Malas prácticas del urbanismo ignoran la adaptación al calor extremo

Un país cada vez más cálido / y 6

La necesidad de refrescar las ciudades ante las olas de calor obtiene respuestas insuficientes y contradictorias

Los expertos proponen dar prioridad a las soluciones basadas en la renaturalización de las urbes para prepararlas y adaptarlas al nuevo clima

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Una mujer atraviesa el Parc Antoni Santiburcio de Sant Andreu

Àlex García

Equipos de aire acondicionado que expulsan el aire caliente contra el transeúnte al pie de calle, reformas urbanísticas que se olvidan de los árboles, materiales oscuros que acumulan el calor con una inercia térmica que agrava el efecto isla de calor urbana… Las malas prácticas de un urbanismo que ignora la necesidad de adaptarse a las olas de calor están muy presentes en las ciudades españolas.  “De la adaptación de las ciudades al cambio climático se habla mucho; pero salvo honrosas excepciones, se necesita una mayor ambición para aplicar las soluciones necesarias”, explica Alexandra Delgado Jiménez, investigadora principal de Arquitectura en la Universidad Nebrija y directora de la oficina AD Arquitectura Urbana, desde donde lanzan numerosas propuestas para aclimatar las ciudades al calor extremo.

En el momento presente, en las ciudades conviven dos modelos de urbanismo diferentes: uno que sigue dando la espalda a los efectos del calor extremo, y otro que es consciente de la necesidad de aplicar soluciones de adaptación.

En Barcelona, pasear por la reformada Via Laietana es “una dura travesía del desierto”. El Ayuntamiento esgrime que no se han podido plantar árboles por la proximidad del túnel de Metro de la L4; pero tampoco se han colocado jardineras con arbustos ni bancos con vegetación o jardines verticales. “Se han puesto el arbolado y las plantaciones en los cruces y plazas ganadas con la reforma”, dijo el consistorio. 

Mientras, recorrer el parque de Can Batlló, en la Bordeta de Barcelona, con sus frondosos jardines, hace pensar que la Maturaleza es el mejor refugio climático. La plaza dels Països Catalans es el símbolo del “sol inclemente” sobre el peatón, mientras que los vecinos del Eixample disfrutan en secreto del confort en el pacificado eje verde de Consell de Cent (una estigma en el discurso oficial barcelonés) y la superisla del Mercat de Sant Antoni.

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Parque de Can Batlló en la Bordeta

Mane Espinosa

Madrid redescubre los toldos en la plaza del Sol

Madrid ha redescubierto ahora los toldos tras años de reforma en una plaza del Sol, sin un árbol, rebautizada como “la sartén del España”; y en la capital aún escuece la “herida” por la tala de árboles que se hizo en la plaza Santa Ana para construir un parking.

 “Madrid continúa abusando de un urbanismo duro, que utiliza los árboles como mero mobiliario urbano”, según explica Fernando Prieto, director del Observatorio de la Sostenibilidad, quien no vislumbra cambios de raíz en los nuevos proyectos (Usera y Ventas, donde una plataforma de cemento tapará la M-30).

 El temor ahora es que se eliminen como nuevo espacio verde las 80 hectáreas del Parque Eugenia del Montijo, en una zona donde viven más de 280.000 personas sin apenas zonas verdes, añade Prieto.

La referencia en Madrid es todavía la reforma de Madrid Río, junto al Manzanares (“una extraordinaria obra de Ruiz Gallardón”), un lugar donde sombras, estanques y música  demuestran que la naturaleza puede ser el mejor espacio compartido

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Uno de los alcorques enladrillados

LV

Renaturalizar las ciudades

Para atenuar los efectos del cambio climático, los expertos coinciden en la necesidad de emprender programas para renaturalizar las ciudades, una premisa que debe tenerse en cuenta tanto en el momento de plantearse cualquier diseño o reforma como en la fase de construcción de infraestructuras verdes. Por eso, la receta completa incluye al menos cuatro ingredientes: presencia de arbolada, espacios verdes y jardines, reducción del tráfico privado, y suelos con drenaje permeable.

Marcos, Castro, profesor de Economía Aplicada de la Universidad de Málaga, resalta que no hay indicadores de adaptabilidad urbana de las ciudades al cambio climático, y que su visión es que “no estamos alejando de ella”.

 Para él, es clave entender que “no se trata de dar respuestas individuales o tecnológicas (aparatos de aire acondicionados...), sino de encontrar las soluciones basadas en la Naturaleza y en las personas”, dice.

 Y aquí pone como ejemplo el proyecto de bosque urbano de Málaga, que impulsa el movimiento vecinal en el barrio Cruz del Umilladero, donde el Ayuntamiento pretende dar otro salto en el crecimiento urbano. “Necesitamos indicadores de infraestructura verde en la ciudad y de la transición ecosocial, y también planificar la ciudad no para el turista y la masificación sino para el residente...”, añade.

Los árboles nos protegen los pavimentos en las ciudades y nos defienden del efecto isla de calor

Manuel HerreroPresidente de la Unión de Agrupaciones de Arquitectos Urbanistas de España.

Salvador Rueda, director de la Fundación Ecología Urbana y Territorial (FEUT), sostiene que la prioridad debe ser mitigar las altas temperaturas provocadas por el efecto isla de calor urbano.

Por eso, aboga por crear ‘alfombras verdes’ tanto en la superficie urbana, con árboles que proporcionen sombras, como en altura, es decir, en las cubiertas edificadas. En este esquema de soluciones los árboles son un instrumento fundamental. En verano, las zonas resguardadas por los árboles reciben solo entre un 10% y un 30% de la energía solar. La transpiración del agua a través de las hojas también tiene un efecto refrescante y, combinado con la sombra, puede hacer bajar la temperatura 2, 3 o, incluso, 4ºC.

“Hoy en día, la renaturalización de las ciudades debe centrarse en el arbolado, y no tanto en las zonas verdes, porque son los árboles los que protegen esos pavimentos en las ciudades y nos defienden del efecto isla de calor”, corrobora Manuel Herrero, presidente de la Unión de Agrupaciones de Arquitectos Urbanistas de España.

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Via Laietana reformada

Àlex García

Supermanzanas y reducir el tráfico privado

En la línea de reforzar el modelo de ciudad mediterránea, con servicios de proximidad, se inscriben las soluciones que plantea Salvador Rueda, que defiende la propuesta de supermanzanas, mediante la cual liberando el 70% de la superficie destinada al tráfico urbano se consigue una reducción del 15% de la circulación (sin que esta medida pueda ser acusada, por tanto, de provocar el colapso viario). De esta manera, se gana espacio para el verde urbano y se corrigen también las disfunciones que tienen nuestras ciudades, pues se deja más espacio al peatón.

En el caso de Barcelona, su plan de supermanzanas consiste en crear agrupaciones de nueve manzanas del Eixample donde se concentra el transporte en las arterias periféricas, de manera que en su interior todo el protagonismo lo gana el peatón en un escenario de espacios verdes, áreas recreativas y con transporte pacificado. En Barcelona, según sus estimaciones, esta fórmula permitiría ganar unos 6,3 millones de metros cuadrados (630 hectáreas), repartidas por toda la ciudad, para uso y disfrute ciudadano.

No se trata de dar respuestas individuales o tecnológicas, sino de encontrar las soluciones basadas en la Naturaleza

Marcos CastroProfesor de Economía Aplicada de la Universidad de Málaga

Algunos expertos abogan por consolidar un modelo de ciudad mediterráneo, compacto, no expansivo, con varios centros urbanos y mezcla de usos y actividades porque ésta es la forma en que se fomenta la proximidad y se evitan los desplazamientos innecesarios y, por lo tanto se reduce el uso del coche privado. “Lo ideal es que el ciudadano pueda realizar el máximo de actividades andando, lo que supone reducir la necesidad de utilizar el coche particular”, dice Marta Vall-llosera, presidenta del Consejo Superior de los Colegios de Arquitectos de España (CSCAE).

Alexandra Delgado juzga prioritario diseñar una adaptación que tenga en cuenta las personas más vulnerables al calor, aplicando un criterio de justicia social, lo que supone concretar y garantizar “todas funciones climáticas de confort y de salud en cada manzana y en cada barrio”, algo que se intentará llevar a cabo colaborando con el Plan Director de la Naturalización Urbana de Gijón, donde se busca mejorar la infraestructura verde urbana con parques o avenidas verdes para mitigar y adaptarse al cambio climático en el horizonte 2045.

El diseño de cada rincón de la ciudad debe buscar el confort climático, analizando las cuatro grandes variables (temperatura entre 21 y 28ºC, humedad, viento y radiación solar), resalta.

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Madrid Rio

Efe

Hay que diseñar una adaptación que tenga en cuenta las personas más vulnerables, aplicando un criterio de justicia social

Alexandra DelgadoInvestigadora principal de Arquitectura en la Universidad Nebrija 

Actuar en los pavimentos, esa masa hirviente

El catálogo de acciones que podrían ser llevadas a cabo en las ciudades para adaptarse al cambio climático es muy extenso y abarca desde refugios climáticos (patios adaptados en colegios, o bibliotecas y otros espacios públicos que asumen esta consideración) hasta la creación de todo tipo de sombras, en las paradas de autobús.

En este sentido, resulta clave actuar sobre los pavimentos. Las ciudades se han llenado de granitos o piedras decorativas. Éstos son elementos agradables, duraderos y bellos; se han puesto de moda en nuestras ciudades, pero tienen un gran defecto; su gran inercia térmica agrava el efecto isla de calor. ¿Y quién no ha sentido que el asfalto es un foco de calor o ha pensado que podría deshacerse como una masa hirviente en plena canícula?

Los pavimentos fríos se obtienen modificando y agregando nuevos materiales en pavimentos convencionales. Hay diferentes tipos de pavimentos fríos, pero todos tienen en común el mismo objetivo: reducir la temperatura superficial del pavimento.

Permeables, porosos y menos reflectantes

Un “truco” son los pavimentos permeables (sistemas urbanos de drenaje sostenible), capaces de drenar el agua transfiriéndola al subsuelo con lo que disminuye la temperatura del pavimento, se previenen inundaciones, se reducen las necesidades de dimensionar las alcantarillas y se amortiguan la temperatura del aire mediante la evaporación del agua.

De la misma manera, el asfalto poroso, el asfalto recubierto de caucho y los ladrillos de arcilla también aumentan la reflectancia y la porosidad. Otra opción son los pavimentos vegetales, complejos entramados de plástico, metal u hormigón con espacio para que crezca la hierba. Estos pavimentos también suelen pintarse con colores claros que reflejan más la radiación.

Capítulo aparece merecen los pavimentos reflectantes, que tienen una capacidad mayor de reflejar la radiación que los pavimentos convencionales, con lo que se reducen la temperatura y la liberación de calor. Eso se consigue agregando un revestimiento superficial de color claro y con agregados de color claro. Un inconveniente que tienen los pavimentos reflectantes es el aumento del deslumbramiento.

Recurrir a los nebulizadores

A veces las soluciones consisten en ponerle algo de ingenio e imaginación, recurriendo, por ejemplo, a nebulizadores. Por eso, una forma sencilla de reducir los riesgos es refrescar un poco a los peatones con nebulizadores (o fuentes) en los lugares donde el calor es más intenso. Estos nebulizadores consumen un volumen mínimo de agua, por lo que son viables incluso en zonas con recursos hídricos limitados.

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