciones de recopilación de información que, más allá de la carga burocrática que puedan suponer, son absolutamente esenciales para avanzar -con base empírica- hacia la descarbonización de las economías del bloque.
Y si bien Europa no tiene un un Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE, por sus siglas en inglés), creado por Trump para achicar el Estado y dirigido hasta hace poco por Elon Musk, “ya le está viendo las orejas al lobo de la desregulación”, advierte el portavoz de la red más grande de organizaciones ciudadanas medioambientales de la UE.
“Sin la recopilación de datos o la obligación de desglosar información, la acción climática se va a ver mermada”, aclara.
Por eso, llama a no “seguir la senda trumpista hacia el caos administrativo y el silenciamiento de la evidencia científica”. “Es crucial para la UE mantener el liderazgo global con datos claros, verificados y públicos, que permitan atraer inversiones clave y avanzar con paso firme hacia una descarbonización justa y creíble”, implora.
Borrar la evidencia del cambio climático es criminal. El problema es la indefensión a la que nos expone este negacionismo

Activistas portan máscaras con la imagen de los principales líderes políticos durante la cumbre G7 de Quebec, en 2018
Fernando Prieto es Doctor en Ecología y director del Observatorio de la Sostenibilidad, un think tank que recopila datos sobre emisiones de gases de efecto invernadero y publica estadísticas sobre los impactos -las sequías y las olas de calor, por ejemplo- del aumento de la temperatura del planeta. El año pasado, dirigió una capacitación climática en el Congreso de los Diputados para unir “ciencia y política”.
Muchos de los datos que los científicos expusieron ante los legisladores fueron sacados de fuentes gubernamentales. “Es muy alarmante que en plena aceleración de la crisis climática haya gobiernos que estén borrando evidencias científicas que son absolutamente relevantes para poder realizar políticas públicas de mitigación y adaptación”, reflexiona.
La eliminación de datos climáticos pone en peligro a la población, “al retrasar las alertas tempranas y las posibles acciones para enfrentar impactos cada vez más devastadores”. “Me animo a decir que es una decisión criminal”, sentencia Prieto. “El cambio climático en el planeta va a seguir con Trump o sin Trump. El problema es la indefensión a la que nos expone este negacionismo. Lo hemos visto en las riadas que han matado a docenas de niños en Texas o en la falta de alertas tempranas para el calor extremo en muchas ciudades de Estados Unidos”, analiza.
El experto también advierte que las medidas de Trump no son “tan lejanas como parecen”. En España, lamenta, se empiezan a cuestionar las zonas de bajas emisiones al mismo tiempo que se “naturalizan” regadíos intensivos en parques nacionales con mucho estrés hídrico, como Doñana o Tablas de Daimiel. “Hoy más que nunca son necesarias políticas basadas en la mejor ciencia disponible. Es de una irresponsabilidad mayúscula estar ocultando las evidencias para justificar la expansión del capitalismo fósil”, concluye.