Medio año después de asumir la presidencia de la Generalitat, Salvador Illa convocó ayer a una escogida representación de la sociedad política y económica catalana en el paraninfo de la barcelonesa Escola Industrial, para anunciar un plan de acción económica destinado al próximo quinquenio, que debería comportar la movilización de recursos por un total de 18.500 millones de euros. El objetivo de dicho plan, presentado bajo el lema“Catalunya lidera”, es particularmente ambicioso puesto que persigue la revitalización del tejido económico catalán y la recuperación para nuestra comunidad de su histórico liderazgo, que le arrebató Madrid en el 2017, año crítico del procés , y que desde entonces sigue en poder de la capital. Así lo atestiguan las cifras del año 2023, cuando el peso de Catalunya en la generación del producto interior bruto español se situó en el 18,8%, mientras que el de Madrid lo superaba en casi un punto, colocándose en el 19,6%. Illa adquirió ayer el compromiso de que el sorpasso catalán respecto a Madrid sea una realidad en el plazo de diez años, aunque no descartó que se materializara dentro de cinco.
Según especificó el president, sin entrar en muchos más detalles, los ámbitos receptores de inversiones serán cinco, y el de infraestructuras se lleva la partida más cuantiosa (6.500 millones), los ámbitos de modernización productiva y de igualdad reciben 5.000 millones cada uno, y 1.924 el de crecimiento e innovación, además de 76 millones el centrado en las medidas de buen gobierno.
El president presenta su plan para devolver en diez años a Catalunya el liderazgo que tiene Madrid
Estos ámbitos de actuación nos parecen pertinentes, tanto por separado como en su conjunto, pues ilustran la voluntad del Govern de pasar página de los años del procés –los “años perdidos”, según los denomina Illa–, para centrarse en la gestión y el impulso de la economía catalana, al objeto de recuperar el orgullo de la comunidad y, sobre todo, mejorar sus niveles de competitividad y de vida. Con un matiz importante: se trata de hacerlo con criterio inclusivo, tratando de que la mejora, lejos de ser insolidaria o discriminatoria, beneficie al máximo de ciudadanos, en lo que supone marcar claras diferencias de criterio con una comunidad como la madrileña, donde imperan las políticas neoliberales y una tributación a la baja que favorece la captación de capitales foráneos atraídos por una legislación y una fiscalidad especiales que está perjudicando al resto de comunidades.
Lo primero que cabe señalar tras el acto de ayer es que el presidente Illa ha tenido el coraje de concretar en público su ambición y, además, de ponerle fecha de cumplimiento. Las promesas políticas eluden a menudo este detalle, sin el cual pierden buena parte de su credibilidad. Lo segundo reseñable es que lo hizo en un foro ciudadano cargado de significado y ante una audiencia de primer nivel económico, en la que no faltaron dos de los ejecutivos catalanes actualmente en el candelero, como son Josep Oliu, presidente del Banc Sabadell, entidad que acaba de anunciar el retorno de su sede a Catalunya, o Marc Murtra, recientemente elegido presidente de Telefónica en una coyuntura clave para dicha compañía.
Las inversiones anunciadas ayer ascienden a un total de 18.500 millones de euros
Dicho lo cual, la valentía de Illa al efectuar este anuncio no puede interpretarse como un seguro definitivo de su éxito. La situación económica, sin ser mala, tampoco es óptima, y las urgencias que el erario debe atender son muchas. Además, el Govern afronta el año en curso en minoría y sin presupuestos ni grandes esperanzas de tenerlos, después de que ERC renunciara días atrás a seguir negociándolos, lo que le aboca a usar mecanismos alternativos.
Illa dijo ayer que serían la Generalitat y el Institut Català de Finances los que aportarían los fondos necesarios para dotar el plan “Catalunya lidera”. Pero no es menos cierto que el president deberá negociar con Pedro Sánchez, su correligionario y homólogo del Gobierno español, para que respalde económica y políticamente sus proyectos. La relación entre ambos es buena, y los frutos obtenidos de la pacificación de la escena política catalana han sido rentables para todos. Pero está todavía por ver en cuánto se podrá cifrar finalmente la ayuda de un Gobierno con tendencia a demorar o no ejecutar sus inversiones en Catalunya. Son, pues, diversas las incógnitas que quedan todavía por despejar, aunque la intención del presidente de la Generalitat está en línea con el deseo de cuantos aspiran a un nuevo florecimiento de Catalunya. También con su afán por demostrar que Catalunya puede ser próspera dentro de España.