Las energías renovables superarán al carbón, la fuente más contaminante, y el año que viene se convertirán en la principal fuente de electricidad del mundo. Así lo proyecta la Agencia Internacional de la Energía (AIE) en su última actualización sobre el suministro energético mundial. Además, se prevé que la energía solar y eólica cubran más del 90% del aumento de la nueva demanda global de electricidad, un porcentaje inédito.
Estos dos hitos en la descarbonización de las economías y en la lucha climática ocurrirán en el corto plazo pese al brusco freno a las inversiones verdes que ha activado Estados Unidos -el segundo mayor productor de electricidad del mundo- desde la llegada al poder del presidente Donald Trump, aliado a los combustibles fósiles. “Esta proyección de la AIE es muy interesante. Se repetía que con la llegada de Trump se iba a generar un tapón en el crecimiento de las renovables. Pero esto no es así. La inercia es tal que el avance de las energías limpias es inevitable”, reflexiona Pedro Fresco, director de la Asociación Valenciana del Sector de la Energía y ex director de Transición Ecológica de esta comunidad autónoma.
Se decía que con Trump se iba a generar un tapón en el crecimiento de las renovables. Pero no es así. El avance de las energías limpias es inevitable
Que la retórica negacionista y anti energía verde tenga, por ahora, un efecto mínimo en el sostenido crecimiento de las renovables, demuestra, a juicio de este experto, que si bien Estados Unidos es “muy poderoso, ya no controla el mundo como lo hacía antes”. “Aunque Estados Unidos no desarrolle renovables, el resto del mundo lo seguirá haciendo”, aclara.
China, el otro pez gordo de la economía global, sí está haciendo los deberes en materia de transición energética, no sólo en fuentes renovables, también en la electrificación de la movilidad y de la climatización de los hogares. La AIE calcula que la reducción global en la generación de electricidad a partir de carbón será resultado de las disminuciones en el gigante asiático.
Fresco recuerda que entre 1990 y 2010, China triplicó su consumo de carbón, con consecuencias ambientales muy negativas para su población. “Hasta que cambiaron totalmente el chip y empezaron a fabricar e instalar energías limpias a un ritmo avasallante, a niveles que nadie hubiera imaginado. Es posible que con la llegada de Trump este crecimiento sea todavía más acelerado”, analiza.
Energía verde: de representar el 1 % en 2015 al 20 % en 2026
La proporción de la generación mundial de electricidad procedente de energía eólica y solar combinadas no ha parado de crecer en la última década, tal como expone la AIE en su informe: 1 % en 2005, 4 % en 2015, 15 % en 2024 y 17 % en 2025. Se espera que el porcentaje escale al 20 % en 2026.
A este paso, falta muy poco para que las energías limpias superen al carbón como la principal fuente de generación de electricidad. Puede que ocurra en el segundo semestre de 2025. “A más tardar en 2026”, proyecta el organismo que dirige Fatih Birol. La participación del carbón en la generación total caerá por debajo del 33 % por primera vez en un siglo, mientras que escalará al 36% en el caso de las renovables.

La energía eólica y solar sigue ganando terreno en todo el mundo
El cambio hacia la energía eólica y solar se está produciendo a pesar de que se prevé que la demanda mundial de electricidad crezca mucho más rápido en los próximos dos años (3,3 % y 3,7 %, respectivamente) que el promedio del 2,6 % para el período 2015-2023. La nueva demanda proviene de la industria, los electrodomésticos, el creciente uso del aire acondicionado, la continua electrificación de la calefacción y el transporte, así como de la expansión de los centros de datos.
“A pesar de la desaceleración de la actividad económica, que ha afectado al consumo mundial de electricidad en lo que va de 2025, las olas de calor siguen incrementando la demanda en muchas regiones”, se advierte sobre el impacto climático en el mercado de la energía. El informe también refleja la presión que la Inteligencia Artificial está generando en el sistema eléctrico mundial. La demanda en Estados Unidos está siendo impulsada por la rápida expansión de los centros de datos, creciendo un 2,3 % en 2025.
Aunque mucho más moderado que las renovables, la AIE también proyecta un crecimiento del gas (+1,3 % en 2025) y de la energía nuclear, que va camino a marcar un récord este año. “Esto se debe a la reanudación de las operaciones de plantas en Japón, la robusta producción en Estados Unidos y Francia, y la puesta en servicio de nuevos reactores en China, India, Corea y otros países. Se prevé que la generación nuclear mundial aumente un promedio del 2 % durante el período 2025-2026, acercándose a los 3000 TWh en 2026”, explica el documento de la AIE.
España, mínimo impacto, pero ejemplo global
Sobre el papel de España en este nuevo hito energético, Fresco aclara que en el mix mundial la península representa el 1%, un porcentaje “poco relevante” para los números globales. “Sí bien es verdad que tiene un desarrollo de energía solar muy bueno, es de los principales del mundo en proporción a lo que es su generación eléctrica, cuando lo metes dentro de países tan grandes, no es un factor relevante”, analiza. España está instalando más de 6 GW de energía solar al año, “que está muy bien para un país como España, pero es que en el mundo se están instalando del orden de 100 veces más”.
En el contexto regional, España se sitúa a la vanguardia de la generación renovable en Europa, con una participación del 56% en su mix energético en 2025. Este porcentaje supera al de países como Alemania, Francia o Italia, y “refleja el aprovechamiento de las condiciones geográficas favorables”. Fresco advierte que el “boom de la solar” se contrapone a cierta parálisis de la eólica, “donde llevamos unos años flojeando”.
Se estima que España tendrá que desplegar cinco veces más potencia eólica al año para cumplir con el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC 2023-2030). “Aún con este estancamiento, en el panorama internacional España es un ejemplo a imitar”, subraya Fresco
Los escollos
Más allá de las cifras alentadoras que difunde la AIE, el ex director de Transición Energética de la comunidad valenciana aclara que todavía quedan “muchos escollos” por una descarbonización global que va lenta, en contraposición a un calentamiento que se acelera: el 2024 fue el primer año en superar la barrera de +1,5 ºC respecto a la era preindustrial.
El primero: prácticamente todos los países del mundo quieren acceder a energías renovables, sobre todo energía solar, que es muy fácil de instalar. “No todos los países pueden por una cuestión de que no tienen capacidad de acceso a los volúmenes requeridos”, explica. Y agrega: “Tienes una energía muy deseada, que además saca de la pobreza energética a mucha gente, que es una herramienta de mitigación climática enorme, y no puedes desarrollarla en el mundo a la velocidad que los propios países querrían. Por eso, se necesita que uno de los focos de financiación climática internacional sea la ayuda al desarrollo de la energía solar en los países más pobres del mundo”.
También hay “escollos técnicos”. Cualquiera puede instalar un panel solar en su casa, pero para hacer una central solar grande “necesitas ingenieros, redes eléctricas, necesitas cosas que a lo mejor no todos los países tienen”. “No hay problemas de fabricación, porque eso China tiene sobreproducción. De hecho, los chinos han tenido que parar el exceso de producción de paneles solares, por ejemplo”, detalla.
La barrera más importante -y crucial para evitar que el calentamiento global se eleve en las próximas décadas a niveles de difícil adaptación para la especie humana- es la “electrificación de consumos que hoy son térmicos”. Fresco lo explica de esta manera: “No es tan importante ver lo qué está pasando dentro del sistema eléctrico, sino ver qué pasa fuera del sistema eléctrico. Si esa electricidad que estamos generando con fuentes renovables, la estamos llevando a los coches, la estamos llevando a la climatización, o la estamos llevando a industrias que hoy usan petróleo, carbón y gas”.
Dar este paso permitiría “reducir emisiones rápidamente”, algo que no está ocurriendo. “Si tomamos como referencia lo acordado en el Acuerdo de París, claramente vamos con retraso. Una “clave” para incentivar a esta electrificación son los precios. “En Europa, la electricidad todavía es cara. Hay que transitar hacia un escenario en el que la energía fósil sea costosa y la electricidad barata para, justamente, provocar la sustitución”, concluye.