Es el color de las mallas de 130 euros que venden en Lululemon y el color de los estudios, que no gimnasios, en los que se llevan esas mallas para hacer ejercicios de barre o hot core. Es también el color que domina en los nuevos Zara Home y en general el tono que se aplica a las cadenas de tiendas que antes se consideraban baratas y ahora no solo son más caras sino que además lo parecen. El color de los talleres de cerámica para experiencias, de los champús sólidos que se supone que no estropean el pelo, pero tampoco hacen espuma, de los vasos en los cafés de especialidad y también un color que alguien razonable elegiría para invertir en un jersey con más cachemir que merino en la etiqueta, porque si va a durar que parezca dinero viejo.
Desde el año 2000, Pantone, una empresa rodeada de cierto halo de misterio (encargarse de nombrar y guardar los colores parece algo como de cuento semidistópico más que de una corporación global), revela cada diciembre el tono que, según dicen, va a marcar el año siguiente. Se estrenaron justo en el cambio de milenio con el azul cerúleo que se hizo famoso en El diablo viste de Prada y desde entonces el ejercicio de marketing ha adquirido niveles de eficiencia poco vistos. En el 2023 incluso se montó una exposición en Miami tipo experiencia inmersiva –por supuesto– para vender el color de ese año, que era el magenta. Ahora el anuncio viene acompañado de colaboraciones con empresas e implica lanzar un té, una serie de cacharros para la casa, un móvil, velas aromáticas y hasta un taco de post-its del color escogido, que este año es el llamado mocha mousse, un marrón claro muy pretencioso que remite a los sofás caros, a los pintalabios en tres pasos que lanzan las influencers y a los espacios (sobre)diseñados para que en ellos nunca nadie levante la voz.
La elección del ‘mocha mousse’ constata una realidad más que aventurar un futuro
La elección tiene un punto de reaccionario y poco audaz, constata una realidad más que aventurar un futuro. En TikTok ya hace años que se parodia a las llamadas sad beige moms, que se dedican a cubrir con espray color galleta los juguetes rojos, verdes y amarillos de sus hijos para que no desentonen con sus alfombras. Claro que el año pasado Pantone nos dijo que el 2024 sería de color melocotón, suave y gustoso como un Bellini, y pocos lo han visto. Así que toca aburrirse en tonos turrón.

