Elon Musk cuenta con todo tipo de frentes abiertos. Desde la IA de Grok hasta el automovilismo eléctrico de Tesla, pasando por el futuro cerebral de Neuralink, el CEO millonario trabaja intensamente por definir las reglas del futuro. Sin embargo, su proyecto más ambicioso (y el que parece que más le ilusiona) es SpaceX.
“Cada nuevo vuelo nos acerca más a hacer a la humanidad multiplanetaria”, definía en un evento de SpaceX. Su misión es clara: hacer que la sociedad llegue a otros planetas y pueda habitarlos. Y aunque aún parece un reto lejano, sin duda parece dispuesto a conseguirlo.
Ahora, Musk avanza hacia 2026 con un objetivo temprano en mente: hacer que Starship alcance vuelos orbitales plenamente funcionales, renovando sus escudos térmicos para demostrar que estas naves pueden ser las que nos lleven, más pronto que tarde, a Marte y más allá.
Desde su fundación, SpaceX ha perseguido la meta de hacer de la humanidad una especie multiplanetaria, y cada prueba —cada lanzamiento, cada error corregido— cobra sentido en ese marco mayor. Y aunque 2025 ha servido para que se llegue el sueño de Starship se haga realidad, hay que recordar lo que dijo Musk hace dos años: “Starship es el cohete más complejo jamás construido”, y por tanto parece quedar mucho para llegar a lo que promete.
La Starship inicia el despegue desde la Starbase de Texas de SpaceX
La ruta hasta ese futuro no está siendo nada sencilla. Los primeros prototipos se convirtieron en bolas de fuego ante los ojos del público. SpaceX abrazó el fracaso como método: volar, fallar y mejorar a gran velocidad. Por fin, el décimo vuelo, con un amerizaje preciso en el Golfo de México, mostró cuánto ha avanzado la nave en apenas unos años. Pero también dejó claro cuál es su mayor enemigo: el calor extremo del reingreso atmosférico.
La próxima generación, conocida como Starship V3, incorporará mejoras en los motores Raptor y en el escudo térmico. El objetivo es que para 2026 el sistema no solo logre vuelos orbitales completos, sino que también ensaye una tecnología aún más ambiciosa: el reabastecimiento de combustible en el espacio. Este paso es esencial para llegar a la Luna con grandes cargas y, en un futuro, emprender misiones a Marte.
El administrador de la NASA, Bill Nelson, sabe que 2026 será clave: “El éxito de Artemis depende en gran medida de Starship”. Nunca antes la agencia había confiado tanto en un actor privado para una misión de esta envergadura. Pero la cultura de “probar y fallar rápido” aún genera incomodidad.


