Mientras Europa mira entre expectante y consternada a Washington, el reducto que aún llamamos coloquialmente Twitter Catalunya ha andado algo excitado estos días departiendo sobre sus abuelos y abuelas, en un debate que, no podía ser de otra manera, se estableció por los cauces de las consignas, la acritud, la mala leche y algunos oasis —¡aún quedan!— de racionalidad y buenas maneras. No hay mejor resumen que el de @Petrchamps: “Nos comen los nazis y algunos discutiendo a ver quién tenía el abuelo más pobre” (Bueno, el usuario en cuestión no dice “algunos”, sino que utiliza otra expresión, pero en esta tribuna evitamos los insultos innecesarios).
Todo vino del discurso que el guionista de la galardonada Casa en flames, Eduard Sola, pronunció en la pasada gala de los premios Gaudí del cine catalán. Hay que suponer que Sola quiso poner en valor que él ha podido obtener un reconocimiento social por su habilidad escribiendo en contraste con el devenir de su abuelo analfabeto, que vino de Andalucía a Catalunya para ganarse el pan. También hay que suponer que lo que alborotó el gallinero fue que pronunciara las palabras malditas: “Orgullo charnego”.

Eduard Sola recibe el premio al Mejor Guión Original, durante la XVII edición de los premios Gaudí de la Acadèmia del Cinema Català
Ay lo que ha dicho. Una cosa queda clara: hablar de charnegos en Catalunya, y más en tono reivindicativo, todavía levanta ampollas. Uno recuerda su juventud y el debate parecía enterrado merced a aquel eslogan pujoliano —y que más o menos suscitaba amplios consensos— de que era catalán el que vivía y trabajaba en Catalunya. “Y el que quiere serlo”, añadían algunos. Pero el procés y el postprocés han abierto en canal los traumas colectivos sin administración de analgésicos alguna, y las redes sociales, autoproclamadas patria de las guerras culturales, son el foro ideal para el exorcismo soflamado. Ni idea de si, como se ha dicho, existe una herida que supura, pero, a juzgar por la discusión en la red, la carpeta de los orígenes en Catalunya se ha cerrado de aquella manera.
El asunto comenzó con rechazos al discurso charneguista de Sola, al que acusaron, en los casos más razonados, de enfatizar más el origen que la clase social de sus antecesores. Lo expresa Carlos Linares como sigue: “Reconozco que es un discurso potente, pero me parecería más adecuado hacerlo en base a una cuestión de clase, no de origen”. Otros también subrayaban el absurdo de seguir hablando de charnegos frente a aquello de los ocho apellidos, teniendo en cuenta que en Catalunya una mayoría puede presumir de orígenes bastardos en como mínimo uno de los cuatro yayos.
Hablar de charnegos en Catalunya levanta ampollas: el debate en redes pronto se convirtió en un concurso de quién tuvo los yayos más miserables
Pero pronto la cosa derivó en una estrambótica competición en la que cuentas reconocibles y anónimas (!) sacaban a relucir sus abuelos y sus respectivas evoluciones familiares. Y la Loto Orígenes ha salido muy repartida. Un recuento sucinto y para nada científico nos dibuja mucho antepasado almeriense y jiennense, también bastantes gallegos y algún que otro murciano o aragonés. Y, por supuesto, aparecieron igualmente un buen puñado de labradores u obreros del textil nacidos en Catalunya, tan pobres, currantes y analfabetos como sus contemporáneos migrados. Llantos en blanco y negro. Conclusión: este país fue muy miserable hasta no hace tanto. ¡Anda! ¿Será eso un consenso?
Como siempre cuando el tema se vuelve obtuso, vienen los cómicos para desengrasar. Benditos ellos, que hacen de la red un lugar todavía habitable. “Mis abuelos vinieron de Andalucía pero no encontraron parking y se volvieron”, asegura @SrJimvill. O @succeDani, que directamente deja claro que sus abuelos “eran unos cabrones”. Por su parte, a la también guionista Júlia Cot (@cot_julia) se le ocurre una magnífica idea para monetizar el debate: “El concurso este para ver el abuelo de quien era el más desgraciado, pienso que podría ser un gran formato para TV3”. Y aparecen también los que quieren zanjar el tema. “No pienso echaros en cara a los abuelos. ¡A ver si esto es asunto de nadie!”, proclama la mediática cocinera Maria Nicolau (@MAlbercocs). “Estáis todos muy pesados con vuestras mierdas”, espeta el actor Biel Duran (@bielduran). Pues eso.
Este miércoles el tema aún coleaba. Y se mezcló inesperadamente con un bonus track que también echa la vista atrás. La televisión pública catalana difundía hace poco la típica encuesta a pie de calle a jóvenes en las que se les preguntaba qué saben sobre Francisco Franco. El dictador, aclaremos. Y es que las respuestas parecen dar la razón a los promotores de la conmemoración de la muerte del personaje, porque la bisoña ignorancia que exhibieron los zagales es francamente reseñable. Más allá de si la muestra es significativa o no, X se escandalizó: algunos señalaron a la educación “por proyectos” y otros apuntaron a un “grave problema” con la memoria histórica. El pasado todavía escuece.