El islamófobo asesino

EL PATIO DIGITAL

Que una buena red de amigos mejora la calidad y hasta la esperanza de vida -además de ayudar a dejar de fumar- es una conclusión unánime desde hace décadas para científicos de Utah, coaches de estar por casa y antropólogos. Si la red es digital, la esperanza es relativa y la vida se torna distópica. El atentado del viernes en el mercado de Navidad de Magdeburgo, no solo ha causado cinco muertos y centenares de heridos. El coche conducido por Taleb al Abdulmohsen se llevó por delante las esperanzas de sus víctimas y abrió paso a sentencias amorales alimentadas por Elon Musk y su algoritmo. 

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Taleb Jauad al Abdulmohsen, el detenido por el ataque en el mercadillo navideño de Magdeburgo

AFP

El perfil del autor del atentado es desconcertante y pone de evidencia que cualquiera, quizás no cualquiera, pero sí un psicólogo psicópata, es capaz de la peor monstruosidad. El supuesto atentado yihadista en Alemania con cinco atacantes, explosivos y hasta 34 muertos, según perfiles ultras de X, resultó ser la actuación de un lobo solitario de origen saudí, islamófobo, seguidor de AfD -la ultraderecha germana-, contrario a la acogida de refugiados y fan del propietario de X.

No hubo mensajes de unidad política en solidaridad con las víctimas. En plena campaña electoral alemana, lo que buscan los perfiles ultras es el rédito de la desgracia, aunque los tuits del homicida desmontan la estrategia predeterminada y obliga a apuntalar las habituales fakes en nuevas realidades alternativas. 

Viktor Orbán, Geert Wilders... Musk se pone al frente de la desinformación con su habitual y peligroso “no creáis a los medios tradicionales”. Horas antes del atentado había manifestado su apoyo a los ultras alemanes: “Los partidos políticos tradicionales en Alemania han fallado completamente al pueblo. AfD es la única esperanza para Alemania”. No tiene  límites para la manipulación. 

El algoritmo hace brotar la frase “Hitler tenía razón”

“X (Twitter) también atropellada simbólicamente en Magdeburgo”, acierta Ántoni Daimiel (@adaimiel.bsky.social). Se distribuye masivamente que “el árabe que protagonizó un atentado en Alemania gritó Allahu akbar antes de ser detenido. Los medios generalistas han orquestado una campaña sin precedentes para vincularle con AfD y frenar su ascenso electoral”. Pero resulta que “dice alles klar que significa “de acuerdo” cuando le dicen que se tire al suelo”, se replica al otro lado. 

X (Twitter) también atropellada simbólicamente en Magdeburgo. El delirio de las informaciones y los trending de ayer justo después del atentado y el perfil suspendido del terrorista fundamentan la deriva.

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— Ántoni Daimiel (@adaimiel.bsky.social) 21 de diciembre de 2024, 13:56

Se comparten imágenes de celebraciones de refugiados sirios por la caída de Bashar al Asad como si fueran festejos islamistas por el atentado en el mercado, y la imagen de un pícnic en Argelia acaba reubicado en la colorida localidad de Bamberg (Baviera) como ejemplo de una falsa invasión musulmana. El algoritmo hace brotar la frase “Hitler tenía razón” en una, dos, tres cuentas...

El relato se sofistica hasta el punto de sostener que es el detenido quien desinforma con intención criminal al confesar su predilección por la AfD o Musk. “Es la práctica de Taqqiye, una doctrina islámica que permite la mentira y el engaño para avanzar en objetivos islamistas”. En realidad, sostiene un perfil retuiteado por Musk, “es un musulmán chií radical, como lo demuestra su nombre y filtraciones de sus chats que circulan en plataformas en árabe como X”. 

De X a X, juez y parte. El círculo se cierra. Por el camino, no solo se ha quedado la información veraz sobre la investigación policial, que necesariamente avanza más lenta que las sentencias digitales. No todas las redes de amigos aumentan la calidad de vida. Algunas también matan los esfuerzos de acogida e integración de la mayoría y socavan la confianza de todos. 

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