Hay un botón en el mando de tu aire acondicionado que probablemente nunca usas y que, sin exagerar, podría salvar tu bolsillo este verano. Se llama modo Dry (modo seco o modo humedad) y suele estar identificado con el icono de una gota de agua. No es un modo mágico, pero cuando aprendes a usarlo, parece que lo fuera.
Todos sabemos que el aire acondicionado es el rey del confort veraniego… y también uno de los grandes culpables de que la factura eléctrica se dispare. El problema es que no siempre es el calor lo que nos agobia, sino la humedad relativa. A 30 °C y con un 80 % de humedad, la sensación térmica puede subir hasta los 38 °C, haciendo que cualquier estancia parezca una sauna.
Aquí es donde entra en juego el modo seco. En lugar de centrarse en enfriar al máximo, este modo reduce la humedad del aire, haciendo que el ambiente sea más ligero y respirable. Funciona con el compresor y el ventilador a baja velocidad, permitiendo que el aire circule lentamente y que el exceso de humedad se condense y se expulse. El resultado es que puedes tener el aire a 25°C y sentir como si estuvieras a 23°C… pero gastando menos electricidad.
Usarlo es sencillo: basta con localizar el icono de la gota en el mando y activarlo. Es ideal para las horas en las que el calor no es extremo pero la humedad sí, como al atardecer o en días nublados de bochorno. Si lo combinas con el modo frío en las horas más duras y mantienes el termostato en torno a 25–26 °C, puedes mantener la casa fresca sin que el compresor trabaje a tope todo el día. Y eso se nota en la factura.
Para potenciar su efecto, cierra puertas y ventanas mientras esté activo, limpia los filtros regularmente para que el aire circule bien, y si puedes, usa el temporizador para que el aparato se apague cuando ya no sea necesario. Además, un ventilador auxiliar ayudará a mover el aire seco por la estancia, haciendo que la sensación de frescor dure más tiempo. Y si por la noche refresca, aprovecha para ventilar y dejar que entre aire limpio antes de volver a encender el equipo.