OpenAI, la compañía detrás de ChatGPT, se prepara para alcanzar un hito que podría marcar un antes y un después en la historia del capitalismo. Según informa The Guardian, la empresa negocia un acuerdo para que empleados actuales y antiguos vendan acciones por unos 6.000 millones de dólares. Esa operación situaría su valoración “en torno a los 500.000 millones de dólares”, lo que la convertiría en la empresa privada más valiosa del mundo, superando a SpaceX, valorada actualmente en unos 350.000 millones.
La trayectoria reciente de OpenAI es única en la historia de las empresas. En octubre de 2024, su valoración se estimaba en 157.000 millones. Apenas unos meses después, en marzo de este año, alcanzó los 300.000 millones tras una ronda de financiación liderada por SoftBank. Ahora, de cerrarse este nuevo movimiento, la compañía multiplicaría su valor en menos de un año.
El fenómeno se explica, sobre todo, por el éxito arrollador de ChatGPT. Desde su lanzamiento en noviembre de 2022, la aplicación se ha convertido en un producto de uso masivo, tanto para usuarios particulares como para empresas que contratan versiones adaptadas, como ChatGPT Enterprise.
A pesar de que su escalada fue bastante directa, ha sido en el último año cuando se ha convertido en una aplicación de uso generalizado que ha cambiado, incluso, la forma en la que entendemos el mundo. Sin embargo, desarrollar ChatGPT no es lo único que hacen en OpenAI.
El CEO de OpenAI, Sam Altman.
La empresa ha diversificado además sus líneas de negocio con modelos más potentes, acceso por suscripción y servicios integrados en otras plataformas, lo que ha impulsado su facturación. Reuters estima que los ingresos de la compañía podrían alcanzar los 12.000 millones de dólares en 2025 y que, a final de año, su ritmo anualizado se acerque a los 20.000 millones.
Sin embargo, no todo son cifras espectaculares. Desde Wired recuerdan que buena parte del valor que el mercado atribuye a OpenAI descansa en expectativas más que en resultados tangibles. “Hablamos de una valoración comparable a gigantes como Amazon o Apple, pero sin sus márgenes ni sus beneficios consolidados”, subraya el medio. Además, los analistas advierten de que la empresa mantiene un ritmo de gasto muy elevado, lo que en Silicon Valley se conoce como un burn rate difícil de sostener si no se mantiene el flujo de inversión.
Muchos inversores “están sobreexcitados” con la IA generativa; las expectativas corren el riesgo de inflarse más allá de lo razonable, en un escenario que recuerda a la 'burbuja puntocom'
La propia dirección de la compañía ha mostrado cierta cautela. Sam Altman, consejero delegado de OpenAI, advirtió recientemente del riesgo de una burbuja tecnológica en el sector de la inteligencia artificial. Según recogió el New York Post, Altman considera que muchos inversores “están sobreexcitados” con la IA generativa y que las expectativas corren el riesgo de inflarse más allá de lo razonable, en un escenario que recuerda a la burbuja puntocom de finales de los noventa.
El contraste entre la euforia de los inversores y las advertencias internas revela la encrucijada en la que se encuentra OpenAI. Por un lado, la empresa ha conseguido situar la inteligencia artificial en el centro de la conversación global y se ha convertido en sinónimo de un cambio de paradigma tecnológico. Por otro, la rapidez de su ascenso plantea preguntas sobre la sostenibilidad de su modelo y sobre si el mercado no está anticipando beneficios que tardarán años en consolidarse.
Sea como sea, lo cierto es que ChatGPT ha colocado a OpenAI en el centro de la historia social y empresarial del siglo XXI. Si logra alcanzar esa valoración de 500.000 millones de dólares, no solo habrá superado a SpaceX como la privada más valiosa, sino que habrá consolidado a la inteligencia artificial como el motor de la próxima gran transformación económica.


