Cuando tenía siete años me operaron de las amígdalas y, como incentivo, mis padres me prometieron que me iban a regalar un balón de fútbol de los de verdad, que entonces llamábamos “de reglamento”. Aquella pelota era un tesoro, hasta tal punto que una vez que con mis compañeros del colegio disputamos una pachanga en el patio y me señalaron un penalti que no era, decidí acabar el partido, llevándome el balón. No me siento nada orgulloso de mi reacción, pero lo he vuelto a recordar con sonrojo escuchando al locutor de Real Madrid Televisión que, cuando el árbitro César Soto Grado señaló la pena máxima a instancia del VAR por un pisotón de Tchouaméni a Lino, el periodista de la televisión del club blanco empezó a gritar: “Yo me iría del campo, es una vergüenza. Esta es la mugrienta Liga de Negreira”.

Momento en que Soto Grado pita el penalti
Es un desatino que en la televisión oficial de la entidad se inste a irse a los jugadores del partido. Pero es que pocas horas más tarde, el Adana Demirspor, colista de la Liga turca, se retiró del césped del estadio del Galatasaray por un penalti que decretó el árbitro y que permitió a Morata, que debutaba con su nuevo equipo, adelantar al cuadro de Estambul. Poco después, el director del Adana retiró a su equipo del terreno de juego, ante el desconcierto general.
Desde Madrid Televisión se sugirió irse del campo tras pitar un penal el árbitro
John Carlin escribió en su libro La tribu que la injusticia es lo que más define al fútbol, lo que distingue a este deporte de todos los demás y lo que hace que mueva más gente y sentimiento que ningún otro: “Al final de uno de cada dos partidos siempre hay un grupo apreciable de personas –aficionados, periodistas y exjugadores que salen en la radio y la tele– que opina indignado que el resultado fue inmerecido”.
El factor irracional tiene un peso decisivo, pero mucho más irracional es irse porque no estás de acuerdo con una decisión arbitral. El escritor alemán Georg Christoph Lichtenberg escribió “que cuando los que mandan pierden la vergüenza, los que obedecen pierden el respeto”. Sugerir marcharse del campo por una decisión arbitral o hacerlo demuestra impotencia. Murakami dijo que en el deporte no hay más opciones que superarse a uno mismo o perder. Lo de abandonar la competición ni se le pasaba por la cabeza.