“No te das cuenta de lo borracho que estás hasta que te quitas las gafas”: las raves en el metaverso están de moda, pero ¿estamos preparados para algo así?
Fiestas eternas
Plataformas como VRChat han popularizado las fiestas electrónicas interminables en Realidad Virtual, donde las drogas y el sexo virtual son tan habituales como en cualquier rave de techno del mundo real
“Si no eres capaz de moderarte y controlarte, es interminable. No verás el final de la fiesta”
Chica disfrutando de una fiesta en VR
“Si no eres capaz de moderarte y controlarte, es interminable. No verás el final de la fiesta.” O’Rourke, nombre virtual, habla así con Wired de las raves de techno más increíbles que ha vivido en toda su vida. Pero estas no tienen que ver con discotecas de Berlín ni con la escena 'sex positive' que se está popularizando en Madrid. En realidad, estas fiestas son accesibles desde cualquier lugar del mundo: solo necesitas unas gafas de Realidad Virtual para acceder a ellas.
Plataformas como VRChat albergan la posibilidad de organizar fiestas en el mundo digital en las que los usuarios pueden bailar sin prejuicios, mostrarse como quieran e incluso tener sexo virtual. Esto se acompaña, en muchas ocasiones, de alcohol y drogas que, consumidos en la vida real, tienen efectos directos en la experiencia de los raveros.
Mientras las discotecas físicas comienzan a pasar de moda, enfrentándose a cierres, restricciones y una popularidad a la baja, las fiestas en el metaverso comienzan a florecer como una opción insólita para una comunidad que se siente más protegida desde el salón de su casa.
La creatividad de estos lugares es infinita: se puede elegir cada espacio, cada color y cada canción, generando así una experiencia conjunta a la par que solitaria. Y todo ello de manera gratuita —bueno, después de pagar por las gafas de VR— y sin necesidad de moverse. Se trata de una experiencia que ha ido ganando adeptos con los años, pero que tuvo un claro antes y después después de la pandemia.
Fiesta en VRChat.
El pasado fin de año, más de 130.000 personas se conectaron a VRChat para celebrar juntas el evento. Antes del Covid-19, la plataforma apenas albergaba 20.000 usuarios simultáneos. A pesar de que el Metaverso no está siendo —de momento— la enorme revolución que anunciaba Mark Zuckerberg, por ahora es una opción interesante y en auge para personas que buscan desinhibirse y desconectar de manera accesible.
“En la vida real me agreden sexualmente mucho más. Vivo en un estado conservador y a veces no quieres salir al bar de la esquina y lidiar con todo ese rollo”, explica para Wired Ru, una mujer trans que dirige su propio club virtual, Kaleidosky, en el Metaverso. Ru ha encontrado en la plataforma una manera de disfrutar sin ser juzgada.
El sentido de comunidad y el espacio seguro para personas LGBTIQ+ son lo más importante
Para las personas de la comunidad LGTBIQ+, VRChat es una opción única de mostrarse tal y como son sin pasar por los prejuicios de una sociedad a la que le queda mucho por avanzar. “El ambiente, la música, el sentido de comunidad y el espacio seguro para personas LGBTIQ+ son lo más importante”, añade DeityAnubis, que cuenta con un recinto de sexo virtual que incluye striptease y contenido monetizado estilo OnlyFans. Pero este tipo de fiestas albergan a muchos más perfiles. Muchos más, desde luego, que las discotecas tradicionales.
Heelix, un DJ de 61 con avatar de anime, cuenta que es un remedio perfecto para la soledad: “Todos mis amigos son mayores y ya no van a clubes. Pero aquí en VR conozco a mucha gente. Es mucho más fácil.”
Fiesta en VRChat.
Realidad Virtual al servicio de la fiesta
Los peligros de excederte en el Metaverso
Sin embargo, las raves del mundo virtual albergan el mismo peligro que las originales: el exceso de drogas, alcohol y desfase que puede derivar en consecuencias graves para los participantes. Aunque la fiesta se celebra desde casa, muchos usuarios siguen un ritual de consumo muy similar al de los clubes tradicionales. Cannabis, cocaína, ketamina, MDMA y alucinógenos como las setas o el LSD son habituales en estas sesiones virtuales, que pueden prolongarse durante horas e incluso días sin interrupciones.
Como no hay porteros, horarios ni desplazamientos, es fácil perder la noción del tiempo y seguir la fiesta mucho más allá de los límites que uno se impondría en la vida física. La facilidad para “autogestionarse” es, en muchos casos, una puerta abierta al abuso.
No te das cuenta de lo borracho que estás hasta que te quitas las gafas
El testimonio de O’Rourke es el más extremo, pero no el único. Tras drogarse con setas en marzo de 2024, llegó a un punto de colapso sensorial. “No podía distinguir entre las alucinaciones por la droga y la realidad virtual”, explica. Esa confusión entre la mente alterada y el entorno digital puede tener efectos duraderos, según advierten expertos en neurociencia. La investigadora Maria Balaet, del Imperial College de Londres, asegura que una experiencia negativa en VR es “probablemente peor que un mal viaje fuera de ella”, ya que el proceso de reajuste mental y físico tras salir del entorno virtual añade una capa adicional de agotamiento y confusión.
Además, el hecho de que el metaverso sea inmersivo —con estímulos visuales intensos y aislamiento físico— puede potenciar el efecto de ciertas drogas y aumentar la disociación. Algunos usuarios han necesitado asistencia médica tras sufrir intoxicaciones mientras estaban conectados. Y no son pocos los que dicen haber visto “desaparecer, literalmente” a sus compañeros de fiesta de un momento a otro, tras advertir que estaban pasados de vuelta.
“No te das cuenta de lo borracho que estás hasta que te quitas las gafas”, comenta O’Rourke. En este sentido, el metaverso deja de ser un espacio de libertad para convertirse en un terreno fértil para el exceso y la desconexión total del cuerpo y la mente. Para bien... O para mal.