El “suicidio digital” es un término que lleva años rondando los debates sobre salud mental y tecnología. La idea de borrarse todas las redes sociales e intentar desconectar lleva años siendo la comidilla de millones de personas y temas de conversación entre padres, hijos y amigos. Sin embargo, esto ahora empieza a adquirir una dimensión generacional preocupante.
En una encuesta reciente realizada en Reino Unido por el British Standards Institution, se ha revelado un dato estremecedor: el 47% de los jóvenes de entre 16 y 21 años desearía que Internet nunca se hubiera inventado. Y este no es el único dato preocupante que han dado.
De los 1.300 participantes en este rango de edad, el 68% afirmó sentirse peor después de pasar tiempo en redes sociales. Además, el 50% afirmó apoyar un “toque de queda general” para redes sociales, en el que se pueda limitar el tiempo que dedique la gente a este tipo de plataformas.
Los datos del British Standards Institution son evidenciadores de lo mucho que está afectando las redes sociales, internet y la sociedad digital a la salud mental de las futuras generaciones. Pero no es ni de lejos el único estudio que refleja algo así. Según los resultados recogidos por el Mental State of the World Report 2024, En Estados Unidos, el 55% de los adolescentes afirma que preferiría un mundo sin Internet. Y en Reino Unido alcanza el 60%.

Una joven mira el teléfono móvil en Barcelona.
“Que casi la mitad de los jóvenes prefieran crecer sin Internet debería ser una llamada de atención para todos”, explica Daisy Greenwell, cofundadora de Smart Phone Free Childhood. “Hemos creado un mundo donde es normal que los niños pasen horas al día en espacios digitales diseñados para mantenerlos enganchados”.
A pesar de que la principal crítica por parte de los sectores adultos a las nuevas generaciones es su dependencia absoluta de lo digital, estas estadísticas nos dicen lo contrario: los jóvenes se ven obligados a estar conectados, pero no solo identifican los peligros que esto comporta, sino que los viven en sus propias carnes y preferirían vivir desconectados.
En un momento en el que la sociedad no para de crecer hacia la dependencia digital (lo vimos claramente durante el apagón en España), los más jóvenes nos lanzan una advertencia. Pero ¿lo tendremos en cuenta o seguiremos creciendo sin control? Por desgracia, parecemos abocados hacia lo segundo.