Una tensión innecesaria

Una tensión innecesaria
Director de La Vanguardia

Como no podía ser de otra manera, habrá acuerdo final entre el Gobierno y Junts para aprobar los puntos más sensibles del decreto ómnibus, tal y como hemos venido explicando estos días. Aunque Pedro Sánchez vendió el acuerdo como un gran éxito negociador, lo inexplicable es que se hubiera llegado a esta situación. Muy pocas cosas han cambiado en estos días para pasar del desacuerdo al pacto: el Ejecutivo acepta tramitar la cuestión de confianza –pero no la ejecutará–, y Junts dice que ha logrado incluir un nuevo sistema de avales para garantizar el pago de rentas del alquiler que pudieran ser impagadas. Al final, lo más importante es que se mejoran las pensiones, se aplicarán las rebajas en el transporte público y se aprobarán las ayudas a los damnificados de la dana. Lo contrario era el suicidio político de todos.

De hecho, el feliz desenlace no esconde la mala imagen dada por unos y otros, que es terreno abonado para toda clase de populismos. Muchos ciudadanos se han sentido estos días molestos y desconcertados mientras Gobierno y oposición se enzarzaban en un cruce de acusaciones para ganar la batalla del relato. Consciente de ello, Sánchez trató de darle la vuelta a la situación y aseguró que “el ruido de la democracia es mejor que el silencio de la autocracia”. A pesar de su gran habilidad para buscar lecturas positivas a los contratiempos más críticos, cuesta de defender que el Consejo de Ministros no se hiciera a su hora y se retrasara para poder cerrar el acuerdo con Junts. Hay un exceso de improvisación en el devenir de la legislatura, por muy difícil que sea conjugar tantos intereses de tantos socios diferentes.

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El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en una rueda de prensa en la Moncloa

Dani Duch

A Sánchez lo que le salva realmente es la situación económica del país. Mientras España crezca como lo está haciendo y pueda aportar datos como los de ayer del paro –hay que retroceder 16 años para encontrar una tasa de desempleo más baja–, el líder socialista puede sacar pecho y felicitarse por su gestión. Sánchez dice que todo le cuesta mucho y que lo hace “sudando la camiseta”. De eso no hay ninguna duda. En todo caso, de lo que se trata es de buscar la manera de gobernar sin que se produzcan tantas tensiones innecesarias.

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