Tres minutos y 21 golpes concentrados en la cabeza fueron suficientes para terminar con su vida. La de Samuel Luiz, de 24 años, la madrugada del 3 de julio del 2021, en A Coruña. Más de tres años después, hemos conocido la sentencia de un juicio que ha durado un mes y por el que han pasado decenas de testigos, peritos y técnicos. El jurado popular, tras cinco días deliberando, la más larga espera de una deliberación en Galicia, considera culpables de asesinato con alevosía a tres acusados, otro cómplice de asesinato y absuelve a la única chica, pareja de uno de los asesinos. La absolución ha causado revuelo en redes porque, al parecer, ella no intervino, ni para paliar ni para ensalzar la paliza. No existe sentencia perfecta, como tampoco alivio perfecto para la familia de Samuel, pero lo importante es que el jurado haya manifestado la alevosía.

Este es un crimen con tintes, sin lugar a dudas, homófobo. Gritar “maricón de mierda” mientras golpeas no podía haber pasado por alto. El jurado no lo ha hecho, y valga esta sentencia para reconfirmar que la violencia por homofobia sigue existiendo y debemos seguir combatiendo contra ella. La discriminación persiste, y es labor de todos seguir labrando consciencia para evitar otro asesinato como el de Samuel. Nadie puede devolverle la vida. Nadie puede echar atrás esa noche maldita, pero existen otros posibles chicos y chicas que podrían ser víctimas de agresiones letales o menores por su condición sexual.
El jurado no ha pasado por alto el gritar “maricón de mierda” mientras golpeas
Tres minutos, 180 segundos fueron suficientes para segar una vida que tenía todo un futuro por delante. Estoy convencida de que su familia habrá pensado en la eternidad de ese tiempo y la posibilidad de haberle dado la vuelta a todo de no ser por ese cruce de acontecimientos. No hay que silenciar ni la violencia de ninguna clase ni la homofobia. Hay que combatirla, no tolerarla, no asumirla, no permitirla. Ni una mala mirada, ni un mal comentario, ni un insulto, ni una bofetada, ni nada que se le parezca. Como ciudadanos, debemos unirnos y no labrar ningún tipo de justificación para vejaciones menores porque son como las cerillas de un fuego que, como aquella madrugada del 2021 en A Coruña, terminó con la vida de Samuel. Para frenar la violencia, no esperemos ni un segundo. ¡Denunciemos!