El móvil sin adicciones de dos jóvenes catalanes: “La media de uso de móvil en España está en torno a las 6 horas diarias, la gente empieza a no recordar muchas cosas que vive”

Entrevista

Albert Beltran y Carlos Fontclara han fundado Balance Phone, un dispositivo móvil equilibrado entre las utilidades de las nuevas tecnologías y el peligro adictivo de muchos elementos de acceso digital como las redes sociales, la pornografía o las apuestas

De izquierda a derecha, Carlos y Albert, fundadores de Balance Phone

De izquierda a derecha, Carlos y Albert, fundadores de Balance Phone

Cedida

Hay padres que ya no saben qué hacer: hijos de 11 y 12 años enganchados al móvil, tardes enteras de scroll en TikTok o videojuegos, y grupos de adolescentes en el patio sin ni siquiera mirarse a la cara. En España, la media de uso del teléfono bordea las cinco o seis horas diarias y, en el caso de los más jóvenes, la combinación de redes sociales, videojuegos y plataformas de streaming es un cóctel perfecto para que el tiempo vuele delante de una pantalla, dejando cada vez menos recuerdos y memoria a los usuarios.

En este contexto, dos jóvenes de Barcelona han decidido hacer justo lo contrario de lo que marca la industria: crear un ‘smartphone’ que no quiere tu atención. Se llama Balance Phone y es un proyecto catalán basado en un móvil que bloquea las apps más adictivas y ya ha encontrado su público entre familias y adultos que buscan “desengancharse” un poco del móvil sin tener que volver a la edad de piedra digital.

De enganchados al móvil a fundadores de una empresa emergente

Detrás Albert y delante, Carlos, fundadores de Balance Phone

Detrás Albert y delante, Carlos, fundadores de Balance Phone

Cedida

Albert Beltran y Carlos Fontclara se conocen “desde los tres años”. Fueron juntos a la escuela, estudiaron ingeniería y ADE, pasaron por multinacionales como Amazon o Philip Morris. A medida que avanzaba su juventud, chocaban con un problema habitual del cual eran conscientes: su relación con el teléfono. “Nos dábamos cuenta de que quedábamos con los amigos e íbamos consultando el móvil sin razón o pasábamos horas en casa haciendo scroll”, explican. Para ellos, darse cuenta de que no lo podían controlar fue la señal que los hizo dar un paso más allá.

Nos dábamos cuenta de que quedábamos con los amigos y seguíamos consultando el móvil sin razón o pasábamos horas en casa haciendo scroll sin poder controlarlo.

Carlos FontclaraCofundador de Balance Phone

Empezaron como todo el mundo: borrar Instagram, limitar apps, poner el móvil en blanco y negro. “Veías que te habías borrado la app, pero en un momento de aburrimiento volvías a entrar por el navegador o te la volvías a instalar”, admiten. El paso siguiente fue más radical: se compraron un Nokia “de antes”. “Una semana fuimos muy felices con el Nokia, pero rápido vimos que no podíamos vivir así. Echábamos de menos WhatsApp, Google Maps, tener la tarjeta de embarque en el móvil… todos estos servicios básicos que sí que aportan valor”, afirman.

El Nokia 3310, un ejemplo de dumbphone

El Nokia 3310, un ejemplo de dumbphone

Victor Endrino

De aquí nace la idea: un móvil a medio camino entre el smartphone actual y el “dumbphone” antiguo. Ni hiperestimulación constante ni renunciar a todo. “Queríamos diseñar el móvil que nosotros mismos habríamos querido tener”, resumen.

Bloquear lo que es adictivo

Para diseñar su producto, empezaron por entender por qué los móviles son tan adictivos. Su conclusión tiene dos pilares: las plataformas y el diseño de los sistemas operativos. “Las plataformas monetizan la economía de la atención: como más tiempo pasas, más dinero genera. Y los sistemas operativos están llenos de colores, iconos y notificaciones pensadas para que actúes por estímulos y no por control”, explica a Albert.

Los dispositivos los fabrica Samsung, gigante coreano con quien tienen un acuerdo. Ellos mismos instalan el sistema operativo, su capa propia Android, cambian el embalaje y el móvil ya sale de la caja convertido en Balance Phone. También ofrecen solo el software en forma de suscripción anual de 79 euros para quien ya tiene un Samsung compatible.

A pesar de todo, dejan claro un matiz importante: Nosotros no estamos en contra de las plataformas. Somos los primeros que les vemos mucho valor. Lo que es peligroso es tenerlas en el bolsillo 24 horas, superaccesibles. En el ordenador o en el iPad también utilizamos Instagram o Twitter, pero en momentos intencionales, no cada vez que tenemos dos minutos muertos.”

Así es Balance Phone, en blanco y negro y sin inputs adictivos

Así es Balance Phone, en blanco y negro y sin inputs adictivos

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La media de nuestros usuarios es de una hora y media al día. Es una reducción del 80% respecto a las cinco horas de media en España.

Carlos y Albertfundadores de Balance Phone

Las familias, en el ojo del huracán

Cuando empezaron, pensaban sobre todo en gente como ellos: adultos de 25 a 40 años que quieren “desconectar y cambiar hábitos digitales”. Los bautizaron como “minimalistas digitales”. Pero el mercado los ha llevado mucho más allá. “Muy rápido descubrimos todo un grupo de padres muy preocupados por el primer móvil de los hijos. Ven escenas en los patios llenos de grupos de niños que ni se miran a la cara”, afirman.

Las familias representan el primer grupo de clientes de Balance Phone, que buscan un primer móvil seguro para sus hijos e hijas. Les siguen adultos que quieren tener una mejor relación con el teléfono y, después, clínicas de adicciones para sus terapias. “Hay psicólogos que tratan adicciones sin sustancia —apuestas, porno, videojuegos o directamente ‘adicción a pantallas’— que nos compran el móvil como herramienta de rehabilitación”, explican.

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Un futuro inmediato hacia el minimalismo digital y la plenitud

Mirando hacia delante, sus planes pasan por consolidar tres mercados —UK, España y Estados Unidos— y hacer crecer todo lo posible el volumen actual. Pero lo que más los mueve es una idea de fondo: “Esto es prácticamente un movimiento social. Igual que hoy nos escandaliza ver a un niño de 12 años fumando, acabaremos viendo igual de bestia poner un ‘smartphone’ sin filtros en manos de un niño. Nosotros queremos acelerar este cambio”.

Y para los adolescentes que sueñan con vivir dentro de Instagram o TikTok, Albert propone un ejercicio simple de mucho valor: “Ordenar qué te llena y te hace feliz, y aparte apuntar en qué gastas tu tiempo. A mí me hizo ver que estar cinco horas en el móvil no solo no me llenaba, sino que me molestaba. Cuando ves esta incoherencia tan clara, cuesta mucho más autoengañarte”.

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