Suele suceder. Las semanas más tristes del año son las primeras. Justo después del festival de luces, de carrozas, de reyes legendarios, Papás Noel de todas las tradiciones y colores. Llega enero y sentimos un vacío complicado de sobrellevar. Volver a la rutina, con las expectativas tan altas como nuestros nuevos propósitos y la nostalgia de un año que, bueno o malo, se ha marchado para siempre.
El tiempo no se recupera, avanza sin retorno. El mundo parece que tampoco, sino que empeora con la amenaza de nuevos virus, las guerras activas y líderes como Trump o Putin avivando el caldero de los conflictos. Enero nos cuesta, y mucho más la primera semana. De poco nos sirven incentivos como las rebajas o la vuelta, para los valientes, al gimnasio.
Enero es tiempo de charlar con nuestros sueños y reparar el botón de la esperanza
Es la semana de la resaca o del reinicio donde el frío acaricia nuestros pasos algo pesados tras copiosas comidas e intensos encuentros. Es el vacío de enero. Un enorme vértigo indescriptible que nubla nuestras emociones durante unos días en los que nos sentimos más extraños que nuestros. Es un llamamiento a la reflexión, a la introspección porque el lienzo vuelve a estar en blanco y hay que proveerlo de nuevos colores, de sueños, de vivencias…

El vértigo de enero, con el apagón de luces y unas finanzas más que primarias tras el exceso navideño. Cada año nos sucede, cada año la misma sensación de vuelo sobre la nada. Es la emoción y la tragedia del final y del comienzo. De haber subido hasta lo más alto y tener que bajar para tocar tierra. Acariciar la áspera realidad de volver a los despachos, a los atascos y a un invierno que llega con las urgencias colapsadas. Ni siquiera el NUEVAYol de Bad Bunny nos quita de lamentos, perezas y la obligación de ponerse en marcha.
Es tiempo de encender los calderos y proveernos de caldos de pollo reparadores. De charlar con nuestros sueños y reparar el botón de la esperanza. El 2025 ha comenzado, el año en que se cumple medio siglo de la muerte de Franco. Rindámonos a lo nuevo, lo inesperado y vivamos con la intensidad que se merece lo desconocido. Esta semana nueva pasará, como el 2025. Y sin darnos cuenta volveremos a estar en la rueda de la repetición cíclica de lamentos, sueños y esperanza. Todo llega y todo pasa, o eso dicen los más azagados.