Cuando Nikola Tesla murió en 1943, en la habitación 3327 del Hotel New Yorker, el gobierno estadounidense intervino de inmediato. Horas después de su fallecimiento, la Oficina de Bienes Extranjeros confiscó todos sus documentos personales, esquemas técnicos e inventos inacabados. La operación se justificó por razones de seguridad nacional, pero más de ochenta años después, parte de ese material sigue siendo secreto. ¿Por qué? Aún a día de hoy, sigue siendo un misterio.
Tesla no era un inventor convencional. En sus últimos años trabajaba en tecnologías tan avanzadas que rozaban los límites de lo creíble: armas de energía dirigida, torres de transmisión inalámbrica de electricidad a escala planetaria, sistemas capaces de alterar el clima o resonar con la Tierra. Proyectos inacabados, sí. Pero también ideas que hoy suenan extrañamente contemporáneas.
Nikola Tesla en su laboratorio de Palm Springs.
Entre los documentos que desaparecieron tras su muerte se encontraba el famoso diseño del llamado rayo de la muerte, un dispositivo que —según Tesla— podía neutralizar aeronaves a cientos de kilómetros mediante energía concentrada. También constaban esquemas de su inacabada Torre Wardenclyffe, destinada a distribuir energía eléctrica de forma inalámbrica a todo el mundo, y estudios sobre resonancia electromagnética planetaria.
El FBI no gestionó directamente el análisis técnico de esos documentos. El responsable fue el ingeniero John G. Trump, del MIT, quien concluyó que “no contenían valor práctico inmediato”. Sin embargo, la clasificación de parte del archivo se mantiene hasta hoy, en un contexto donde muchas de las ideas de Tesla encajan cada vez mejor con el estado actual de la tecnología.
Si quieres encontrar los secretos del universo, piensa en términos de energía, frecuencia y vibración
Tesla afirmaba que “si quieres encontrar los secretos del universo, piensa en términos de energía, frecuencia y vibración”. Su trabajo giraba en torno a esas tres claves, y es precisamente ahí donde se centran las teorías sobre lo que podrían contener los documentos aún clasificados: estudios sobre armamento energético, tecnología inalámbrica avanzada o aplicaciones que nunca fueron comprendidas del todo.
Pero, más allá del mito, lo inquietante es el silencio. El legado científico de Tesla está documentado en múltiples patentes, pero hay un conjunto de investigaciones que siguen sin ver la luz. No es fantasía, sino un hecho documentado: el FBI custodió sus papeles y aún hoy no ha hecho público todo su contenido.

