En una sociedad que oscila entre el individualismo extremo y la necesidad urgente de cooperación, frases célebres de Marco Aurelio sientan cátedra: “Lo que no es útil para la colmena, no es útil para la abeja”.
Esto decía el emperador romano y más de dieciocho siglos después de haber sido escritas, esta reflexión invita a reconsiderar la relación entre el ser humano y el colectivo del que forma parte.
¿Qué quiere decir?
Nacido en el año 121 d. C. Y uno de los máximos exponentes del estoicismo, veía en el bien común no una obligación impuesta desde fuera, sino una condición indispensable para la propia realización personal.
La frase, incluida en su obra Meditaciones (Ta eis heautón), funciona como advertencia y a modo guía moral: ninguna prosperidad individual es sostenible si el entorno está deteriorado. Para Marco Aurelio, el daño cometido contra la comunidad acaba volviéndose inevitablemente contra el individuo, del mismo modo que una colmena enferma no puede producir abejas sanas.
Sus Meditaciones, escritas durante las campañas militares del siglo II, siguen siendo consideradas un monumento literario al gobierno basado en el deber, la modestia y la reflexión constante. Publicada por primera vez en 1558 en Zúrich, la obra procede de un manuscrito hoy perdido cuya copia más cercana se conserva en los Museos Vaticanos.
Escultura ecuestre de Marco Aurelio.
La cita va en sintonía con la tradición del estoicismo, una escuela filosófica fundada por Zenón de Citio en el siglo III a. C. Que defendía que el universo opera bajo un orden racional y que los seres humanos solo pueden controlar sus pensamientos y actitudes, no los acontecimientos externos.
Los estoicos creían que la virtud era el único bien auténtico, y que aceptar la realidad sin dejarse arrastrar por la ira, el miedo o la búsqueda compulsiva del placer era la clave para alcanzar la eudaimonía, una forma de felicidad serena y duradera.
Marco Aurelio reflexionó profundamente sobre lo fugaz que es la propia vida: “Vivimos por un instante, sólo para caer en el completo olvido y el vacío infinito de tiempo”, escribió.
Incluso los conflictos más intensos, “enemistad, sospecha, odio”, terminan reducidos a cenizas. La muerte, en su pensamiento, no era motivo de angustia, sino un recordatorio de que el presente es el único territorio en el que puede ejercerse la virtud.
El estoicismo cada vez está más presentes en nuestros días y la frase de uno de los emperadores más conocidos en todo el mundo, es un reflejo de la sociedad caracterizada de todo aquello que debilita el bien común: prisas, desinformación y crispación.

