La población de anguilas europeas está en peligro crítico debido principalmente a la sobreexplotación pesquera impulsada por su alto valor en la gastronomía, las barreras como presas hidroeléctricas que dificultan su migración y la pesca ilegal que abastece mercados asiáticos, factores que han llevado a esta especie a ser catalogada en peligro crítico por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).
Un estudio reciente realizado por la Estación Biológica de Doñana del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (EBD-CSIC) advierte de que la escalada excesiva del precio de la anguila podría desencadenar una espiral de extinción progresiva. Además, la UICN la tiene catalogada a la anguila en peligro crítico. Esto significa que se encuentra en el grado máximo de riesgo, a un paso de la extinción, según asegura la UICN, que critica que no se están implementando medidas efectivas para frenar esta situación, sino más bien todo lo contrario.
Para los expertos, la anguila sigue siendo un animal rodeado de misterio, ya que se conoce poco sobre ella a pesar de haber sido objeto de estudio desde hace décadas. El primer gran descubrimiento fue obra de Johannes Schmidt, a principios del siglo XX, cuando identificó el lugar donde comienza su ciclo de vida.
En el caso de la anguila europea, este ciclo inicia en el Mar de los Sargazos, en el Atlántico Norte, donde los adultos migran para reproducirse y, tras desovar, mueren. Los huevos, liberados en aguas profundas, eclosionan y dan lugar a larvas transparentes (leptocéfalo) que las corrientes oceánicas transportan hacia las costas europeas mientras crecen y experimentan cambios en su morfología.
La anguila necesita caudales mínimos en los ríos
Al llegar a la costa, los leptocéfalos se transforman en angulas, es decir, anguilas jóvenes y transparentes. Estas se adentran en ríos, lagos y otras aguas dulces, donde continúan su desarrollo y adoptan una coloración más opaca. Es en esta fase donde enfrentan uno de sus primeros desafíos, ya que “la anguila necesita caudales mínimos en los ríos; la sequía estival puede reducir su hábitat”, explica Estibaliz Díaz, coordinadora del área de gestión pesquera sostenible AZTI.
Durante esta etapa, las anguilas pueden permanecer varios años o incluso décadas, dependiendo de las condiciones ambientales y la disponibilidad de alimento. Cuando alcanzan la madurez, experimentan una transformación que les da una coloración plateada y las convierte en anguilas plateadas, momento en el que aparece su segundo gran problema: “al depender de crecidas para descender los ríos; si estas son menos frecuentes, se ve afectada”, añade Estibaliz.
Tras este cambio, las anguilas plateadas se preparan para emprender un largo viaje de regreso al Mar de los Sargazos, donde completan su ciclo reproductivo: desovan, liberan millones de huevos que se hunden en el océano y, tras la reproducción, mueren, dando inicio a un nuevo ciclo con la eclosión de nuevas larvas.
No se pueden criar anguilas en cautividad debido a su ciclo de vida
Un aspecto único de esta especie es su ciclo vital, ya que “no se pueden criar anguilas en cautividad porque su ciclo de vida no se puede reproducir artificialmente”, señala Miguel Clavero, científico titular del CSIC en la Estación Biológica de Doñana (EBD-CSIC). Además, el Centro Internacional de Ciencias de la Tierra (ICES) considera cualquier tipo de pesquería de anguila como insostenible, incluyendo la destinada a nutrir las piscifactorías de angula.
El caso de la anguila es especialmente complejo porque “las amenazas varían por región (sobreexplotación pesquera, presas hidroeléctricas, degradación del hábitat, parásitos, contaminantes, etc.)”, explica Estibaliz. Por tanto, no es posible determinar de forma única “cuáles son los principales factores de riesgo”, aunque la sobreexplotación pesquera es uno de los más recurrentes.
La anguila es un alimento clave en muchas culturas gastronómicas, especialmente en la asiática, lo que ha puesto en grave peligro su supervivencia. En Japón, por ejemplo, la famosa anguila japonesa colapsó en la década de 1980, lo que “llevó a una sobrepesca tanto de la anguila europea como de la americana, causando el colapso de ambas especies”, afirma Miguel Clavero, quien añade: “ninguna especie de anguila explotada comercialmente ha soportado los niveles de pesca a los que se la ha sometido, y todas están en peligro”.
La disminución de las poblaciones ha provocado un aumento desmesurado de su precio. Su escasez y su relevancia gastronómica, especialmente en España, han disparado los costes, pero a diferencia de otras especies, cuya pesca cesa cuando se encarece demasiado, en el caso de la anguila esto no sucede. Como explica Clavero, “su pesca en estuarios no implica costos significativos, lo que permite a los pescadores seguir obteniendo ganancias hasta el último momento”, manteniendo así la presión sobre la especie.
Otro gran obstáculo para su conservación es la política
Otro gran obstáculo para su conservación es la política, que dificulta la implementación de medidas efectivas. “El proceso comienza con la emisión de un consejo científico que recomienda el cierre de la pesquería. Este consejo se traslada a la Comisión Europea, que lo eleva al Consejo de Ministros de la UE, quienes toman la decisión final en diciembre, considerando factores más allá del consejo científico”, explica Estibaliz. Además, “las competencias son autonómicas, y cada comunidad gestiona la pesquería de manera diferente (por ejemplo, en Cataluña se pesca anguila y angula, en el País Vasco solo angula, en Galicia está prohibida la pesca de angula, etc.). Esto complica la implementación uniforme de una prohibición”, añade.
También otro es problema al que se enfrentan las anguilas es el mercado ilegal, tal y como señalan Estibaliz y Miguel, ya que es significativo y se destina principalmente a Asia, especialmente Japón, donde se consumen anguilas engordadas a partir de angulas capturadas ilegalmente en Europa y América. Además, “este comercio está vinculado al legal, ya que la pesca legal facilita la ilegal al proporcionar infraestructura y camuflaje. Prohibir o regular estrictamente el consumo de anguilas podría reducir el impacto del mercado ilegal”, afirma Clavero.
Aunque el Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona) en España ha mantenido una labor activa en el control de este comercio, “el aumento de los precios, impulsado por la demanda en Japón y el Sudeste Asiático, incentivó la pesca ilegal, especialmente tras la sobreexplotación de la anguila japonesa”, explica Estibaliz. Añade que “esto llevó a la compra de angulas de otras especies, que se introducían en el mercado japonés”. Cabe recordar que la anguila europea fue incluida en el Apéndice II de CITES para controlar su comercio, lo que exige un dictamen de extracción no perjudicial para autorizar su exportación.
La UHU presenta posibles medidas para favorecer la conservación de la anguila
La Universidad del País Vasco (UHU), en su artículo La nueva cuestión de las anguilas: puente entre la ciencia y la política para una gestión sostenible, propone varias medidas de conservación que buscan proteger las poblaciones y cumplir con el “buen estado ecológico” exigido por la Directiva Marco del Agua (DMA).
Entre las medidas destacan la restauración de la conectividad de los ríos, eliminando obstáculos como presas para facilitar la migración de peces, considerada la más efectiva, aunque costosa y dependiente de diseños adaptados localmente. Esta medida requiere evaluación científica y monitoreo para optimizar resultados, pero suele enfrentarse a conflictos relacionados con la gestión del agua y con aspectos legales o culturales.
También proponen la captura y transporte de anguilas, reubicándolas manualmente para evitar peligros como las turbinas hidroeléctricas durante su migración. Sin embargo, esta opción puede generar estrés, aumentar la depredación y conllevar costos operativos continuos, lo que la hace poco sostenible a largo plazo.
Otra medida es la detención temporal de turbinas hidroeléctricas durante la migración de anguilas plateadas, que puede reducir significativamente su mortalidad al impedir que sean arrastradas por las turbinas, aunque entra en conflicto con la alta demanda energética.
Por último, el repoblamiento de anguilas de cristal busca reforzar poblaciones locales, pero carece de evidencia sobre su impacto en la reproducción y presenta riesgos como la transmisión de enfermedades, alteraciones genéticas y mortalidad durante el traslado, por lo que el ICES lo desaconseja. El control de depredadores naturales, como cormoranes y garzas, resulta poco efectivo y éticamente cuestionable. En cambio, la reducción de especies invasoras como cangrejos azules y siluros se considera clave para proteger a las anguilas y mantener el equilibrio de los ecosistemas acuáticos.