En la década de 1950, cuando los ordenadores aún tenían tamaño de una habitación y la inteligencia artificial era un sueño abstracto al que apenas se acercaban los escritores de ciencia ficción, uno de los científicos más influyentes del siglo XX formuló una advertencia que hoy estamos viviendo.
“Nos estamos acercando a una singularidad esencial en la historia de la raza humana, más allá de la cual los asuntos humanos, tal como los conocemos, no podrían continuar”, escribió John von Neumann, matemático húngaro-estadounidense, en una conversación recogida por su compañero Stanislaw Ulam en 1958.
Von Neumann hablaba con razón de ser. Fue uno de los arquitectos del mundo moderno; el padre de la arquitectura informática que aún sustenta nuestros ordenadores. Además de colaborar en el Proyecto Manhattan, ser pionero de la teoría de juegos y uno de los primeros en anticipar las implicaciones profundas de la inteligencia artificial.
El matemático, ya hace más de setenta años, era capaz de ver que había mucho más detrás la técnica. Comprendía la historia, la política y el ritmo acelerado del cambio. Su advertencia sobre una “singularidad” no era apocalíptica, sino producto del análisis. Se dio cuenta de que en algún momento temprano pasaríamos por una especie de punto de inflexión —como ocurre en la Física— en el que las leyes conocidas dejan de tener validez. Un momento en el que la aceleración del progreso tecnológico haría imposible predecir lo que vendría después.

J. Robert Oppenheimer y John von Neumann en la inauguración de la computadora construida para el Instituto de Estudios Avanzados, 1952.
La idea de la singularidad tecnológica fue más tarde desarrollada por autores como Vernor Vinge y Nick Bostrom. Sin embargo, Von Neumann fue uno de los primeros en observar que la historia humana podría cambiar en algún momento no tan alejado.
De hecho, en sus últimos años, mientras la Guerra Fría amenazaba con una hecatombe nuclear, intuyó que el verdadero riesgo no estaba solo en las armas, sino en la velocidad misma del conocimiento. “La aceleración del progreso significa que las herramientas del mañana no pueden ser entendidas hoy con nuestras categorías presentes”, escribía Ulam al describir su pensamiento. Pero ¿se han cumplido ya sus profecías?
La amenaza de la IA
La singularidad ya está aquí
En 2025, hablar de singularidad es,cada vez más habitual. Las IA generativas como GPT-4 o Claude son capaces de escribir, razonar y aprender sin intervención humana directa. Los modelos multimodales de Google DeepMind y Anthropic ya advierten con algo que pronto nos afectará a todos. Y lo hacen a una escala y velocidad que se escapa del control humano.
De este modo, la gran pregunta ya no es si llegará la singularidad, sino si sabremos reconocerla. O peor aún: si ya la hemos cruzado y no nos hemos dado cuenta.
Von Neumann no vivió para ver Internet, los móviles o la inteligencia artificial generativa. Murió en 1957, consumido por un cáncer, con la inquietud de que la humanidad caminaba hacia un punto que escapaba a su comprensión. Pero su advertencia perdura como una brújula que señala algo más que el peligro: apunta a la necesidad de prepararnos para una era en la que la iniciativa humana podría dejar de ser el motor del cambio.