“A veces estoy de mal humor, o muy triste, y entonces me llega una notificación en el móvil que me dice que está a punto de empezar mi próxima regla. Entonces me tranquilizo un poco: entiendo que está siendo un momento hormonal complicado”. Estas son palabras de Marta P., una joven usuaria de Maya, aplicación de seguimiento de ciclo menstrual. Como ella, cada vez son más las mujeres que confían en aplicaciones que organizan y regulan el ciclo hormonal femenino.
Las apps de móvil que sirven para este propósito se han ido haciendo poco a poco un hueco en el día de muchas mujeres: algunas, como Clue, Flo o Maya contaron con más de 250 millones de descargas en el año 2024, tanto en Android como en iOS. Su popularidad se debe a que estas utilidades ofrecen la posibilidad de seguir los ciclos según suceden. No solo para señalarnos cuándo ocurrirá la siguiente menstruación, sino también para ofrecer información sobre la ovulación o los posibles síntomas que podríamos tener en cada día.
Entre mensajes de WhatsApp y correos electrónicos, estas aplicaciones nos mandan notificaciones para avisarnos de que el siguiente período está a punto de llegar. Que tal vez nos sintamos cansadas debido a un pico de hormonas. O que nos encontramos en un día particularmente apropiado para realizar ejercicio.
Pero, para su correcto funcionamiento, estas aplicaciones piden una cantidad bastante notable de datos sobre emociones y percepciones corporales de la mujer. Preguntan por temperatura corporal, nivel de ejercicio realizado, emociones sentidas o estado de la líbido para hacer una estimación sobre los procesos reproductivos de la usuaria. Y, con el tiempo, han surgido bastantes preocupaciones sobre qué pueden hacer las empresas con estos datos y cómo esto puede repercutir sobre quienes las utilizan. “Nunca me había preocupado los datos que doy a la app. Pero, pensándolo bien, no querría que nadie supiera tanto sobre mí”, aclara Marta.

Las apps menstruales pueden facilitarte la vida, pero ponen en riesgo tus datos más sensibles.
Las usuarias subestiman enormemente el valor económico de los datos que entregan a empresas que operan con fines de lucro en un entorno prácticamente sin regulación
Ahora, la conversación que ha habido al respecto de los riesgos de las aplicaciones menstruales en los últimos años parece haberse solidificado a través de un reciente estudio realizado por la Universidad de Cambridge. La investigación señala que el área no está lo suficientemente regulada a nivel legal, y que los datos recopilados sobre las usuarias pueden llegar a utilizarse con fines de acoso laboral o discriminación. La autora de la investigación, la socióloga Stefanie Felsberger, explica que, normalmente, “las usuarias subestiman enormemente el valor económico de los datos que entregan a empresas que operan con fines de lucro en un entorno prácticamente sin regulación”.
El uso más común de estos datos, según afirma Felsberger, es mostrar publicidad específica a las usuarias según el momento del ciclo en el que se encuentran. La estimación del estudio es que estos datos podrían valer, para las empresas, alrededor de un 200% más que los datos de género, edad y ubicación, por ejemplo. Así, las aplicaciones compartirían esta información con empresas como Google o Facebook, y los sitios web los aprovecharían para mostrar, por ejemplo, publicidad de marcas cosméticas en las fases del ciclo en las que hay mayor concentración de estrógenos. En varios estudios realizados entre los años 2018 y 2019, se demostró que el 61% de un total de 36 aplicaciones probadas transferían los datos introducidos en ellas directamente a Facebook cada vez que la usuaria abría la aplicación.
Una vez que venden los datos a terceros, resulta imposible desde España rastrear y cancelar esa información en todas las entidades que la han adquirido
Este tipo de utilidades forman parte de una industria cada vez más lucrativa: el femtech, el área de la tecnología dedicada a desarrollar servicios y aplicaciones relacionadas con la salud de la mujer. Se proyecta que esta industria podría generar alrededor de 50 mil millones de dólares para el año 2025. Y las aplicaciones de seguimiento menstrual suponen alrededor de la mitad de estos ingresos.
Algunas de estas aplicaciones, de hecho, ya se han enfrentado a consecuencias legales a causa de este mal uso de los datos. La app Flo, que cuenta con más de 150 millones de usuarias, fue investigada por la Comisión Federal de Comercio por infringir su compromiso de proteger los datos que se almacenaban en la aplicación y, en lugar de eso, vendérselos a empresas de terceros. La aplicación Ovia también fue investigada por sospechas de compartir información privada, como la ubicación o la situación económica de sus usuarias, con distintas multinacionales.

Maya es de las apps más utilizadas.
El debate y la preocupación respecto al uso que las aplicaciones de seguimiento menstrual hacen de los datos de las usuarias llegó a su punto álgido el año pasado en Estados Unidos. Después de que el Tribunal Supremo de este país anunciase, en el año 2022, la intención de anular la histórica sentencia Roe v. Wade, del año 1973, que sirvió para legalizar el aborto en el país, muchas estadounidenses temieron que los datos introducidos en esta aplicación pudiesen llevarlas incluso a la cárcel.
Estados como Oklahoma tienen legislaciones que prohíben explícitamente no solo la interrupción del embarazo, sino que también contemplan imponer castigos a quienes ayuden a otras mujeres a abortar o a las mujeres que aborten, por ejemplo, trasladándose a otros lugares o Estados en los que el aborto sí fuese real. El miedo es que estas aplicaciones compartan datos con el gobierno que permita saber, a través de la ausencia de ciclo o de períodos de irregularidad en éste, que una mujer se ha sometido a uno de estos procedimientos.
Aunque sobre el papel, en Europa, las empresas no deberían tener permitido compartir o vender estos datos privados, la realidad es algo más compleja. Paloma Llaneza, abogada y experta en ciberseguridad, explica que “En España, aunque el RGPD nos protege formalmente, la realidad es más compleja. La mayoría de estas aplicaciones están desarrolladas por empresas estadounidenses que, en la práctica, solo cumplen formalmente con la normativa europea. Una vez que venden los datos a terceros, resulta imposible desde España rastrear y cancelar esa información en todas las entidades que la han adquirido.”
Es decir: incluso si en principio la legislación ampara a las usuarias, en la práctica es complicado comprobar qué sucede realmente con la información que se almacena en estas apps. Llaneza también advierte que borrar las aplicaciones podría no ser una solución: “algunas aplicaciones mantienen copias de contenido indefinidamente incluso después de cancelar la cuenta. Y, aunque formalmente deben cumplir con las solicitudes de eliminación, la supervisión real es limitada.” En definitiva: que los riesgos siempre superan a los posibles beneficios.

Paloma Llaneza, abogada y experta en ciberseguridad.
El estudio, no obstante, señala que el mal uso de estos datos podría tener consecuencias todavía más graves. “Estas aplicaciones contienen información que podría usarse para asociar a la usuaria con enfermedades que tienen que ver con ciclos menstruales irregulares, como el Síndrome del Ovario Poliquístico”, aclara. La investigadora muestra preocupación por el hecho de que esto pudiese hacer, por ejemplo, que las empresas evitasen contratar a mujeres basándose en este tipo de historiales.
Siendo o no conscientes de los riesgos, muchas mujeres siguen utilizando estas aplicaciones con frecuencia. Sara C. S., una joven de 28 años, intenta no pensar en ello. “Sé que podrían filtrarse mis datos o que la aplicación podría usarlos para venderlos… pero aun así, me genera mucha tranquilidad usarla. Siempre he tenido ciclos irregulares, y la aplicación me ayuda a entender mejor mi cuerpo, así que aunque haya problemas, creo que me merece la pena”.
Me aparecen muchos anuncios de maquillaje en los días anteriores a la menstruación, cuando estoy más insegura sobre mi aspecto. Me siento hinchada y me salen granos, e Instagram me enseña tónicos de tratamiento facial o bases de maquillaje… Pensaba que me lo estaba imaginando
Otra usuaria, Verónica G., nos reconoce que no sabía los riesgos. “Es verdad que he notado que me aparecen muchos anuncios de maquillaje en los días anteriores a la menstruación, cuando estoy más insegura sobre mi aspecto. Me siento hinchada y me salen granos, e Instagram me enseña tónicos de tratamiento facial o bases de maquillaje… Pensaba que me lo estaba imaginando.”
Aún con todo, lo que es innegable es que estas aplicaciones ofrecen un servicio útil para sus usuarias. Entonces, ¿cuál es la alternativa? Llaneza asegura que las opciones más tradicionales son las únicas que nos garantizan protección: “calendarios físicos, libretas o documentos en dispositivos personales sin sincronización en la nube, especialmente si esa nube está gestionada por empresas no europeas.”
Otras posibles soluciones serían, por ejemplo, que los Ministerios y Organizaciones de Salud controladas por cada Estado fuesen quienes desarrollasen e impulsasen aplicaciones propìas para este tipo de funciones. Llaneza explica que “Una aplicación desarrollada por el Sistema Nacional de Salud presentaría ventajas significativas desde la perspectiva de protección de datos: estaría plenamente sujeta a la supervisión de la Agencia Española de Protección de Datos.
Las garantías legales serían más sólidas: los datos de salud tienen protección especial en España, y una aplicación pública estaría sujeta a la Ley de Transparencia y a mayor escrutinio parlamentario. Además, no existirían incentivos comerciales para monetizar los datos.
Sin embargo, sigue habiendo algunos problemas posibles: en determinados contextos, que el Estado dispusiese de estos datos podría no ser beneficioso, especialmente si la situación política cambiase o se produjesen filtraciones. “La implementación exitosa requeriría garantías técnicas robustas, supervisión parlamentaria continua y salvaguardas constitucionales que trasciendan los cambios de gobierno.”