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El capitalismo es el máximo enemigo de la IA: por qué la espiral de dinero entre OpenAI, Microsoft y Nvidia puede derivar en una gran burbuja económica

Inteligencia artificial

Microsoft, Nvidia, Oracle y OpenAI, entre otras, están tejiendo una red de inversiones y contratos que infla  ingresos y valoraciones, creando los cimientos de una posible burbuja

Incluso si nadie duda ya del revolucionario potencial de esta tecnología, el gran asunto ahora es si existe una demanda real para toda la inversión en curso

Sam Altman, CEO de OpenAI.

Kim Kyung-Hoon / Reuters

En septiembre de este año, Nvidia, el mayor fabricante de chips para IA, anunció que invertiría hasta 100.000 millones de dólares en OpenAI para financiar la construcción de centros de datos. A cambio, OpenAI se comprometía a equipar lar instalaciones con millones de GPUs de Nvidia, lo cual garantizaba compras futuras a Nvidia por una cifra más o menos similar. 

Entre los años 2019 y 2023, Microsoft invirtió primero 1.000 millones de dólares, y luego otros 10.000 millones más, en OpenAI, en una operación mediante la cual se hacía con el control del 49% de la empresa. El acuerdo implicaba que OpenAI usara en exclusiva la nube Azure de Microsoft para entrenar sus modelos. De hecho, parte de la inversión de Microsoft se otorgó en forma de créditos en la nube Azure, es decir, en capacidad de cómputo. 

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También en 2025, OpenAI anunció que contrataría servicios de computación en la nube de Oracle por un valor sin precedentes: 300.000 millones de dólares en cinco años, en lo que se conoce como proyecto Stargate. Por su parte, Oracle se comprometía a añadir 4,5 gigavatios de nueva capacidad de centro de datos para soportar la carga. ¿Su plan? Gastar decenas de miles de millones en la compra de GPUs de Nvidia para equipar sus centros. 

En esta espiral, el dinero invertido por una empresa suele generar ingresos en otra, lo cual produce una sensación de crecimiento exponencial, y hace que los tambores que anuncian una burbuja vuelvan a sonar. ¿Estamos asistiendo a un revival de la burbuja de las puntocom? En todo caso, esta hipótesis no significaría que la IA sea un bluff como tecnología (su explosión no necesariamente mitigaría la carrera de despidos que ya ha empezado), sino que las valoraciones disparatadas no se corresponden a una demanda real de usuarios. 

El director ejecutivo de NVIDIA, Jensen Huang, durante la presentación de un proyecto en Berlín, Alemania.

Reuters

La interdependencia que existe ya en este club exclusivo de la IA implica que si un eslabón de la cadena se quiebra (imaginemos, por ejemplo, que OpenAI no puede cumplir sus compromisos de pago), el efecto dominó será devastador. Jeff Bezos, fundador de Amazon, ha calificado el clima actual como “una especie de burbuja industrial”. Incluso el propio Sam Altman, CEO de OpenAI, ha reconocido la dualidad del momento: “¿Estamos sobreexcitados con la IA? Sí. ¿Es la IA lo más importante en mucho tiempo? También”. 

¿Cuáles son entonces los parecidos y diferencias entre el contexto actual y la burbuja de las puntocom? En aquel momento, muchas startups de Internet reportaban ingresos que venían de gastarse dinero unas en otras. Imaginemos que una startup compraba anuncios en el portal de otra startup, y viceversa, para lo cual usaban los fondos de capital riesgo recibidos. De esta forma engordaban sus ventas, que contribuyeron a valoraciones infladas hasta que el financiamiento se acabó. La diferencia hoy es que existe una compraventa de productos reales. 

¿Estamos sobreexcitados con la IA? Sí. ¿Es la IA lo más importante en mucho tiempo? También

Sam AltmanCEO de OpenAI

En un reciente estudio del MIT, académicos revelaban que el 95% de las iniciativas de IA generativa en empresas no estaban dando retorno a pesar de miles de millones gastados, que es algo que apuntaba a que la expectativa económica quizá está muy por encima de los resultados reales hasta ahora. En ese sentido, especialistas tecnológicos como David Siegel (cofundador de Two Sigma) alertan que la mezcla de entusiasmo y especulación está ocultando limitaciones técnicas de la IA actual, y que muchos proyectos podrían fracasar al no cumplir las expectativas milagrosas alimentadas por el hype financiero.

Entre las voces que defienden el actual curso de los acontecimientos está Lisa Su, CEO de AMD —otra de las nuevas compañías implicadas en el círculo—, que defendió su acuerdo con OpenAI y criticó a los pesimistas por “pensar en pequeño”. A su juicio, la IA está desatando un “superciclo” de una década que transformará industrias enteras (finanzas, salud, investigación…), insinuando que las ganancias futuras de eficiencia y nuevos productos serán tan enormes que las inversiones actuales parecerán modestas a largo plazo. 

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En esta narrativa optimista, los acuerdos circulares no serían un truco contable, sino una forma de apuntalar el ecosistema: todos ponen de su parte para construir la infraestructura y capacidades que de otra forma tardarían mucho más. 

La gran cuestión aquí no tiene que ver con la naturaleza revolucionaria de la IA, que nadie pone en duda, sino si el castillo de naipes financiero sobre el cual se está construyendo es capaz de soportar su propio peso.