“Al principio era bastante reticente a utilizar la IA, ya que creo que es una herramienta que puede generar malos hábitos, pero he encontrado el equilibrio para agilizar mi proceso de investigación”. Así describe Anisia Gil (27 años), técnica de comunicación en una organización del tercer sector, su relación con la inteligencia artificial: una convivencia que empezó con recelo, pero que hoy forma parte de su día a día laboral.
La IA ya no pertenece al terreno hipotético: ha entrado con fuerza en la rutina de muchos profesionales. Desde consultores hasta especialistas en marketing, cada vez más empleados integran este tipo de herramientas para redactar correos electrónicos, resumir largos y complicados documentos, generar ideas a mayor velocidad o analizar datos. Lo hacen entre dudas y entusiasmo, conscientes de que la IA redefine sus funciones, pero también de que aún queda un largo camino por recorrer en cuanto a formación y usos éticos.
Las mejoras en productividad son evidentes, especialmente en los sectores más expuestos al uso de la IA: los empleados trabajan casi cinco veces más rápido al incorporar las nuevas herramientas, según el Barómetro global de la Inteligencia Artificial en el empleo de 2024 publicado por PwC.
ChatGPT está integrándose en muchos trabajos.
¿Cómo se está utilizando la inteligencia artificial?
El impacto de la IA en primera persona
Morayma Estrada (27 años), copywriter en una empresa de formación online, confirma esta transformación: “La IA ha supuesto un cambio en mi organización del tiempo y una mejora en mi productividad. Tareas que antes requerían mucho tiempo, ahora las realizo en sencillos pasos”. Sin embargo, reconoce que la tecnología también le genera cierta incertidumbre: “Aunque el criterio humano siempre va a primar sobre la máquina, hay ciertos puestos de trabajo que la IA va a ocupar tarde o temprano”.
También coincide Daniel Rangel (27 años), especialista en marketing digital para una entidad pública, pues la IA se ha convertido en una “herramienta estratégica para ahorrar tiempo, mejorar la calidad del contenido y optimizar procesos que antes requerían más esfuerzo manual”.
Según el informe A new future of work: The race to deploy AI and raise skills in Europe and beyond publicado por McKinsey Global Institute en 2024, se prevé que para 2030 aproximadamente el 27 % de las horas laborales actuales en Europa podrían ser automatizadas, impulsadas por la adopción de inteligencia artificial generativa. Este cambio subraya la necesidad urgente de reentrenar a la fuerza laboral para adaptarse a las nuevas demandas del mercado laboral.
Por su parte, Brandon Do Nascimento (31 años), consultor en negocios internacionales, subraya que la inteligencia artificial es una herramienta que aporta eficacia, pero no podrá llegar a reemplazar al trabajador: “Es utilizado, sobre todo, en la agilización de procesos tediosos, desde redactar correos siguiendo determinadas pautas hasta conseguir información cultural y de protocolo de un determinado país antes de una reunión con directivos de empresas extranjeras”.
Una persona utiliza el software de texto ChatGPT de la empresa OpenAI.
¿Sabemos usarla bien?
Protocolos y formación: la necesidad de una guía clara
ChatGPT, Perplexity y los servicios de inteligencia artificial ofrecidos por las redes sociales son algunas de las herramientas más utilizadas por los empleados. Pero, ¿saben utilizarlas y proteger los datos que ofrecen tan libremente?
Varios de los entrevistados coinciden en que sus lugares de trabajo no cuentan con un protocolo sobre el uso de la IA. “No obstante, soy muy consciente de la importancia de un uso ético y responsable, especialmente en el ámbito institucional”, apunta Daniel, “por ello, aplico principios como la revisión humana constante, la transparencia (no ocultar que ciertos contenidos han sido asistidos por IA) y evito el uso de IA para contenidos sensibles o en los que podrían haber implicaciones legales o reputacionales”.
“Realizar un buen protocolo para un buen uso de la IA está en manos de la empresa, que debería velar para que sus trabajadores estén bien formados en estas herramientas”, señala Morayma, quien piensa que “si no aplican medidas, podrían ocurrir problemas de privacidad”.
Unas pautas sencillas podrían mejorar el uso de estas nuevas herramientas. Cualquier empleado es capaz de seguir ciertas indicaciones que “no suponen un gran esfuerzo”, explica Brandon, cuya empresa sí les dio un aviso sobre el empleo de la IA. “En gran parte se basa en el uso responsable de la herramienta, cosa que cualquier profesional medianamente serio puede cumplir sin problemas”, añade.
La inteligencia artificial ya ha dejado de ser un tabú para las empresas.
Un secreto a voces
¿Lo saben en la oficina?
Lejos de ser una práctica oculta, el uso de inteligencia artificial en el entorno laboral es algo conocido y aceptado por superiores y compañeros. Incluso, es en el propio entorno laboral donde se ha recomendado activamente su uso.
“Fueron mis propias superiores las que me recomendaron utilizarlas para agilizar mi trabajo”, reconoce Anisia. Esta práctica se repite en el caso de Morayma: “Entre compañeros y superiores nos solemos recomendar herramientas y sus aplicaciones para mejorar el trabajo del día a día”. Llega a ser hasta un “tema de conversación o intercambio de recursos entre compañeros”, comenta Daniel, quien asegura que existe un “interés creciente en cómo estas tecnologías pueden integrarse para optimizar el trabajo”.
“El entorno laboral es cada vez más receptivo a la IA como aliada”, resume Daniel, reflejando una tendencia palpable entre los profesionales que han dado el salto a la integración práctica. La inteligencia artificial, lejos de ser una amenaza, se perfila como una herramienta indispensable para afrontar los retos de productividad y adaptación en un mercado laboral en constante evolución. Pero su éxito dependerá, en gran medida, de la capacidad de empresas y trabajadores para manejarla con ética, transparencia y responsabilidad.



