En pocos días, una amplia zona del Mediterráneo ha sufrido dos tormentas muy intensas. Primero, la borrasca Amy. Seguidamente, la dana Alice. Las lluvias extremas han dejado graves inundaciones y escenas de caos en muchas ciudades. Desde Murcia a Tarragona, una franja de casi 500 kilómetros ha quedado, una vez más, literalmente bajo el agua. ¿Por qué esta zona -que podría ampliarse de Málaga a Girona, incluyendo también a las Islas Baleares- es en otoño epicentro de fenómenos meteorológicos tan violentos?
La explicación científica tiene cuatro variables históricas: las condiciones atmosféricas, la humedad del mar, la orografía de la zona y los vientos. Y un elemento nuevo producto del cambio climático antropogénico que está provocando que las tormentas sean cada vez más extremas y destructivas: una temperatura récord del aire y del mar. “Tenemos mucha más energía en el sistema”, explica José Ángel Núñez, jefe de climatología de Aemet en la Comunidad Valenciana.
Las variables de siempre
El paseo de la playa de la Patacona en Valencia, inundado este domingo.
Los datos de la Agencia Estatal de Meteorología revelan que, en cantidad, en la mayoría de las ciudades mediterráneas llueve menos que en otras regiones de la península, como el norte. Por ejemplo, la media autonómica de lluvia anual en Galicia es entre 1.000 y 1.200 milímetros, más del doble que la Comunidad Valenciana (entre 350 y 600 mm). Samuel Biener, climatólogo de Meteored, aclara, no obstante, que la pluviometría anual del sur de Valencia es muy similar a la de algunas zonas interiores de Galicia. ¿La diferencia? Que en el norte las precipitaciones son suaves y continuas, mientras que el Mediterráneo los episodios son puntuales, pero muy intensos.
Cualquier zona del área Mediterránea, no solo del Mediterráneo español, está expuesta a estas lluvias torrenciales otoñales, señala Núñez. Una región a orillas de una cuenca marina relativamente cerrada, con aguas muy cálidas al final del verano y en otoño, rodeada de cadenas montañosas que elevan las corrientes de aire, son los “factores básicos” que cada otoño se ponen en juego para desplegar grandes temporales.
Finalmente, agrega el experto, la orientación del viento en capas bajas da lugar a que una u otra zona del litoral esté más expuesta. El viento es un elemento determinante en el reparto de las lluvias. Dependiendo en qué dirección sople, se verán afectadas unas u otras ciudades. La ausencia de viento, en tanto, puede “ensañarse” con un punto geográfico y descargar allí agua durante muchas horas.
“En nuestra zona, las gotas frías más adversas son las que van acompañadas de un chorro de viento que conduce los máximos de precipitación hasta las montañas de interior o prelitorales. Toda esa lluvia hace crecer cauces de ríos, barrancos y ramblas. Pero no siempre está presente un gran chorro de viento, a veces, como está ocurriendo durante los últimos días, las lluvias se producen en el litoral, generando inundaciones in situ debido a la enorme cantidad de agua caída”, explica el científico de Aemet.
Su colega Biener agrega que a los cambios en los patrones atmosféricos, con una corriente en chorro que en otoño se fortalece como consecuencia del incremento del contraste entre masas cálidas y frías, hay que sumarle la orografía del Mediterráneo, otro elemento “clave en la formación de tormentas fuertes”. Las montañas actúan como una “barrera” que fuerzan a las masas de aire húmedo y cálido del mar a ascender, lo que hace que las nubes queden “retenidas”. “Esto hace que las tormentas se regeneren sobre sí mismas dejando grandes acumulados de agua”.
El ingrediente extra: el cambio climático
Tanto Núñez como Biener aclaran que ni la orografía ni las condiciones atmosféricas se han modificado en las últimas décadas. El ingrediente nuevo, de estos últimos años, que explica que estos fenómenos sean cada vez más extremos, es la temperatura del aire y del mar. “Es el cambio más notable entre los elementos del clima en nuestro territorio”, sentencia el funcionario de Aemet.
En 2022 y 2023, el Mediterráneo español se elevó a temperaturas récord, con anomalías de varios grados persistentes en 2024 y 2025. “Esto significa que, aunque estos fenómenos no son nuevos, ahora se encuentran con más disponibilidad de energía y humedad”, detalla el experto.
Unos mares más cálidos -agrega- proveen de mayor cantidad de vapor de agua a la atmósfera y favorecen la inestabilidad, “dando lugar a nubes de tormenta más vigorosas de las que pueden caer lluvias más torrenciales, como estamos viendo estos días”.
El Mediterráneo se calienta un 20% más rápido que otros océanos por ser semi-cerrado, pequeño y con un intercambio limitado de agua con Atlántico
El Mediterráneo es el mar que más rápidamente se está calentando en el mundo
El meteorólogo y profesor Mario Picazo reniega de la frase “esto ha pasado toda la vida”. Basta ver los registros y las estadísticas para comprobar que “la torrencialidad de las precipitaciones ha ido a más con el paso del tiempo”.
“No es de extrañar porque el Mediterráneo es el mar que más rápidamente se está calentando en el mundo. Se calienta aproximadamente un 20% más rápido que el promedio global de los océanos. Esto se debe principalmente a que el Mediterráneo es un mar semi-cerrado, de tamaño relativamente pequeño y con un intercambio limitado de agua con el océano Atlántico. Estas características hacen que el calor se acumule con mayor facilidad y que los efectos del cambio climático sean más intensos y visibles en menos tiempo”, explica.
Biener adelanta que las predicciones climáticas apuntan a que las lluvias de otoño serán cada vez más frecuentes extremas e intensas. En su opinión, el epicentro de esta torrencialidad abarca desde Málaga hasta Girona, incluyendo las Islas Baleares. En la borrasca Amy, Ibiza acumuló un total de 254 mm en pocas horas, un registro histórico. Ahora, la cifra no superó los 150 mm, pero bastó para inundar muchos barrios.
“Lo cierto es que el problema está identificado. Por lo tanto, hay que actuar para mitigar los efectos del cambio climático y hay que adaptarse a esta nueva realidad”, concluye Núñez.



