Nunca come y es capaz de sobrevivir a 400 grados centígrados: la criatura del fondo del océano que fascina a los científicos
Fauna
La especie se encuentra actualmente amenazada a causa de la actividad humana en su hábitat
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El caracol volcánico cuenta con una armadura de hierro sobre su concha.
Podría parecer salido de cualquier novela, videojuego o película ambientada en un universo fantástico, pero se trata de un animal totalmente real y que posee una serie de características que han llamado la atención de la comunidad científica. Y no es para menos. Su nombre ya dice mucho, puesto que se trata del caracol volcánico. También llamado ‘caracol de patas escamosas’ en inglés, el Chrysomallon squamiferum es una especie de gasterópodo, la clase de moluscos más amplia, cuyo hábitat se encuentra en las fuentes hidrotermales del océano Índico, a 2.400-2.900 metros de profundidad. Es decir, aperturas del fondo marino, en las que suele existir actividad volcánica, de las que emerge agua geotermal capaz de alcanzar temperaturas de 400 grados centígrados. Ese es el hogar de este caracol tan peculiar y que, desafortunadamente, se encuentra en peligro de extinción.
En el año 2018, la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN) añadió al caracol volcánico a su ‘Red List’, en la que se catalogan todas aquellas especies que se encuentran amenazadas. En el caso del Chrysomallon squamiferum, el motivo tiene que ver con la amenaza que representa para su hábitat las extracciones mineras.
Así es el Chrysomallon squamiferum, conocido como el caracol volcánico
El Chrysomallon squamiferum es conocido como el ‘caracol volcánico’ debido al entorno natural en el que vive. No obstante, también se le llama como el ‘pangolín del mar’, y esto se debe a una de sus cualidades más impresionantes: una armadura de hierro. Esta singularidad ha motivado algunos de los principales estudios realizados sobre este gasterópodo, como el presentado en la publicación especializada ‘Nature Communications’. Los investigadores han indagado en esta coraza biomineralizada y han identificado dos partes duras en su fisionomía. Una de ellas sería la parte inferior, mediante la cual se desplaza, cuya superficie está recubierta por escleritas quitinosas densas, que son placas endurecidas. Esta zona, junto a la concha, se encuentra mineralizada con sulfuro de hierro. Los científicos responsables de la investigación apuntan a que el caracol volcánico es el único metazoo conocido que emplea el hierro como componente “significativo” en la “construcción de su esqueleto”.
Por otra parte, igualmente llama la atención su forma de alimentarse, ya que, podría decirse que no come nada. Harriet Wood, especialista del Museo Nacional de Cardiff, en Gales, Reino Unido, explica que el caracol volcánico ha desarrollado una relación simbiótica con las bacterias de su interior. Por tanto, son estas las que se encargan de aportar los nutrientes necesarios para mantenerse. De hecho, el 9% de su masa corporal está destinada a albergar una glándula en su esófago encargada de concentrar a esas bacterias.