La situación de las poblaciones de aves en España no solo no mejora, en general, sino que se detecta una disminución en su capacidad anual de tener crías. Esta tendencia, de seguir así, empeoraría el preocupante panorama que afecta a más de la mitad de las especies. Así lo recoge el último informe ‘El estado de las aves en España’ elaborado por la organización SEO/Birdlife, un diagnóstico que pone el foco en el deterioro de las condiciones de los ecosistemas que habitan.
El documento recoge los resultados de diversos programas de seguimiento, censos y de tecnologías como el anillamiento, la colocación de anillas en aves con fines científicos. Supone una radiografía precisa de la conservación de las aves del país en un contexto en el que el cambio climático, de pérdida de sus hábitats y los grandes incendios, como los que han arrasado unas 400.000 hectáreas en lo que va de año, no se lo ponen fácil. Entre los datos, destaca el bajo porcentaje de aves jóvenes registrado en 2024: apenas supera el 30%, lo que indica que hubo una mala temporada reproductora. “Cuando dicha tasa se mantiene por debajo de los niveles adecuados, las poblaciones pueden experimentar caídas significativas”, alertan los técnicos en este informe.
Más de la mitad de las especies están amenazadas o lo estarán próximamente
Un ave rapaz huye del fuego de Dagaña (Asturias), a 21 de agosto de 2025, en Anllarinos del Sil, León, Castilla y León (España).
En general, más de la mitad de las especies que componen la avifauna española (53,6%) se encuentra amenazada o podría estarlo en un futuro próximo vista la evolución en los últimos años. Especial hincapié se hace en que 83 de las 454 Áreas Importantes para la Conservación de las Aves (IBAS) que hay en el país resultaron afectadas por las llamas el pasado verano. En total, unas 157.000 hectáreas valiosas para la biodiversidad que eran habitadas por muchas especies, algunas de ellas entre las que más problemas de conservación presentaban ya antes de estas catástrofes.
El balance detalla cómo el escenario empeora para muchas especies, aunque también mejora para otras. Pese a esos incendios, SEO/Birdlife ha comprobado que el aumento de masa forestal, provocado por el abandono rural, está teniendo un efecto positivo en aves que viven en los bosques, sobre todo en primavera. Por ejemplo, especies únicas en el territorio nacional como el águila imperial, que ha pasado de estar ‘en peligro’ a una situación de ‘vulnerable’; lo mismo ha pasado con el pinzón azul de Gran Canaria, que habita en pinares. En general, se detecta que hay menos porcentaje de especies muy amenazadas o que están en un grave riesgo (pasan del 18,9% al 13,8 %), algo que relacionan con éxito que están teniendo programas de conservación y gestión de los territorios.
Menos positiva es la tendencia para otros grupos de aves, como las que precisan de zonas arbustivas, que van a menos, o las que requieren de las estepas y zonas agrarias: en este caso las poblaciones siguen cayendo desde el año 1998, siendo un 40% en 2024. A más intensificación agrícola y más uso de pesticidas, peor les va. Lo mismo cabe decir de las aves de humedales o de las aves nocturnas. De las 10 analizadas en su programa Noctua, cinco muestran un declive moderado y hay una, las lechuzas, en las que su disminución en número es muy acusada: la contaminación lumínica sería uno de los factores que las están afectando.
Especies amenazadas por los incendios, pero también por la caza
Un ansar común en pleno vuelo en la laguna de Navaseca.
Respecto a la caza, el documento destaca la cada vez más delicada situación de la perdiz roja, una especie nativa y vulnerable que sufre un fuerte declive debido a esta actividad, tanto por su mortalidad como por la liberación masiva anual de millones de ejemplares de granja. Muchos son híbridos con otra especie de perdiz, lo que está poniendo en riesgo la integridad genética de la especie endémica. Es algo que puede acabar, afirman, “en una posible extinción”, dado que se daña la diversidad genética local y, por tanto, se cambia su capacidad de adaptación a su entorno. También la codorniz común está en fuerte declive por la presión de la caza y por estas masivas sueltas de ejemplares de granja, en este caso de híbridos con la codorniz japonesa, calificada como “exótica invasora”. Para SEO/Birdlife su tenencia debería estar prohibida, pero se permite su cría con fines alimentarios y esto está facilitando que acaben ilegalmente en sueltas cinegéticas.
Otra especie que se caza y no se recupera es el ánsar común: aunque aumentan sus poblaciones europeas, no se ha podido rebajar su riesgo de desaparición en España, debido a que va a menos la afluencia de los que migran a la península en invierno debido a que están asentándose en humedales costeros centroeuropeos.
Tampoco hay un buen pronóstico para las especies de alta montaña. Sus hábitats fríos están sufriendo un retroceso debido al cambio climático, por lo que las poblaciones están confinadas en áreas cada vez más pequeñas y aisladas. Por el contrario, las aves de las ciudades todo indica que se han adaptado a estos nuevos nichos ecológicos y las poblaciones van aumento.
El trabajo también recoge el censo de tres especies emblemáticas. Para el milano real, visible sobrevolando muchas carreteras cuando se acercan a recoger animales atropellados, hay un espectacular aumento de un 30% de sus parejas reproductoras respecto al censo que se hizo hace 10 años. También aumentan los ejemplares de cormorán grande, sobre todo en Extremadura, pero sin embargo hay un declive en cormorán moñudo, que no ha logrado recuperarse en la zona gallega del desastre del Prestige de 2002 y que sufre, señalan, graves impactos de las artes de pesca.
Todo este trabajo, destaca la organización, no sería posible sin la participación de la ciudadanía que, a través de plataformas como eBird, que se pueden descargar en el móvil, comparten datos. El pasado año se superaron los 37 millones de registros de aves en España, lo que sitúa al país entre los líderes mundiales en observación de aves.


