El Cinturón de Fuego del Pacífico vuelve a hacer temblar a la Tierra. Un terremoto de magnitud 8,8 sacudió el miércoles 30 la península rusa de Kamtchatka, desatando alarmas de tsunami en el Pacífico. El sismo, con epicentro a 130 kilómetros de la costa este y a 18 kilómetros de profundidad, generó olas de hasta cuatro metros, obligando a evacuar zonas de Rusia, Japón, Estados Unidos, Ecuador, Perú, Colombia y Chile.
Kamtchatka forma parte de una vasta región conocida como el Cinturón o Anillo de Fuego del Pacífico. Este arco sísmico y volcánico se extiende por más de 40.000 kilómetros, desde las costas de América del Sur y del Norte, hasta Asia oriental y Oceanía, pasando por las islas Aleutianas, Japón, Filipinas, Indonesia, Nueva Zelanda y más.
El Cinturón de Fuego concentra el 90% de todos los sismos del planeta y el 80% de los más potentes, según datos del Instituto Geofísico de Perú (IGP) ¿La razón? La actividad tectónica. Bajo el lecho del océano Pacífico convergen varias placas tectónicas que se desplazan, chocan y friccionan constantemente. Esta interacción acumula una gran tensión que, al liberarse, provoca terremotos y erupciones volcánicas.
“La intensa actividad sísmica del Cinturón de Fuego se debe a la convergencia y fricción de las placas tectónicas”, explicó Hernando Taveras, presidente ejecutivo del IGP, en una entrevista previa con BBC Mundo. Este mismo fenómeno geológico es responsable también de la concentración de volcanes en la zona: el 75% de los volcanes activos del mundo se encuentra en el Anillo de Fuego, incluyendo varios supervolcanes.
Terremotos de gran magnitud, como el ocurrido en Kamchatka, podrían incluso reactivar volcanes dormidos durante siglos
Y es que, además de sacudir la tierra, los terremotos también puede despertar a los volcanes. Hugo Delgado, director del Centro Nacional de Prevención de Desastres de México, lo comparó con agitar una botella de agua mineral: “Un movimiento brusco puede acumular gas y provocar una erupción explosiva”, afirmó a BBC Mundo.
Terremotos de gran magnitud, como el de esta semana, podrían incluso reactivar volcanes dormidos durante siglos, o que los que estén activos se intensifiquen o disminuyan repentinamente su actividad.